Mar de Leva, confusión de sentimientos | El Nuevo Siglo
Foto El Nuevo Siglo - Claudia Beltrán
Jueves, 7 de Junio de 2018
Claudia Beltrán

DESENTRAÑAR los secretos de los personajes de un libro es la manera en que Octavio Escobar presenta las vicisitudes y situaciones de la condición humana pero recreando un entorno ficticio que, sin embargo, identifica más de una realidad actual.

En su nueva novela Mar de Leva, Escobar busca hablar de esa historia de la espera, la angustia, los miedos y los deseos de dos personajes, Mariana y su hijo Javier, quienes enfrentan el secuestro de su esposo y de su padre respectivamente. En conversación con EL NUEVO SIGLO explicó su más reciente obra.

EL NUEVO SIGLO: Háblenos un poco de su nueva novela

OCTAVIO ESCOBAR: Mar de Leva es una novela que cuenta el fin de semana de una madre y su hijo, que está cumpliendo 15 años y decide llevarlo a un puerto de una ciudad costera. Los recibe una anfitriona que fue compañera de estudios de Mariana, llamada Helena y quien decide que le van a celebrar el cumpleaños a Javier de una manera muy especial, ya que tanto él como su amiga tienen la amarga carga del secuestro de su padre y esposo, desde años atrás.

ENS: ¿Por qué hablar del secuestro?

OE: Nació el interés de una conversación con un colega de la universidad que trabaja mucho este tipo de temas y me decía que le extrañaba que en la literatura colombiana era muy poco frecuente que se hablara del secuestro. Que yo recuerde hay una novela de Azriel Bibliowicz, Migas de pan, y la verdad es que no recuerdo ninguna otra. Cuando él me lo dijo, yo tomé nota pero no continué. Estaba en otro proyecto, escribiendo otra novela, no fue algo que me interesara inmediatamente. Pero después me empezó a interesar por noticias, por reportajes que veía o escuchaba, el tema no del testimonio del secuestrado, que además de eso si hay bastante material periodístico, sino el que pasa con las familias que se quedan esperando a alguien. Entonces ese deseo de contar un poco esa parte tortuosa de la espera, se unió a otro proyecto que yo tenía que era desarrollar una ciudad ficticia del siglo XIX en el siglo XXI.

Esa ciudad ficticia tiene una relación profunda con lo que es Latinoamérica y me parecía que además enfocar el secuestro desde una óptica colombiana, pero en un espacio que no fuera específicamente colombiano lo hace interesante.

ENS: ¿Qué le aporta esta ciudad ficticia a toda la narración de la vida de estos tres personajes?

OE: Bueno hay que aclarar primero cuál es la ciudad ficticia. En 1904 Joseph Conrad, escritor polaco-británico, publicó su obra Nostromo, una novela en la cual él inventó un país latinoamericano que sintetiza varios países de la región y que nace la lectura de Conrad de relatos de viajes y de su propia experiencia como marinero. Este lugar se llama Costaguana y ahí hay un puerto que es Sulacu. Entonces lo que yo hice fue leer muy cuidadosamente Nostromo, sacar las características que tenía Sulacu e imaginar cómo podría ser en el siglo XXI, sumándole tipologías contemporáneas de ciudades que he conocido, como Cartagena, Santa Marta, Barranquilla, Ciudad de Panamá, Lima, Río de Janeiro, Buenos Aires, Valparaíso, Tampico, entre otras, y a través de ese mapa ficticio hacer como una especie de ciudad latinoamericana típica, que no tenga un referente claro para ninguno de nuestros países. Aunque todos los términos son colombianos.

Lo otro es que muchos de los problemas de nuestros países son comunes. El secuestro, el narcotráfico, el paramilitarismo en algunas de sus formas, la guerrilla no son exclusivos de Colombia. Entonces también era hacer como una especie de proyecto latinoamericano alrededor de esa ciudad presentada por Conrad, que fue lo que él mismo hizo en su tiempo. Enfatizando en uno de esos aspectos, el secuestro, pero con la mención de los otros, contados de una manera indirecta a través de un viaje turístico.

Entonces tú lo que vas a asistir en la novela es a tres personas que están yendo al centro comercial, a la casa que es patrimonio del siglo XIX, al restaurante que dicen que es buenísimo, ese paseo que hacemos todos y a medida que van visitando, van hablando, van surgiendo temas. Se van contando historias y se va armando ese fresco latinoamericano y ya en la segunda parte de la novela viene la celebración de los 15 años de Javier, quien anda con las hormonas alborotadas, y bueno es una fiesta bastante particular, que termina de romper la normalidad, revelando a cada uno de los personajes en sus contradicciones, miedos y funciones.

ENS: ¿Qué características tienen estas ciudades latinoamericanas que forman a Sulacu?

OE: Sulacu es un puerto con zonas muy deprimidas, barrios muy elegantes, restos de la época de la colonia. También con edificios altísimos de mega polis, corrupción política, abusos policiales, miseria, mendigos, desarrollos urbanísticos espectaculares pero también con un sistema de transporte que no funciona llamado Translitoral. Todas esas cosas que, si tú las miras, porque los seres humanos no somos tan originales como nos gusta pensar, están en buena parte de las capitales y de las ciudades grandes y medianas de Latinoamérica.

ENS: ¿Qué le interesa transmitir al lector?

OE: A mí me interesa que el lector se enfrente a un reflejo de la cotidianidad en la que vive desde la literatura y desde las posibilidades que los escritores damos de interpretación a través de nuestros textos. Pero lo que más me atañe es que disfrute la novela. Para mí y siempre lo pongo de relieve, lo más importante del relato es que sea un placer, en el que puede haber dolor, dificultades. Es en lo que yo trabajo, en que mi narrativa sea fluida, que genere inquietudes que hagan que avances a través de la novela, en que tenga un cierto matiz cinematográfico que haga que tu mente este permanentemente imaginando los espacios de los que yo estoy hablando. Eso me importa muchísimo, y en esta novela en particular estaba el interés en el tema del secuestro, que insisto lo hago de una manera sutil y tangencial. Contrastar ese tema con una dimensión erótica que es significativa en mis tres personajes protagónicos. Pero sobre todo en Mariana, que lleva cuatro años sin pareja y en Javier que es un adolescente.

ENS: ¿Qué piensa del quienes dicen que su narrativa es parecida a la de Conrad?

OE: En realidad yo no escribo muy parecido a Conrad. Hay temas que me han interesado, hay procedimientos, como el del narrador testigo, esa es una posibilidad que yo he trabajado en otros textos. Pero yo diría más bien que lo que me ha permeado es el hecho de que Conrad parece contar novelas de aventuras pero todas estas son una indagación sobre la condición humana y yo también intento hacer eso. No en el sentido de la novela de aventuras, pero si en un texto que es muy ágil, rápido, amable con el lector, que lo puedes leer muy fluidamente, pero que te va haciendo como reflexionar sobre tu propia vida o sobre situaciones que se viven en las sociedades contemporáneas.

ENS: ¿Qué piensa de la condición humana?

OE: Creo que la humanidad es sobre todo diversa y eso me encanta. Me parece que eso es el gran campo de la literatura, mostrar a través de una determinada sensibilidad, que es la del escritor, que todos los seres humanos podemos estar juntos y agruparnos ante determinados procesos, pero que todos somos diferentes, que es muy importante esa diferencia y que hay que respetarla.