Análisis| Contravía económica | El Nuevo Siglo
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Domingo, 9 de Junio de 2019
Unidad de análisis
No son pocas ni leves las consecuencias de la diferencia de criterios entre el Ejecutivo y el gerente del Emisor sobre la economía. Que el primero la vea despegando a buen ritmo y el segundo estancada no es un asunto menor, ¿a quién creerle?

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Las cifras son unas pero las interpretaciones sobre las mismas pueden ser múltiples. De ello fue testigo esta semana el país al producirse un insólito y preocupante choque de criterios sobre el estado de la economía entre el principal vocero del Banco de la República y el gobierno del presidente Iván Duque.

No hay muchos antecedentes de un choque de criterios de estas magnitudes, sobre todo en un país en donde tradicionalmente los pronunciamientos del Emisor y el Ejecutivo de turno tienden a estar en la misma dirección, dado que el Ministro de Hacienda tiene cupo en la Junta del Banco de la República aunque sin derecho a voto.

Las diferencias más recurrentes han sido, sin embargo, porque mientras el Emisor se ha distinguido por tener una política económica de estilo ortodoxo, sobre todo en materia de mantener en cintura la inflación y los indicadores macro, acudiendo para ello a sus herramientas de intervención en el mercado de capitales, varios gobiernos se inclinan por permitir un mayor dinamismo productivo así ello implique un margen más alto, pero controlable, del costo de vida. Salvo esas disparidades puntuales, por lo general ha primado la conjunción de intereses entre el Banco y la Casa de Nariño.

Es claro que si bien en Colombia la opinión de uno de los codirectores del Emisor no produce un remezón bursátil, cambiario ni de replanteamiento de flujos de inversiones, como sí lo hace el más mínimo pronunciamiento del jefe de la Reserva Federal estadounidense, la percepción del Banco de la República sobre la marcha de la economía local influye en materia de confianza inversionista, lectura positiva o negativa de los indicadores macro y micro y el clima nacional en torno a si el país va por buen, regular o mal rumbo.

Además de lo anterior, si había una semana o un lapso en el que esa polémica entre el gerente del Banco y el Gobierno podría tener más eco era, precisamente, la que está terminando porque en los últimos días se han producido una serie de noticias que el Ejecutivo calificó de muy positivas pues confirmaban que la economía está despegando de manera sostenida.

Ese tablero noticioso empieza por un aumento sustancial en la inversión extranjera directa en el primer trimestre de un 68%. Un pronunciamiento del Banco Mundial señalando que el PIB colombiano crece a ritmo sólido de 3,5%, casi un punto por encima de la economía global, estimada en 2,6%, y también de Latinoamérica, que se prevé que sea de 1,7%. A ello se suma que la calificadora de riesgo Moody´s Investors Service aseguró que la actividad económica de Colombia está “bien posicionada para una recuperación sostenida en los próximos dos años”.

Ya a finales del mes pasado concluyó el ciclo de evaluación a Colombia por parte de las calificadoras de riesgo. Según el Ministerio de Hacienda, el balance fue positivo pues Moody’s, Fitch Ratings, Rating & Investment y DBRS ratificaron la calificación de la deuda a largo plazo en moneda extranjera de Colombia en BBB, un escalón por encima del grado de inversión. Moody´s cambió la perspectiva de calificación de negativa a estable, R&I y DBRS mantuvieron la perspectiva de la calificación en Estable, mientras que Fitch la revisó de Estable a Negativa.

De otro lado, en materia fiscal, Minhacienda ratificó que la meta de déficit es de 2,4% del PIB, inferior al techo establecido por la regla fiscal (2,7% del PIB). También se estima que se generará el primer superávit primario en siete años (0,6% del PIB), lo que contribuirá a estabilizar la trayectoria de la deuda pública. Igualmente, el recaudo tributario creció 8,8% a abril. Hay un apretón en gasto público por $10 billones. También buena liquidez del Gobierno, con $29 billones en el Banco de la República. Las reservas internacionales alcanzan ya más de US$51 mil millones y las subastas de TES han tenido sobredemanda.

Por último, el dólar comenzó el año en $3.249 y el viernes cerró a $3.274, pese a oscilaciones altas recientes. La inflación continúa controlada pero se ve una leve tendencia al alza. En mayo, según lo indicó el DANE esta semana, la variación mensual del IPC fue 0,31% y la variación año corrido es de 2,44%. En tanto, en abril pasado la tasa de desempleo en el total nacional fue 10,3% y en el total 13 ciudades y áreas metropolitanas de 11,1%. Sin duda este es el indicador más complicado para este Gobierno, ya que la cantidad de personas sin empleo está por encima de los 2,7 millones de colombianos. El impacto de la ola migratoria venezolana explica una parte del preocupante panorama en este campo.

De igual manera, la Agencia Nacional de Hidrocarburos indicó esta semana que el proceso de adjudicación de bloques alcanzó un éxito del 55%, lo que para la entidad es “una excelente noticia para el país”, luego de cinco años sin haber firmado contratos de exploración y producción de hidrocarburos por concurso. Esto es clave, ya que si bien en la última semana los precios retrocedieron, el barril de crudo se mantiene por encima de 60 dólares, todo un salvavidas fiscal, más aún en momentos en que se analiza vender la parte del Estado en ISA como fórmula para cuadrar caja este año.

Asimismo, pese a un complicado debate, esta semana el Congreso aprobó el proyecto de ley de modernización de las TIC, que busca cerrar las brechas digitales y de conectividad que hay en el país.

Escenario complicado

A cada una de esas noticias positivas el Gobierno, ya fuera por intermedio del presidente Iván Duque, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, y otros altos funcionarios, reaccionaron indicando que estaba visto que la estrategia económica está dando resultados.

Ese baño de optimismo era necesario para el Ejecutivo toda vez que las últimas semanas no habían sido las más alentadoras, ya que el pesimismo sobre el rumbo del país venía en aumento por cuenta de distintos frentes de controversia, como la polémica alrededor del caso de ‘Jesús Santrich’, el hundimiento definitivo de las objeciones presidenciales a la JEP, la tormenta alrededor de la cúpula militar por una directriz sobre órdenes operacionales, la cruzada de algunos sectores para impedir el ascenso del Comandante del Ejército, más asesinatos de líderes sociales, el aumento del desempleo, casos aberrantes de inseguridad urbana y rural, la dificultad creciente para manejar el impacto de la ola migratoria venezolana, la renuncia del Fiscal General y la Ministra de Justicia, las controversias con Estados Unidos por el tema de la lucha antidrogas, los nuevos coletazos del caso Odebrecht, los compliques del Gobierno para sacar adelante su agenda parlamentaria en un Congreso dividido y el incremento de la polarización política a nivel nacional… Las encuestas sobre imagen y popularidad presidenciales reflejaban ese ambiente de incertidumbre.

Es más, cuando el DANE reveló semanas atrás que el PIB del primer trimestre fue apenas de 2,8%, se percibió cierto ambiente de decepción, ya que los pronósticos del Ejecutivo, el Emisor y de otros gremios, analistas y centros de estudios apostaban por un resultado por encima del 3 por ciento, más aún cuando la meta para todo el 2019 es crecer por encima del 3,5%.

Paradójicamente la única buena noticia para el Gobierno en las últimas semanas había sido la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo, que por fin le permitió a Duque poder tener su hoja de ruta cuatrienal, con los énfasis de políticas públicas que para él son los prioritarios.

Sacando pecho

Visto todo ese escenario es claro que las noticias positivas más  recientes, que incluso valoraron de forma sustancial ese crecimiento del 2,8% en el primer trimestre, resultaron un bálsamo para el Gobierno, que venía realizando reuniones de alto nivel con los gremios para explicarles el Plan de Desarrollo y cómo este podría dinamizar el sector productivo a corto plazo para alcanzar la meta del PIB al final de este año.

Por ejemplo, tras las decisiones de las calificadoras de riesgo, Carrasquilla había indicado que esas notas ratificaban el aval al compromiso del Gobierno para reactivar el crecimiento económico, reducir el déficit fiscal, estabilizar la deuda pública y mantener un ambiente propicio para la inversión. “Los mercados financieros internacionales tienen confianza en la economía colombiana que ya empieza a mostrar resultados de recuperación”, agregó.

Incluso esta semana, tras conocerse el aumento de la inversión extranjera directa  en el primer trimestre, el propio Duque había indicado que ello era una muestra de la reactivación económica del país.

“Hay señales claras en la Ley de Reactivación Económica. ¿Por qué? Porque nosotros hemos bajado la carga de tributación para que Colombia sea más competitiva frente a otros países”, explicó. “Es el crecimiento de la Inversión Extranjera Directa, en los primeros trimestres, más alto de los últimos ocho años. Y esto es un mensaje de confianza grande en el país”, puntualizó.

A su turno, el Banco Mundial, al señalar que el PIB aumentaría  “sólidamente” este año al 3,5%, sostuvo que “el crecimiento en Colombia se prevé también que siga fortaleciéndose. Las reformas a los impuestos corporativos, junto a la implementación de proyectos de infraestructura vial a gran escala sustentarán una recuperación en el crecimiento de la inversión”.

Baldado de agua fría

El problema es que precisamente cuando el Gobierno estaba sacando pecho por esas noticias positivas y llamando a que se dejara atrás el pesimismo, el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, le echó al escenario un baldado de agua fría.

En una intervención en el congreso de Asobancaria, el principal vocero del Emisor sostuvo que “la economía se estancó, la producción del PIB del trimestre anterior comparado contra el último trimestre creció cero”.

Agregó que “… la cifra de crecimiento del último trimestre de 2,3% fue bastante mala. El Banco de la República esperaba 3,2%, necesario para crecer 3,5% en el año”.

Según Echavarría el DANE debería utilizar el PIB desestacionalizado, que es el utilizan los economistas. “El crecimiento que uno mira como economista es el desestacionalizado, que es 2,3% y no 2,8%”, sostuvo.

Para el gerente del Emisor hay más señales preocupantes como el aumento de las expectativas de inflación, especialmente por el rumbo del dólar y el impacto del salario mínimo, que “… ha subido en los dos últimos años el 6 %, el doble de la meta de inflación. Eso tiene implicaciones…”.

También aseguró que la inversión se había estancado y lo mismo pasó en el campo laboral. “Se estancó parcialmente la creación de empleo en Colombia, en no asalariados y en informal con números negativos. Relacionado con eso, la pobreza en Colombia, la pobreza monetaria, que venía cayendo a buenas tasas desde el 2010, dejó de caer”, agregó. Igualmente hizo referencia a que los precios del servicio de energía y de transporte podrían afectar los bolsillos de la población.

 

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Réplica fuerte

Como era apenas obvio, la réplica gubernamental no se hizo esperar, ya que el gerente del Emisor, literalmente, estaba “aguando la fiesta”.

En el marco de otro congreso sectorial, esta vez de Fedepalma, el propio Duque advirtió que “hay algunas voces escépticas y yo, frente las voces escépticas, siempre obro con prudencia, pero con la contundencia de los hechos”. Pero fue más allá: “no nos podemos dejar arrebatar ni el optimismo ni las ganas de salir adelante que tiene este país” ni que se contamine de la “pequeña política” ni por el “sentimiento ideologizado de apostarle al fracaso de quien fue su adversario. Eso no es la Colombia que nosotros conocemos”.

Según el Jefe de Estado las cifras de crecimiento y de confianza inversionista extranjera en el primer trimestre de este año demuestran que “eso no es estancamiento, eso es que Colombia no para, porque este país lo que tiene son ganas de crecer y ganas de transformarse”.

“Colombia es un país que muestra, todos los días, la resiliencia en su economía. Con 1.5 millones de migrantes en nuestro territorio, el crecimiento del primer trimestre del año 2019 supera el crecimiento del primer trimestre de Perú, de Chile, de México y de Brasil”, precisó.

Carrasquilla tampoco se quedó atrás: “el pesimismo es una característica usual, sobre todo cuando la economía está rebotando. No es sorprendente que los analistas más pesimistas se equivoquen, pero sí me sorprende que lo haga el gerente del Banco Central”.

“Estoy totalmente convencido, junto con el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y diversos analistas que en un escenario absolutamente neutral esta economía va a crecer al 3.6% sin mucho problema", puntualizó.

El Ministro de Hacienda agregó que la polarización que trajo a cuenta el gerente del Emisor no tiene efecto en las decisiones de inversión de los hogares o los empresarios. Incluso no dudó de calificar esa afirmación como “pura paja”, anotando en la junta del Emisor en la que se discutió el tema le pidió a Echavarría evidencia que respaldara la afirmación.

Si bien admitió que el desempeño de la economía a marzo fue inferior al deseado, explicó que “no es inconsistente pensar que este es un problema asociado al trimestre y a un sector específico, que es el de la construcción, pero que estos problemas se van a solucionar a lo largo del año. Estoy totalmente convencido, junto con el Banco Mundial y diversos analistas, que esta economía, en un escenario neutral va a crecer a un ritmo de 3,6% este año”.

Hasta el ministro de Comercio, José Manuel Restrepo, le salió al paso a Echavarría. “Cómo puede haber estancamiento cuando las cifras de consumo están creciendo en datos reales muy por encima del 4% en los últimos meses, no puedo creer en una realidad de estancamiento cuando la industria está creciendo”, afirmó.

Incluso el director del DANE, Juan Daniel Oviedo, en una columna publicada por El Tiempo, respondió a la tesis del gerente del Emisor en torno a cómo calcular el PIB, y explicó por qué cabe hacerlo con datos estacionales y no estacionales.

“En el debate reciente, a toda vista innecesario, se debe reafirmar que en lo relacionado con los números sujetos de controversia; ambos producidos por el Dane, son los usuarios quienes deciden, con base en su criterio técnico, el enfoque más útil para sus análisis. En consecuencia, se trata de reconocer la convivencia estadística de ambos tipos de información y no los falsos dilemas asociados con sus diferencias en magnitud”, indicó.

 

¿Quién tiene la razón?

El debate al respecto entre analistas, exministros y expertos lejos de aclarar el tema, lo complicó aún más. Incluso el exministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverri, no dudó en señalar que, al final, se caía en la vieja premisa de ver el vaso medio lleno o verlo medio vacío.

Pero más allá de ello, el problema de fondo termina siendo las implicaciones de que el Banco de la República y el Gobierno tengan visiones tan contrarias del estado de la economía. Que el primero la vea estancada y el segundo despegando no es un asunto apenas de diferencial semántico o un leve choque de criterios.

Por el contrario, la contradicción envía al país, los gremios, los sectores productivos, los inversionistas nacionales y extranjeros, las firmas calificadoras de riesgo, la banca multilateral, la OCDE y en general a todo el planeta una señal confusa y preocupante.

No hay que olvidar que, precisamente, uno de los mayores avances de la Constitución del 91 fue la de establecer la autonomía del Banco de la República frente a los gobiernos de turno.

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Es más, se recuerda cómo uno de los mayores riesgos que los expertos advertían frente a la preservación de la independencia del Emisor era, precisamente, la reelección presidencial inmediata, ya que por esa vía el mandatario que lograba repetir llegaba un momento dado en que contaba con mayoría de codirectores del Emisor nombrados por él.

¿Se equivocó Echavarría al emitir opiniones tan de fondo sobre la economía local en un foro gremial, en donde era claro que hablaba como gerente del Emisor y vocero principal de este?

¿Debe la Junta del Banco, tras la fuerte controversia surgida esta semana, emitir un pronunciamiento oficial en donde ratifique o corrija lo dicho por el gerente del Emisor? 

¿Qué pasará en la próxima reunión del Banco, a finales de este mes, cuando se vean las caras Echavarría y Carrasquilla? ¿Habrá algún acercamiento entre las partes o con el propio presidente Duque para analizar lo ocurrido y sus graves implicaciones?

¿Se puede dejar en el aire, y solo a nivel de controversia político-económica aislada lo ocurrido esta semana, sabiendo el efecto de incertidumbre que se creó en los mercados, los gremios y las instancias internacionales?

¿Deben limitarse, por ser el Banco un órgano de carácter técnico, los pronunciamientos aleatorios de su gerente y codirectores? ¿Pueden estos altos funcionarios del Emisor tener igual libertad de opinión que un funcionario de corte típicamente político como lo es el Ministro de Hacienda?

¿A qué entidad le corresponde evaluar cuál interpretación sobre el estado de la economía es correcta? ¿No debería la Contraloría o el propio Congreso intervenir en un tema tan delicado que tiene efectos macroeconómicos pero también en el día a día de los colombianos? 

¿Qué dirá la OCDE y la banca multilateral sobre este rifirrafe si una de las exigencias más sabidas a los gobiernos es la máxima claridad en las cifras macro y micro que proporcionan o anuncian públicamente?

¿Tienen razón los analistas que sostienen que el trasfondo de todo este episodio puede ser político, dados los antecedentes partidistas y orillas ideológicas de los principales protagonistas?

Esas y muchas otras preguntas quedan planteadas tras la sorpresiva e inédita polémica de esta semana. Una polémica que, como se dijo, continúa sin que esté claro quién tiene la razón y, sobre todo, cómo se llegó a una instancia tan preocupante en un tema tan crucial para la marcha del país.