La legendaria futbolista Marta vivió el miércoles una triste despedida de los Mundiales femeninos cuando Brasil quedó eliminada del torneo con un empate sin goles ante Jamaica.
Con Marta como titular, Brasil no logró romper el cerrojo de las caribeñas, que clasificaron a octavos de final junto a Francia tras su victoria sobre Panamá en el cierre del Grupo F.
Marta, de 37 años, anunció que este sería su último Mundial, un torneo en el que debutó en 2003.
Para Jamaica fue un momento histórico al avanzar a octavos de final sin recibir un solo gol, aunque anotó solo uno, contra la debutante Panamá.
Su rival se definirá el jueves en el cierre del grupo H, entre Alemania y Colombia.
La Canarinha estableció un control territorial desde el inicio del partido, con precauciones por la velocidad de las 'Reggae Girlz', en especial por la presencia de su goleadora Khadija Shaw.
Brasil se acercó al arco repetidamente en disparos de Debinha, Ary Borges, Tamires y la capitana Marta, en el partido disputado en Melbourne ante un nutrido público, que en su mayoría alentó a las brasileñas, de camisa azul.
Las descolgadas de la lateral izquierda Tamires propiciaron las mejores opciones de Brasil en el primer tiempo y calentaron las manos de la arquera Rebecca Spencer.
Brasil llegó al partido con la presión de vencer para seguir con vida en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, luego de perder en su segundo partido, ante Francia, que ganó el grupo.
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Jamaica, en tanto, planteó un juego conservador de contención y contragolpe. Tenía la ventaja de poder avanzar a octavos con un empate, merced a su 0-0 contra Francia y su victoria ante Panamá.
Ello explica que la línea defensiva de las caribeñas se mantuvo concentrada resguardando sus predios, sin aventurarse mucho al ataque, un esquema que les resultó efectivo contra Francia para mantener el marco en cero.
El ingreso de la 'Emperatriz' Bia Zaneratto en el segundo tiempo dinamizó el medio campo brasileño, pero Jamaica también afianzó su cerrojo atrás.
Al acercarse el cierre del partido, el dominio brasileño se volvió asfixiante pero también insulso, porque su control abrumador de la pelota no llegó a traducirse en remates al arco jamaiquino.
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