El camino artístico-existencial de Jim Amaral está representado por su audaz eclecticismo y sus múltiples y heterogéneas referencias culturales, históricas, mitológicas, excéntricas y psicoanalíticas.
En este 2023, el artista plástico suma sesenta años de trayectoria; un visionario cuya práctica combina dibujo, pintura, escultura, collage, ensamblajes y grabado. La carrera de Jim Amaral hace parte de una generación tardía de artistas influenciada por el surrealismo; sin embargo, él avanzó a su vez en nuevas propuestas visuales, con escalas idealistas.
Aunque nació en Pleasanton, Estados Unidos, en 1933, el artista se radicó en Colombia desde 1957, después de conocer a su esposa, Olga de Amaral, quien igualmente se dedica al arte: “Me siento más colombiano que gringo, pero al mismo tiempo sé que soy gringo, allá me formé. Iba mucho a cine en mi pueblo, costaba 10 centavos, me crie viendo cine. Un filósofo gringo decía: ‘Puedes sacar al niño del pueblo, pero no el pueblo del niño’; ese soy yo. No tengo raíces como gringo; como colombiano era muy extranjero porque tengo acento marcado. Todos han muerto en Estados Unidos, mis hermanos, mis tíos”, refiere el artista que el próximo 3 de marzo cumplirá 90 años, de los cuales lleva seis décadas entregado al arte.
“Si me hubiera quedado en Estados Unidos, el trabajo que hago hoy en día no lo hubiera hecho; mi trabajo es basado en Colombia”, asegura.
Jim Amaral afirma que haber salido de su país le permitió desarrollar su propia estética, al encontrar una vasta fuente de inspiración en Colombia. Cuando cumplió 47 años de vivir en Colombia le fue concedida la ciudadanía de este país.
El amor y el arte
Amaral tuvo la oportunidad de estudiar en la Universidad de Stanford y, después, en la academia de arte Cranbrook, donde conoció a Olga, su gran amor. Comenzó pintando y dibujando, luego se encontró con el bronce y se esmeró en buscar los talleres ideales para fundirlo, los cuales han representado elementos fundamentales para la producción de sus esculturas.
Actualmente pasa horas encerrado en su estudio en Bogotá, explorando las posibilidades que distintos materiales ofrecen a su proceso creativo. Durante su carrera artística ha explorado los campos del dibujo, la pintura y la escultura. Refiere que decidió incursionar en el dibujo porque le permitió desarrollar con libertad el concepto de lo erótico, lo masculino y lo femenino.
En cierto modo ha logrado escandalizar con su obra, puesto que algunas contienen figuras fálicas y alusiones eróticas. No obstante, Amaral sostiene que al contrario de escandalizar, lo que pretende es “desmitificar la figura humana, y espera que las personas puedan verse a sí mismas como realmente son”.
“Mi obra estimula a pensar y no me pregunten qué significa eso. ¿Qué quiere decir mi obra a ellos?, cada uno tiene una mente diferente ¿Cómo voy a decir lo que tienes que sentir para algo?”, sostiene.
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Lo sensible y estético
A lo largo de su carrera, Amaral ha explorado diversos caminos y técnicas en el desarrollo de su proceso creativo. Como escultor, presenta cuerpos desproporcionados que a la vez reflejan belleza y una sorprendente sensibilidad estética.
“Mi trabajo, desde cuando yo llegué a Colombia, empezó con el sexo, que es el origen de nosotros. Luego pasé al tema de la muerte con las pinturas frutos del duelo, y después quería mostrar al hombre en su silencio, no me gusta la palabra soledad ¿Qué es mejor: soledad o solitudes? Entonces empecé a hacer bronces para este tema de lo que es vivir, porque estamos solos”, recuerda.
Sus piezas expresan una inquietud por develar el misterio del ser humano: una mezcla entre lo terrenal y lo divino, una necesidad de protección y defensa, una búsqueda de identidad que linda entre lo masculino y lo femenino. Su carácter perfeccionista se refleja en su trabajo como orfebre.
En su taller construye pequeñas piezas en bronce como mesas, sillas y cajas, en las que mezcla objetos antiguos con elementos modernos que él mismo incorpora. Estas piezas revelan su impresionante creatividad e imaginación. Después de más de 300 obras y varias décadas de dedicarse al arte, Jim Amaral considera que su trabajo ha valido la pena. Aunque reconoce que “no ha sido fácil plantear temas controvertidos como el erotismo”, se siente satisfecho cuando contempla su obra en retrospectiva.
“Nunca fue mi fin hacer arte erótico. Yo quería desmitificar la participación de las partes del cuerpo en el sexo. Desmitificar el sexo del hombre, que no sea un problema para todo el mundo ver ese aparato”, refiere.
Invitación a cuestionar
Resulta fascinante ver sus esculturas fundidas en metal, que no solo tienen un equilibrio magnífico desde el punto de vista de la composición, sino que además aluden a signos, leyes e imágenes que invitan a tener sentido de pertenencia.
Todo en él es misterio: jeroglíficos escritos en placas colgadas del pecho de sus estatuas antropomórficas o sobre las superficies de sus metálicos hace que quien vea estas piezas se pregunte qué quiere decir o qué sentido tienen, como si el artista quisiera que los espectadores se involucraran con las obras.
“Siempre he aspirado es a que la gente al mirar mis obras no solo vea lo bonito, sino que las admiren y piensen un poquito qué contacto pasa en su cabeza, esa es la mente que yo busco”.
El artista finalizó la conversación con un mensaje a los jóvenes: que estudien algo más estructurado, que lean libros clásicos y, “si tienen en la cabeza la cucaracha de ser creativos, eso sale".