La brecha urbano-rural en cuanto a la tenencia de productos financieros sigue siendo muy marcada en el país, según indicó ANIF en su más reciente informe. En términos de las mipyme, la organización observó que los empresarios siguen acudiendo al mercado informal para acceder a créditos, esto, pese a que tengan intereses más altos que el sistema financiero formal.
Con relación a lo anterior y, de acuerdo al Global Financial Inclusion Index de 2023, Colombia se ubica en las últimas posiciones de la lista. A pesar que desde 2006, el Gobierno nacional emprendió una estrategia de la mano de la Banca de las Oportunidades, el cual ha permitido la ejecución de iniciativas de inclusión financiera, como la ampliación de la cobertura regional y la creación de productos de ahorro simplificados con menores costos y requisitos de acceso, estas no parecen ser suficientes, ya que, las diferencias marcadas entre los agentes han persistido a pesar del esfuerzo de los gobiernos por minimizarlas.
Al comparar a Colombia con los países de la OCDE, el reporte de la Global Financial Inclusion Index de 2023 reveló que el país se encuentra en la posición 39 de los 42 países que la componen. Adicionalmente, indicó que, apenas el 62,3% de la población se siente incluida en sistema financiero, comparado con el 92,6% de los chinos, o sin ir tan lejos, con el 81,6% de los brasileños.
Por otro lado, el Reporte Especial de Inclusión Financiera del Banco de la República y la Banca de las Oportunidades (2023), en promedio para el 2022, el 92,3% de los adultos tenían algún producto financiero. Los productos de depósito, como lo son las cuentas de ahorros y los depósitos de bajo monto, eran los más utilizados (91,3%), en comparación con los productos de crédito (36,2%), como las tarjetas de crédito y los microcréditos. Al analizar por área geográfica, se observa que las urbes tienen una absorción al sistema de 30pp por encima de las zonas rurales.
En términos empresariales, con información de la Encuesta Mipyme ANIF (EMP) 2021-2, se observó que los negocios deben acudir a otras fuentes de financiación, dado que el crédito solicitado en el sistema financiero no tuvo respuesta positiva. Si bien los resultados varían entre los tamaños de las empresas y sectores, la mayoría de los solicitantes no tuvieron acceso a un crédito, o dispusieron de los recursos propios. Adicionalmente, para suplir las barreras actuales, los empresarios acuden al mercado informal -préstamos con familiares, fiadores de barrio y ‘gota a gota’, entre otros prestamistas que, a la larga, cobran mayores intereses que el sistema financiero formal.
Brecha por género
Ahora bien, bajo una perspectiva de género, las brechas son evidentes. Lo anterior, dado que, si bien las mujeres cuentan con mejor puntaje crediticio frente a los hombres y menores tasas de morosidad, tienen un monto de aprobación menor y mayores tasas de interés. De esta forma, las mujeres resultan con menor acceso a productos financieros, tanto por las barreras del sistema, como por la autoexclusión, ya que en muchos casos ellas mismas no se consideran aptas para acceder a estos.
Así mismo, los datos de la EMP sugieren que, aunque no hay diferencias en el porcentaje de uso de las cuentas de ahorros, las mujeres utilizan más efectivo que los hombres, mientras que los hombres tienen mayor preferencia por las cuentas corrientes.
Varios estudios respaldan la importancia de reducir las brechas de género en el acceso a productos financieros para combatir la pobreza, mejorar el bienestar social y fortalecer el crecimiento económico de los países, en línea con los ODS. Por esta razón, es fundamental abordar las barreras y prejuicios existentes, integrando la inclusión financiera como un pilar transversal en la economía para asegurar un acceso equitativo de la población al sistema financiero formal.