"Los poetas mueren con el lápiz amarrado a la mano" | El Nuevo Siglo
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Domingo, 12 de Mayo de 2019

ENTRE las cárceles y las páginas nostálgicas de los libros se le fue yendo la vida a Rosa María Adriasola (Elvira Hernández, nombre artístico), una mujer menuda y de ojos negros que resaltan entre su cabello color plata. Sus formas pequeñas, lánguidas y aparentemente vulnerables se contradicen con su aura de leyenda por el combate que lideró desde su poseía contra la dictadura de Augusto Pinochet.

EL NUEVO SIGLO: Usted en sus obras nombra reiteradamente el desarraigo y la nostalgia ¿Esto tiene que ver con los miles de exiliados que huyeron de Chile en los tiempos de la dictadura?

Elvira Hernández: En parte, la ciudad tiene ese vacío de aquellos que se van y las familias que se destruyen. Todo lo anterior, estaba condicionado por nuestro modo de vida que era estar bajo toque de queda todo el tiempo y esa realidad del miedo es algo que hace que la ciudad se transformé. En esos años sucedió algo que no había ocurrido porque se construyeron barrios exclusivos y cuando la gente no puede ir a un determinado lugar se configura un mensaje de violencia. Las últimas, todos esos matices se ven reflejados en mi poesía.

ENS: ¿Cómo la afectó la dictadura como mujer?

EH: Me afectó como a todas las mujeres. Una dictadura es ideológicamente un momento de conservadurismo fuerte y la mujer que había salido a trabajar y se había involucrado en el espacio público, se le conminó a volver a su casa para preocuparse de nuevo de su responsabilidad histórica: el hogar. Esto a pesar de que a mediados del siglo pasado habíamos logrado el derecho al voto y hay que tener en cuenta que para elegir bien era necesario educarse políticamente, lo que ocurría en espacios de convivencia ciudadana nos fue negado.

ENS: Su libro La Bandera de Chile se convirtió en símbolo de resistencia por esos años, ¿cómo fue ese paso de la poesía de alguna forma a la posición  revolucionaria?

EH: La palabra revolucionaria es una palabra bien grande, pero fui una resistente como muchos de los que estaban luchando en Chile para sacarnos la dictadura de Pinochet de encima. Ese libro lo escribo una vez que salgo de una de las cárceles secretas donde estuve poco tiempo. Pero nosotros estuvimos en cientos de cárceles secretas a lo largo del país y construí ese texto como repuesta a esa situación de la que había logrado escapar… aunque tristemente muchos no lo lograron hacerlo.

ENS: ¿Por qué será que en Chile tienen esa gran inclinación poética qué se puede evidenciar en autores como Pablo Neruda o Gabriela Mistral?

EH: Somos fuertes a nivel poético porque Chile es un país que sufre mucho, porque es muy desigual, porque es un lugar con mucho dolor. Si tus estás contento y feliz te vas a bailar no te pones a escribir poesía. Entonces somos una nación con muchas cosas que quisiéramos cambiar y no podemos, lo que nos genera grandes frustraciones.

A pesar de que a veces no entendamos la poesía, ella entra por muchos lugares, quizás escuchando su música porque las palabras llegan a tener música y si no tiene esa música tiene una disposición en la página que te está diciendo algo. La poesía logra comunicarse incluso en su fragmentación y dejarte una palabra que logra resonancia.

ENS: Arthur Rimbaud aseguró “el que escribe es otro”, en su caso ¿quién es esa otra qué escribe agazapada en su interior?

EH: Es alguien desconocido del cual yo me di cuenta de repente. Todos somos invitados a habitar poéticamente el lugar que vivimos, pero el sistema hace que no lo podamos hacer, porque nos producen industrialmente e intentan homogenizarnos. Eso constituye una especie de poder, si alguien se puede escapar de ese lugar que se escape y que se vuelva la piedra en el zapato, las mosca que no para de zumbar en la oreja de los poderosos.

ENS: ¿Qué opinión tiene del uso generalizado de la tecnología,  principalmente por parte de los jóvenes?

EH: Estoy en contra de las máquinas, no porque no nos puedan prestar utilidad. Me preocupa es cuando a ti te ponen la máquina como modelo porque en el momento en que esto sucede nosotros nos comportamos maquinalmente. Estos aparatos han interrumpido los descansos y logra que el trabajo se extendiera a todos los momentos de la vida. Nos quitan la presencia porque si yo me puedo comunicar a través de un aparato contigo significa que no necesito verte nunca.

Somos parte de nuestro tiempo pero nosotros tenemos que ir contra el espíritu de los tiempos y ser críticos sobre todas las cosas…

ENS: ¿Qué está escribiendo ahora?

EH: Aquí en Colombia hay un libro mío llamado Pájaros desde mi ventana, que me lo pidieron de repente y  tuve que cerrarlo de manera intempestiva. Pero yo seguí escribiendo sobre pájaros, ahora tengo estos pájaros rezagados que van volando por mi imaginación y que posteriormente van a salir en mi siguiente obra. La poesía se presenta cuando tiene que presentarse y tengo que hacer lo que sea para tratarla.