Por Alejandro Munévar

Enviado especial EL NUEVO SIGLO

Doha. Llegamos al ocaso del Mundial. Con la final, el último partido, se marca el fin de una era, de una etapa, y el comienzo de una nueva historia en donde dos equipos se baten en un campo de juego buscando la gloria eterna, quedar en los libros de historia y en las mentes de las personas.

La gran final del Mundial de Catar será entre los que en teoría podrían ser los mejores equipos del campeonato, al menos los más regulares y los que mejor fútbol han mostrado: Francia y Argentina.

Francia es el actual campeón del mundo, el equipo capaz de terminar con la maldición del campeón. Desde 2010 vemos como los equipos que defienden el campeonato no pasan de primera ronda, pero esta Francia logró superar este problema, y no es para menos, pues tienen un equipo fila por fila más que completo, desde el arquero hasta el delantero han logrado mantener la mejor forma posible desde 2018 hasta hoy, algo extraño, pero sienta un precedente importante de cara al futuro, tanto para técnicos como para entrenadores sobre cómo gestionar el deseo, el hambre y la necesidad imperiosa de victoria aun y cuando ya se consiguió el mayor logro posible.

Por el otro lado se encuentra Argentina, que en sus filas cuenta con el que puede ser el mejor jugador del mundo en los últimos años, Lionel Messi. El capitán de la selección Argentina se encuentra ad portas de la última etapa de su carrera y en este Mundial tiene la intención de ganar el único trofeo que le hace falta, que le ha sido esquivo los últimos años: la copa del mundo.

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Para ello encontró en Lionel Scaloni el mejor de los aliados, un tipo que lo entiende y sobre todo ha hecho que sus compañeros entiendan la importancia de tener a un tipo que puede resolver cualquier situación en el equipo.

Argentina, sin ser completamente excepcional y sin haber encontrado una gran regularidad, alcanzó a meterse en la final, sufriendo. Básicamente desde que comenzó el torneo han estado sufriendo, perdieron el primer partido y desde entonces tuvieron que jugar cada encuentro como si fuera una final; el desgaste físico, anímico y mental debe ser grande, pero hasta el momento el cuerpo técnico lo ha sabido gestionar.

Lo único cierto es que estamos frente a una de las mejores finales del mundo que veremos, dos equipos que saben jugar, que brindan espectáculo y quizá lo más importante, los que más méritos hicieron para lograr llegar a esta última instancia.

El fútbol será el que hable, el que decida el domingo en el estadio de Lusail. Veremos si Francia. consigue el doblete o si Argentina y Messi alcanzan la tan anhelada Copa.