SEGÚN EL Índice de Transición Energética 2023, publicado por el Foro Económico Mundial, en dos años Colombia pasó del puesto 29 al 39 en su camino hacia la transformación para adoptar el cambio climático.
En el “Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026”, del actual gobierno, se propone una transición energética con grandes retos. Sin embargo, ahora se plantean interrogantes en diversos sectores sobre la efectividad del enfoque del país en la adopción de fuentes de energía más limpias.
En esta evaluación que mide inversión, innovación e infraestructura, el país obtuvo 60 puntos comparado con los 66 del índice del 2021.
Expertos
De la mano de expertos como el profesor Isaac Dyner, Andrés Aristizábal y Jorge Aurelio Herrera, la Universidad Jorge Tadeo Lozano analizó la actual situación sobre esta transformación y se analizaron diversas perspectivas, su viabilidad, los desafíos y la necesidad de esta transición. Se exploraron sus opiniones para comprender mejor el futuro energético del país.
Colombia, en su búsqueda por convertirse en una potencia mundial, se enfrenta a un desafío crucial: la transición energética.
El Índice de Transición Energética 2023 plantea interrogantes en diversos sectores sobre la efectividad del enfoque del país en la adopción de fuentes de energía más limpias. El presidente Gustavo Petro ha expresado desde su campaña como candidato presidencial, su intención de reducir y eventualmente eliminar la explotación de combustibles fósiles.
Las brechas
Sin embargo, las acciones hasta ahora se centran en la no firma de nuevos contratos de exploración, dejando interrogantes sobre el ritmo y la profundidad de la transición, y reflejando una brecha entre la intención política y la ejecución práctica.
El programa de Gobierno 2022-2026 propone la creación de un fondo para la transición energética, financiado por regalías y la eliminación de beneficios tributarios al sector de hidrocarburos y minería. Además, se planea una reforma al código de minas y un ajuste institucional para alinear la política minero-energética con objetivos ambientales y sociales.
En el ámbito de la movilidad, se proyecta impulsar sistemas públicos con energías limpias y promover alternativas de transporte sostenible. Impulsando la reconversión tecnológica y los sistemas de gestión de la energía en los procesos productivos e industriales y en los medios de transporte, con el fin de sustituir los combustibles de origen fósil. Se propone reemplazar el parque automotor público e incentivar el uso de vehículos eléctricos y las estaciones de recarga.
De allí que, al ser consultados tres expertos profesores de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, explican en qué va el país en este tema y para comprender las complejidades que enfrenta Colombia en su camino a convertirse en una potencia mundial de energía limpia.
Voluntad política
El profesor Isaac Dyner, doctor en Ciencias de la Decisión de la Universidad de Londres (LBS); con estudios de maestría en Estadística e Investigación Operacional y de pregrado en Matemáticas, explica la importancia de la voluntad política y el consenso.
Con base en su experiencia y el resultado de recientes estudios realizados en colaboración con el European Climate Foundation, destaca la necesidad de la voluntad política para lograr la transición hacia un 100% de energías renovables en el sector eléctrico. Hace hincapié en que este cambio no es solo una cuestión ambiental, sino una necesidad para garantizar la sostenibilidad y la seguridad en el suministro de electricidad.
Dyner también resalta la importancia del consenso con las comunidades, subrayando que la transición solo será exitosa si se logra un acuerdo para permitir la construcción de centrales en los territorios y la adopción de generación distribuida, como comunidades energéticas y techos solares.
Obstáculos
Por su parte, Andrés Aristizábal, explica los desafíos sociales y los obstáculos institucionales.
Aristizábal es ingeniero electricista, doctor en física y con un postdoctorado en Distribución eléctrica inteligente de la Universidad Nacional y destaca la importancia de subastas energéticas previas que adjudicaron proyectos significativos de energía eólica y solar. Sin embargo, señala problemas con la aceptación social y obstáculos institucionales que han llevado a la retirada de importantes empresas internacionales.
Gradualidad
Aristizábal enfatiza que la transición debe ser gradual y bien estructurada, reconociendo la falta de celeridad en las entidades gubernamentales para otorgar las licencias necesarias. Su perspectiva sugiere que, aunque la transición es necesaria, se requiere una atención urgente a los problemas sociales y regulatorios para garantizar el éxito a mediano plazo.
Por su lado, Jorge Aurelio Herrera, resalta la necesidad de una Política de Estado y Desarrollo Tecnológico Nacional Herrera es ingeniero electrónico y doctor de la Universidad Autónoma de Barcelona, con más de 15 años de experiencia en investigación y docencia, en temas como la optimización de la extracción de energía de sistemas renovables como los paneles fotovoltaicos y los aerogeneradores o turbinas eólicas.
Tecnologías
Herrera señala la dependencia actual de Colombia de los combustibles fósiles y aboga por una política de estado que establezca bases sólidas para una transición a largo plazo. Indica la falta de capacidades tecnológicas nacionales como un desafío crucial.
El experto insiste en que la industria colombiana debe desarrollar tecnologías propias en lugar de depender de sistemas adquiridos a altos costos de otros países. Su enfoque resalta la importancia de la autonomía tecnológica para garantizar la viabilidad financiera y la eficiencia de las soluciones de energía renovable.
Pero, entonces, qué temas son importantes a la hora de hablar de transición energética:
El papel de la energía hidroeléctrica, entre la solución y el dilema ambiental. El informe indica que la discusión sobre la hidroenergía plantea perspectivas divergentes entre los expertos. Mientras Dyner la ve como un respaldo esencial en momentos de escasez, Aristizábal plantea preocupaciones ambientales, argumentando que solo las hidroeléctricas de menor escala pueden considerarse realmente “limpias”.
Regulaciones
La implementación efectiva de la política energética y una regulación adecuada emergen como elementos esenciales para maximizar el potencial de la hidroenergía y equilibrar la demanda energética en todo momento.
Respecto a los desafíos tecnológicos y culturales en la movilidad sostenible, Herrera destaca la necesidad de políticas que fomenten la adopción de vehículos eléctricos y la creación de infraestructuras de carga. Además, insiste en la importancia de desarrollar tecnología nacional para evitar depender de otros países.
Aristizábal, por otro lado, señala el impacto ambiental de las baterías de litio utilizadas en vehículos eléctricos y aboga por un enfoque integral hacia la movilidad, priorizando el transporte público eficiente. Ambos expertos coinciden en que el cambio hacia vehículos eléctricos no está exento de desafíos, pero reconocen su importancia para reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
La academia
Respecto a la formación y los subsidios como pilares de la transición, los expertos destacaron la necesidad de formar profesionales capacitados en energías renovables. Todos coinciden en la importancia de incentivos y subsidios para fomentar la generación limpia.
Desde la instalación de paneles solares hasta la formación de expertos, el papel del Gobierno es esencial para allanar el camino hacia la sostenibilidad.
A pesar de los desafíos, la transición energética en Colombia se presenta como una necesidad ineludible. La ejecución juiciosa y planificada, la cooperación entre diferentes actores, y la inversión en investigación y tecnología son pilares fundamentales para el éxito de este proyecto.
La voz de la academia, imparcial y basada en evidencia, emerge como un factor crucial en la mediación de las discusiones futuras entre los diversos actores involucrados. Con la voluntad política, el compromiso social y la innovación tecnológica, Colombia podría allanar el camino hacia un futuro más sostenible y convertirse en una potencia mundial.
Diferentes estrategias hacia un objetivo
El mundo tiene un objetivo común de alcanzar emisiones netas cero y, sin embargo, no hay dos países que tengan la misma estrategia de transición energética. A lo largo de la última década, las puntuaciones globales del Índice de Transición Energética del Foro Económico Mundial ‒una referencia del rendimiento del sistema energético de un país y de su preparación para un futuro energético seguro, sostenible, asequible y fiable‒ han mejorado un 10%.
Suecia, Dinamarca y Noruega han ocupado los tres primeros puestos de la clasificación durante este tiempo, beneficiándose de estructuras de sistemas energéticos diversos, marcos reguladores estables, una elevada inversión en investigación y desarrollo, y sistemas de tarificación del carbono que incentivan soluciones más ecológicas.
Pero algunos otros países menos desarrollados han experimentado cambios sísmicos en su puntuación, acelerando hacia un futuro neto cero más rápido que otros.
De los 120 países incluidos en el informe del Foro Económico Mundial Fostering Effective Energy Transition (Fomentando una transición energética eficaz) de 2023, solo India y Singapur avanzan en las tres categorías (equitativa, segura y sostenible), lo que ilustra las dificultades de la transición. El desarrollo ha sido desigual, y países muy por debajo en la clasificación general pueden seguir siendo “líderes” en otros aspectos.