Los hispanohablantes celebramos El Día del Idioma el 23 de abril como un homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, fallecido un 23 de abril de 1616, autor de Don Quijote de La Mancha. Y festejamos porque tenemos el legado del hombre que inmortalizó nuestro idioma, nuestras palabras. Ya lo dijo Pablo Neruda, en Confieso que he vivido, “…Son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro...Se lo llevaron todo y nos dejaron todo…Nos dejaron las palabras”. Por esta y muchas otras razones ese día se rinde culto al idioma, a nuestra lengua.
Nuestro idioma es tan dinámico que es considerado como la segunda lengua más importante del plantea y la tercera más hablada. Esto quiere decir, que gracias a ese tronco de las lenguas romances, a la renovación e innovación permanente acorde con los ritmos científicos y tecnológicos del hombre, y a las manifestaciones de las diferentes culturas y lenguajes, el Día del Idioma se debe celebrar en las instituciones educativas, en los medios de comunicación, en el Parlamento, en la calle, en los parques, en la casa, hablando bien, escribiendo bien, hablando correctamente y escribiendo correctamente. Donde quiera que estemos, ese día debe prevalecer la fuerza del idioma con su sonoridad, su romanticismo, su gramática que nos permite comunicarnos y su ortografía que dice cuánta grandeza hay en las palabras.
Hoy en día vemos, leemos y escuchamos en los medios de comunicación, especialmente por su papel masivo, atropellos contra la riqueza de nuestra lengua. Algunos dirán que lo importante es que haya comunicación. Una cosa es comunicarse y otra emplear correctamente el idioma. Por ejemplo, vean esto que es frecuente: el magistrado no renuncia hasta que no salga la sentencia. Miren esas dos negaciones mal empleadas, lo cual hace que se tergiverse lo que se quiere decir. La escritura exige un alto nivel de conocimiento de la lengua. Un grueso número de jóvenes y adultos han descuidado los elementos básicos del idioma: puntuación, ortografía, gramática, conexiones, uso adecuado de las palabras. Y la vida académica y profesional cobra con dolor estos errores en cualquier momento. Por ejemplo, al elaborar una rigurosa y concreta hoja de vida.
Y qué decir del hablar. Redundancias y pleonasmos afloran en las voces de mucha gente. Por ejemplo, se van a agregar tres minutos más al partido. Por favor, si se agregan, quiere decir que se suman. Y a veces pasamos inadvertidos estos detalles que lo que logran es maltratar el español. En consecuencia, El Día del idioma se celebra para que reconozcamos la riqueza de una lengua que nos dejaron los conquistadores, retomando a Neruda, “salimos perdiendo, salimos ganando”. Es un acto de reflexión para pensar en la inmensidad de la literatura que le ha dado a América Latina los Premio Nobel como respuesta para decirle al mundo que existimos, que somos y seremos por nuestras palabras.
*Editorial Magisterio