El próximo 8 de febrero a las 7:30 p.m., el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional abrirá sus puertas a los más de 1.000 espectadores que podrán acceder de forma gratuita al concierto inaugural de la temporada 2024 de la Orquesta Sinfónica Nacional.
En esta ocasión la Sinfónica convoca a su público para un encuentro peculiar entre dos grandes compositores de la escritura coral: por un lado, Beethoven, compositor de la sinfonía "Fidelio" y grandes misas para coro y orquesta, y por otro lado, el gran compositor de la ópera italiana Giuseppe Verdi, quien escribió algunas de las mayores óperas del estilo “bel canto”.
De Verdi, además, escucharemos arias corales de la ópera "Aida", "El trovador" "y Nabucco", y de Beethoven, la gran "Fantasía coral para piano, coro y orquesta, op. 80", en esta ocasión junto al virtuoso pianista colombiano Mauricio Arias-Esguerra y seis cantantes solistas, todos miembros del magnífico Coro Nacional de Colombia, que junto a la Sinfónica, dirigida por el maestro Yeruham Scharovsky, brindarán un concierto para no olvidar.
Sinfónicas europeas
El concierto de este jueves será similar a las presentaciones sinfónicas europeas de los inicios del siglo XIX (entre 1800 y 1850 aproximadamente), en los que el orden y el carácter de las piezas era importantísimo. Los conciertos de aquel entonces reunían a la aristocracia y la burguesía. Es decir, no solo eran eventos artísticos, sino también reuniones sociales. Con el orden de las piezas se aseguraba que el público estuviera enganchado con la música y no solo socializara.
De esta manera, un concierto iniciaba con una sinfonía, que era una obra instrumental (sin voces) de gran duración que empleaba toda la orquesta. En aquella época, el piano no era un instrumento sinfónico, sino solista, es decir no hacía parte de la orquesta. Las sinfonías se caracterizaban por su carácter grandioso, triunfal y dramático, drama que se obtenía al mezclar momentos de volumen estridente, así como pasajes delicados y líricos.
A su vez, los conciertos terminaban con la misma sinfonía del inicio o con otra sinfonía, pero lo más lo importante era que cerrara con un momento más que bombástico. En el medio, se interpretaba arias (canciones de ópera para solistas vocales), piezas corales de óperas (con coros entre cuatro y veinticinco personas), cuartetos de cuerda, oberturas de óperas y piezas virtuosas para piano.
Precisamente, este concierto abre con la "Sinfonía No. 7 en la mayor, Op. 92" del compositor alemán Ludwig van Beethoven (1770-1827). Nacido en Bonn (Alemania), Beethoven revolucionó por completo el mundo de la música sinfónica. No fue considerado un niño prodigio como su contemporáneo Wolfgang Amadeus Mozart; sin embargo, su talento excepcional vino a sobresalir en su adolescencia. Su exploración musical continuó a lo largo de su vida y llegó a ser reconocido en toda Europa. Además, se sabe que su sepelio fue uno de los eventos más concurridos en Viena durante la primera mitad del siglo XIX.
Prosigue una serie de obras provenientes de óperas del compositor Italiano Giuseppe Verdi (1813-1901). Durante el siglo XIX, la ópera era uno de los medios de entretenimiento más importantes, como lo que sería hoy el cine. Así, Verdi era considerado el Christopher Nolan o la Greta Gerwig de su época. Artistas capaces no solo de imprimir su perspectiva estética, sino también de atraer a la audiencia. Coros específicos y arias (canciones) se volvían tan populares que se extraían de la ópera entera y se interpretaban individualmente. En otras palabras, como interpretar el tema de Darth Vader, de "Los Hobbits y la Comarca" o de "Indiana Jones" sin tener que ver la película completa.
Dentro de los “hits” de Verdi se encuentran el "Coro de introducción y cavatina" de la ópera "Nabucco", de 1842; así como “Va, pensiero, sull'ali dorate” (Vuela, pensamiento, con alas doradas). De "El trovador", escrita en 1853, el coro “Noi siamo zingarelle” (Nosotros somos gitanos) de 1853; de la ópera "Las vísperas sicilianas", de 1855, oiremos la Obertura. Y su famosísima marcha triunfal titulada “Gloria all'Egitto” (Gloria a Egipto), de la ópera "Aida" de 1871. El concierto finalizará con la "Fantasía en do menor para piano coro y orquesta, Op. 80", también de Beethoven. Precisamente, esta es una de las obras que hacen a Beethoven un rockstar del sinfonismo vienés. De este modo, un concierto del siglo XIX cerraría con una sinfonía pomposa.