Subvertir, un arte en Bienal latinoamericano | El Nuevo Siglo
Jueves, 30 de Mayo de 2013

Una buena parte del centenar de artistas presentes en la Bienal de Arte de Venecia se expresa a través de la subversión, un arte que resulta muy latinoamericano en la 55ª edición que abre sus puertas el sábado.

 

El chileno Alfredo Jaar desató controversias al poner en tela de juicio el modelo obsoleto de representaciones nacionales de la Bienal de Venecia e invitó a los organizadores del prestigioso certamen veneciano con su original obra, --una maqueta de los pabellones que se sumerge en el agua cada tres minutos-- a renacer de sus propios restos.

"Quise reproducir un escenario futuro con los pabellones que desaparecen. Tras sumergirse brevemente en el agua, aparecen de nuevo como un fantasma de la historia. Mi obra, que lleva el título Venecia, Venecia, es una invitación poética a replantear el modelo de Bienal de Venecia", sostiene el artista chileno, acosado por la prensa de todo el mundo.

 

Pese a ello, al pasear por los encantadores Giardini, ideados en la década de los veinte para la muestra de arte, con sus apabullantes 88 pabellones nacionales --algunos de ellos son como una embajada de propiedad de cada país-- se mide el pulso del arte mundial.

Un país como Venezuela, en medio de la revolución bolivariana, propone el arte por excelencia de la subversión, los grafitis, en su magnífico pabellón diseñado por Carlo Scarpa.

El modelo de estética de un país contradictorio y en plena transformación es el de los colectivos de artistas urbanos anónimos, entre ellos CMS (Cómanse mis sobras) y Schock, los cuales juegan con iconos de la historia venezolana, desde un enorme Simón Bolívar en blanco y negro con gafas oscuras, hasta un mural de Hugo Chávez de colores, todo ello ambientado en una Caracas urbana, pobre, de barriada, convertida en un museo imaginario.

 

Videos, sonidos, colores, efectos tridimensionales ilustran la vida creativa de artistas desconocidos y de calle, respetando una tendencia que se observa en numerosos pabellones así como en la gran exposición de las 4.500 obras de arte dirigida por el crítico italiano Massimiliano Gioni con el lema el "Palacio Enciclopédico".

''No escogí artistas sino obras que narran historias", explicó Gioni, quien recordó que personalidades no profesionales ni reconocidas en el mundo del arte, proscritas, fueron pioneros del arte abstracto, como la sueca Hilma af Klint, innovadora radical de un tipo de arte que daba la espalda a la realidad visible.

 

Otra forma de subversión resulta la obra del uruguayo Wilfredo Díaz Valdéz (1932), quien crea una realidad paralela con viejos objetos de madera encontrados en su obra "Tiempo (Tiempo) Tiempo", exhibida en el pabellón de Uruguay.

Al desarmar un violín, una rueda o una puerta, permitiéndoles luego regresar a su forma original gracias a minúsculas bisagras de madera que sirven para encajar de nuevo las piezas, Valdéz reconstruye un nuevo mundo.

 

"Se puede pensar la obra de Valdéz en el contexto de la paradoja, que entendemos como profundamente política: la estética de la producción versus la producción de la estética", explicó a la AFP una de las curadores, Veronica Cordeiro.

Los artistas latinoamericanos no son los únicos que subvierten la realidad en Venecia.

El chino Ai Weiwei narra su detención de 81 días en el 2011 en una cárcel de su país a través de seis enormes cajas instaladas en un iglesia barroca de Venecia.

 

Como en una casa de muñecas, el artista, quien no obtuvo el permiso para salir de su país, reprodujo escenas de su vida diaria en la celda: desnudo, bajo la ducha, comiendo, haciendo sus necesidades físicas. Una provocación y una denuncia para pedir la liberación de la detenidos políticos en China.