El país aún tiene retos muy grandes para lograr que la inclusión financiera sea una realidad palpable. Según la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), en materia de profundización financiera Colombia ocupa la posición de 23 sobre 26 países-emergentes.
Para que los logros en inclusión financiera realmente se traduzcan al espectro de reducción de pobreza, se necesita, entre otras cosas, ampliar la presencia y el alcance de los servicios-financieros en zonas rurales del país, a través de banca-móvil en asociación con plataformas-Fintech; reducir los costos transaccionales para usuarios del sistema financiero formal en los que el 4x1.000 es un gran obstáculo, así como promover la educación-financiera, especialmente en los segmentos más pobres de la población.
Este centro de estudios indica que el análisis muestra que por lo general, la inclusión financiera se ha focalizado simplemente en el lado del pasivo bancario. Por ejemplo, Banca de Oportunidades reporta que el acceso de la población adulta a “al menos un producto financiero”, se ha venido incrementando del 67% hacia el actual 79% durante el último quinquenio. Sin embargo, ésta es una cifra “facial” y ella se reduce a un 68% al considerar las cuentas realmente activas. En estos temas de profundidad financiera una aceleración marcada puede resultar contraproducente.
De hecho, en Colombia este indicador Cartera Bruta/PIB casi que se duplicó en la última década, pasando del 24% al actual 48% del PIB. Actualmente existe a un deterioro en la cartera, alcanzando niveles de morosidad del 9%, similar a los de 2008-2009.
El grado de apalancamiento es particularmente preocupante en el caso de los hogares de clase media-alta, pues la relación Crédito consumo más Crédito hipotecario frente Ingreso Disponible representa un 40%, superando el valor de 33% de la pre-crisis hipotecaria del UPAC en 1997.
Pymes
En cambio, en acceso al crédito empresarial le fue mejor a Colombia con trece sobre 26 por cuenta de los avances normativos en la Ley de Garantías Mobiliarias y por la favorabilidad hacia las Pymes, con once sobre 26.
Sin embargo, al cotejar este último resultado con la Gran Encuesta Pyme (GEP) de ANIF, se encuentra que dichas Pymes tan solo participan en un 50% en el mercado crediticio, lo cual puede explicarse porque ellas dicen “no necesitarlo” en las fases de buen desempeño, prefiriendo re-invertir sus utilidades.
Otro elemento sorpresivo del reporte del Foro Económico Mundial tuvo que ver con mejoras en el acceso al mercado de capitales en el puesto diecinueve sobre 26 frente al bancario tradicional que está en el 24 entre 26.
Allí se tuvieron lecturas relativamente favorables en “emisión de acciones”, a pesar de que pocas se han realizado durante los últimos dos años y, por el contrario, se han venido presentando deslistamientos.
La metodología para analizar esa profundización-financiera tiene la novedad de focalizarse en la población de bajos ingresos. Por ejemplo, el acceso al lado pasivo-bancario en esta población fue solo del 23%, lo que ubica al país en el lugar 25. Lo que muestra que el valor en estratos bajos es significativamente inferior al referente del 76% usado por la Banca de Oportunidades. Esta población de estrato bajo parece hacer uso más intensivo de algunos productos financieros, lo cual le dio mejor puntaje a Colombia.
Otros elementos financieros por los cuales Colombia salió mal evaluada, tuvieron que ver con los costos de acceso, donde pesó el antitécnico impuesto del 4x1 y la falta de equidad de género, donde los micro-créditos dirigidos a mujeres no tienen buen registro frente a otros países como el caso de Bolivia.