Una Guajira de amor y tragedias retratan Ana Vallejo y Federico Valdez | El Nuevo Siglo
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Miércoles, 19 de Febrero de 2020

Las tragedias y paisajes cálidos de la Guajira colombiana son punto de partida de ‘Pies morenos sobre piedras de sal’, una obra de la compañía Abra Teatro, dirigida por Adela Donadío con la dramaturgia de Ana María Vallejo y la creación musical de Federico Valdez que se sumerge en una reflexión ambiental y social.

Una mujer francesa transita por las polvorientas vías de la Guajira en busca de su esposo desaparecido, quien emprendió un viaje en bicicleta por el caluroso desierto.  Así inicia la nueva creación de la Compañía Abra Teatro, la cual llega a escena a La Factoría L’Explose con la actuación de Rosario Jaramillo, Brunilda Zapata, Carlos Mariño, Natalia Montes, Dévora Roa, Juan Manuel Barona, Juan Luna, Juan Pablo Acosta y Geraldine Arévalo, en temporada de estreno del 20 de febrero al 14 de marzo.

“Pies morenos sobre piedras de sal” es un texto poético y elaborado, que denota la madurez de la dramaturga y su exploración de las escrituras contemporáneas. El texto propone un recorrido por lugares geográficos distantes, un contraste de mundos, experiencias y lenguajes; esta pieza nos propone una visión profunda y compleja de algunas realidades íntimas, de las huellas del conflicto colombiano en las personas y la geografía, del desastre ecológico y de una soledad existencial, muy propia del mundo de hoy.

La música de la obra, creada por el compositor Valdez, fue hecha a medida de cada una de las escenas de la pieza teatral. Así le expresó Adela Donadío, directora de la puesta en escena a EL NUEVO SIGLO: “No es la música que complementa la obra, de acuerdo a lo que dice Federico Valdés, la música lo que hace es expandir los sentidos de la obra y se creó a medida que Ana María le iba contando la historia a Federico y después él componía aparte, la música es creada para el universo de la obra”.

Nueve personajes de diferentes orígenes coinciden en el espacio geográfico y a la vez simbólico de La Guajira, justo en un cruce de caminos, un territorio donde confluyen los que son nativos, los foráneos y los que la imaginan a través del relato de otros.  La obra propone un viaje íntimo y personal por las relaciones de pareja, así como un recorrido por una región marcada por el abandono, la desolación y la violencia. Dramaturgia y paisaje sonoro son los dos lenguajes que con igual fuerza proponen los viajes de la obra. Los dos autores existen como personajes en la ficción: La Voz y El músico le dan vida a la pieza y dialogan sobre los materiales de una creación fragmentaria que avanza y retrocede en el tiempo y en el cruce de espacios.

“Pies morenos sobre piedras de sal” es una pieza ganadora del Premio Iberescena-Ibermúsicas 2016, elegida entre 56 propuestas de los países que integran el Fondo Iberescena. Se trata de un proceso de creación conjunto entre la dramaturga colombiana y el músico y compositor de origen argentino.  Un engranaje entre textos fragmentarios de estilos diferentes, donde se alternan escenas mínimas con otras más extensas, relatos, diálogos, música experimental y el paisaje sonoro para crear en el escenario imágenes y acciones elocuentes e impactantes.

A medida que la historia de esta pareja va avanzando, los contrasten comenzarán hacerse visibles entre una guajira abandonada y las diferentes crisis de comunicación que sufren las relaciones de hoy. “En la obra hay una especie de contrastes entre lo que es la Guajira, un territorio violento y abandonado, y la intimidad de las parejas por la desolación en el mundo de ahora. Pero esto no se ve narrado de manera directa, sino en pequeños signos”, afirmó Donadío.

La soledad existencial porque es como la intimidad de las parejas y también porque hay una desolación en el mundo de hoy, es decir, hay una crisis por todos los problemas del mundo pero también por las crisis personales. Entonces en la obra hay una especie de contrastes entre los que es la Guajira, como un territorio abandonado, violento, aunque eso no está narrado de manera directa, sino en pequeños signos como que se da entender la Guajira, pues hay un personaje Wayú, se evoca a la masacre de Bahía Portete y la escritora habla sobre eso en la obra, es decir, se distancia de los personajes para contar ella con esos materiales. La soledad existencial del mundo de hoy son todos los conflictos que tenemos de comunicación, la crisis misma de la pareja, la familia, todo eso está ahí atravesado. Todas esas relaciones son fracturadas.