En la peor crisis económica del país por culpa de la pandemia, el comportamiento de la inflación de Colombia, si sigue disminuyendo en los próximos tres meses, será el más bajo de la historia.
En efecto, el costo de vida ya registra cuatro meses consecutivos del Índice de Precios al Consumidor negativo. Solo en agosto la cifra fue de -0,01%, con un acumulado entre enero y agosto de 1,17% y un registro anual de 1,88%. Solo en 2013, el país tuvo una inflación de 1,94%.
Precisamente este nivel de inflación fue el que hizo que el Banco de la República bajará la tasa de intervención a 1,75%, la más baja desde que en el país se analiza la política monetaria.
De acuerdo con los analistas del Banco Itaú, “esperábamos una pausa basada en el hecho de que la tasa de política del 2,0% ya era baja y varios miembros de la junta se mostraron preocupados por una eventual salida de capital desencadenada por una mayor flexibilización de la política monetaria. Creemos que la inflación de agosto que sorprendió al mercado a la baja y los indicadores de actividad de julio, que reflejan una recuperación más lenta, probablemente inclinaron el directorio hacia otro recorte”.
El espacio
Precisamente por ese nivel bajo en la inflación, el gerente general del Emisor, Juan José Echavarría, señaló el limitado espacio para una mayor flexibilización en las tasas de interés. Sostiene que “en general, no podemos descartar más recortes en el futuro si la recuperación de la actividad decepciona y las expectativas de inflación retroceden. Sin embargo, dada la preocupación por la fuga de capitales en medio de tasas de interés reales negativas, nuestro escenario base es la estabilidad”.
Para el mercado, esa relación entre inflación y las tasas de interés tiene un mal recuerdo y fue cuando miles de ciudadanos decidieron endeudarse mediante la compra de vivienda a crédito, aprovechando el surgimiento de la Unidad de Poder Adquisitivo Constante (Upac).
La Upac hacía que los créditos hipotecarios para compra de vivienda y las cuentas de ahorro ajustaran su valor en función del índice de inflación. Así, las variaciones en los precios afectaban en menor medida a los ciudadanos y se garantizaba que por cada peso, se mantuviera la capacidad de compra.
Todo esto fue posible porque la UPAC crecía en función del IPC (Índice de Precios al Consumidor), pero dejó de funcionar tras la reforma de 1994, cuando la UPAC comenzó a depender de la tasa de Depósito a Término Fijo (DTF), que dependía del comportamiento del sistema financiero.
A mediados de los 90 esta tasa alcanzó valores exorbitantes afectando gravemente a aquellas personas que dependían del sistema bancario y de su estabilidad. Fue así como la cura fue peor que la enfermedad y la inflación dejó de ser la principal preocupación.
La debacle
Como consecuencia de este cambio, muchas personas no pudieron pagar sus créditos, comprar una casa o mantener su nivel de vida. Algunas cedieron al banco sus propiedades y el sector de la construcción se vio enormemente afectado.
Por otra parte, la inflación es un indicador que le permite a un país determinar y conocer el estado de los precios y servicios que componen la canasta familiar, determinando así el costo de vida de los ciudadanos.
De acuerdo al Banco de la República, la inflación se mide con el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Según esta entidad, el IPC mide la evolución del costo promedio de una canasta de bienes y servicios representativa del consumo final de los hogares.
Cabe resaltar que la inflación, como cualquier otro indicador, se mide con variaciones porcentuales en períodos de tiempo tales como: mensual, año corrido y anual. Aunque también se pueden hacer comparaciones trimestrales o semestrales.
De otra parte, la tasa de intervención de política monetaria es la tasa de interés mínima que el Banco de la República cobra a las entidades financieras por los préstamos que les hace mediante las operaciones de mercado abierto (OMA) que se otorgan en las subastas de expansión monetaria a un día. Esta tasa es el principal mecanismo de intervención de política monetaria usado por el Banco de la República para afectar la cantidad de dinero que circula en la economía.
Ahora bien, para que la economía sea sostenible y equilibrada es importante que el nivel de inflación se mueva dentro del rango meta que previamente ha establecido el Banco Central, pues esta es la entidad encargada de mantener el nivel del IPC dentro del rango (que en el caso de Colombia está entre 2% y 4%).
La relación
Si la inflación llega a estar por debajo o por encima de este rango, la Junta Directiva del Banco de la República tomará la decisión de tocar o no las tasas de interés, ya que son estas las que pueden frenarla o impulsarla. Es decir, que cuando el Banco de la República baja las tasas de interés, está aumentando los estímulos monetarios, o sea que al estar más bajos los intereses los ciudadanos pueden consumir más.
Pero, por el contrario, si la Junta del Banco decide subir las tasas de interés, estaría reduciendo los estímulos monetarios, es decir que al estar más costosos los intereses es más difícil acceder a deudas y el consumo puede disminuir.
Así pues, la relación entre las tasas de interés y el nivel de inflación es inversamente proporcional.
Sin embargo, ahora se está presentando una constante que la economía no preveía, y es que tanto la inflación como las tasas de interés están a la baja con un agravante: que los colombianos en su gran mayoría no han podido aprovechar y demandar bienes debido precisamente al impacto de la pandemia.
Mientras las empresas no tienen liquidez para operar plenamente, las familias y los hogares tienen pocos ahorros porque muchos se han quedado sin empleo y los pocos que aún cuenta con algo de dinero ahorrado, prefieren esperan en medio de la incertidumbre para ver qué pasa con la pandemia del coronavirus.
Esta paradoja jamás la había vivido el país.
En el mercado está el menor costo de vida de este siglo, con el costo del dinero más bajo, pero son pocos los que están aprovechando esas oportunidades prácticamente de ganga.
En el mercado está el menor costo de vida de este siglo, con el costo del dinero más bajo, pero son pocos los que están aprovechando esas oportunidades prácticamente de ganga.
De allí la preocupación de los economistas y del Gobierno. Mientras siempre se discuten las alternativas para elevar la demanda con bajos intereses, ahora la pesadilla puede ser el impacto de la deflación.
Este fenómeno con inflaciones negativas en los últimos meses, es positiva mientras reaccionan los mercados por que bajan muchos servicios que están atados al IPC, pero es altamente peligrosa cuando la demanda se desploma. Es por ello que el Gobierno debe tener un guante de seda para poder manejar esta situación.
En mínimos
De acuerdo con el Banco de la República, el efecto de las bajas tasas de interés se ve en mayores reducciones en tasas interbancarias, CDT y créditos comerciales. Mientras que las menores reducciones se han visto en tasas de interés de consumo; y las hipotecarias se mantienen estables.
“Este comportamiento de las tasas de interés se ha dado en un contexto en que la cartera ha continuado desacelerándose, en particular para crédito de consumo”, complementó la Junta.
“Este comportamiento de las tasas de interés se ha dado en un contexto en que la cartera ha continuado desacelerándose, en particular para crédito de consumo”, complementó la Junta.
Juan José Echavarría, gerente del Emisor aseguró que para el caso de Colombia el espacio para bajar tasas se está limitando.
“Las cifras más recientes de crecimiento de los principales socios comerciales confirman una contracción sin precedentes de la demanda externa. Estas perspectivas, aunadas a las tensiones comerciales entre los Estados Unidos y China en un contexto de muy bajas presiones inflacionarias, ha determinado que los principales bancos centrales continúen con una política monetaria ampliamente expansiva”.