Llevar las lenguas nativas al canto coral es, para Sandra Patricia Rodríguez, una prioridad. Ella ha dirigido coros infantiles, juveniles, de adultos y de tercera edad. También ha estado al frente de grandes montajes sinfónico-corales y de los programas de formación de la Orquesta Filarmónica de Bogotá.
La maestra colombiana es uno de los brazos ejecutores de la Organización Internacional Voces Indígenas a Coro, creada con el propósito de llevar las lenguas nativas al canto coral y de esa manera formar a los niños, cambiando sus vidas para que tengan ilusiones y la necesidad de no olvidar el dialecto de los ancestros.
“La música es fantástica, pero además es, sin duda, una herramienta para la vida de los niños, porque con ella se llenan de sueños, de ilusiones, y los impulsa a cumplir sus metas”, destaca la directora coral que desde el 2016 emprendió el viaje de llevar el canto coral a lenguas indígenas.
“Es un proyecto que rescata la lengua materna a través de la música. Nació en México gracias al maestro Eloy Romero, quien es un gestor cultural de ese país y que de alguna manera llegó a Bogotá y coincidimos en la Orquesta Filarmónica. Él como representante legal del Coro Voces Yumhu me dice que le gustaría tener vínculos con directores corales de otros países y la propuesta fue trabajar con los niños. Me mostró el proyecto que venía haciendo en México a través de videos y me gustó la idea de ser parte de una iniciativa tan bonita”.
El Coro Voces Yumhu
El Coro Voces Yumhu está conformado por 20 niñas y niños de seis a 14 años de edad. Se consolidó como una fuente importante de la lengua y una expresión visible de la tradición indígena de Ixtenco, Tlaxcala, que busca conservar la identidad de un grupo hablante que se resiste a desaparecer.
Según la historia, Yumhu es una macrolengua otomangue hablada por un grupo étnico y cultural ampliamente conocido como otomí. Es un idioma autóctono de México y muestra varios de los rasgos característicos del área lingüística mesoamericana. Sin embargo, es un lenguaje que con el tiempo ha ido desapareciendo y de ahí el esfuerzo de la organización internacional por evitar su muerte definitiva.
Para Sandra, ser partícipe de este plan es una oportunidad de servir, de sembrar y de darle a otros la oportunidad de cumplir sus sueños. “Me emociona saber que puedo ser útil para trabajar con los niños, verlos crecer y construir en ellos muchas cosas buenas. Considero que la dirección coral es una responsabilidad enorme; en la Orquesta pensamos que la música es un medio de transformación para la vida. Como presidente de la Corporación para el Fomento de la Música Coral le compartí al maestro Romero lo que hacemos en Colombia, le hablé del festival para niños y se interesó mucho en eso. Entonces él se interesó en traer a los niños de su coro a Bogotá, porque ellos ya han ido a otros países como Italia”.
Poco a poco se fueron tejiendo las redes y, tras pasar la pandemia, el proyecto se fue consolidando. En octubre del año pasado Sandra viajó a México, participó en el primer Congreso de Coros Indígenas y se reunió con otros maestros como Enrique Vidal, quien es experto en lenguas indígenas, Eloy Romero y Sara Zapata.
“El propósito es que la lengua indígena prevalezca en las familias, que los niños empiecen a hablar y comunicarse en su lenguaje. No es fácil porque son muy pocas las personas que hablan la lengua nativa. Por ejemplo, en la comunidad Yumhu son muy pocas personas las que hablan otomí. Incluso, en el coro uno de los niños aprendió hablar otomí y es el único que le enseña al resto, les traduce las canciones para poderlas cantarlas en otomí”.
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Proyectos para el 2023
Para este 2023 la organización abre los brazos para que otros países se unan a esta iniciativa. A pesar de las distancias, esta asociación ha podido ofrecer las clases gracias a la virtualidad.
“La idea es continuar con las asesorías. Actualmente son los niños los que están aprendiendo la lengua y a través de ellos esperamos que los adultos comiencen a tararear la lengua, a no dejar que se pierda su idioma. Además, México es un país al que realmente le importa ese tema porque tiene muchas lenguas, porque tiene muchos grupos dentro de sus estados y la idea es mantenerlos, cultivarlos e incentivarlos”.
En cuanto a Colombia, el objetivo es que los grupos indígenas se sumen a esta organización para que también puedan rescatar y preservar la lengua nativa a través de la música coral.
“A pesar de que en Colombia tenemos una amplia cantidad de grupos indígenas, lamentablemente no existe algo similar. Quizás el vivir en la capital hace que todo sea más lejos… Si se pudiera hacer aquí sería fantástico. Mi propósito es llamarlos, ubicarlos y preguntarles cómo son sus manifestaciones musicales y saber si creen que es posible hacer coros con los niños de sus comunidades. Y me encantaría hacer esa labor en Colombia, porque lo estoy haciendo en otros países y por qué no hacerlo aquí. Sin embargo, es algo que se tiene que hacer en equipo, con investigación, así que el propósito es poder crear un grupo de trabajo aquí”, refiere la maestra, quien a los siete años descubrió que quería ser directora coral, cantante y profesora de música.
Sandra ha estado en el mundo de la música toda su vida. Es licenciada en Pedagogía Musical y especialista en Dirección de coros infantiles y juveniles de la Universidad Javeriana; además, conformó el Coro Filarmónico de Bogotá dirigido por la maestra Carmiña Gallo y formó parte del elenco de “Las clásicas del amor”.
Su amplia trayectoria la ha llevado a ser una de las directoras corales y productoras musicales más destacadas de Colombia, razón por la que fue invitada a la Organización Internacional Voces Indígenas a Coro.
Desde el 2016 es la coordinadora del Componente Coral de la Orquesta Filarmónica de Bogotá en el Proyecto Escolar y Centros Filarmónicos.