Crecen riesgos de racionamiento eléctrico ante debilidad de La Niña | El Nuevo Siglo
La demanda de energía ha aumentado en el país, pero no así la oferta. /ArchivoENS
Domingo, 3 de Noviembre de 2024
Redacción Economía

Cuando el sector energético del país y el gobierno esperaban que, con la presencia del fenómeno de La Niña, iban a desaparecer los riesgos de un desabastecimiento de electricidad, por el contrario, la debilidad del fenómeno, ha aumentado los riesgos de un racionamiento ante la poca recuperación de los embalses.

En efecto, una investigación del Bancolombia, indica que ahora existe solo una probabilidad del 60% de la presencia de La Niña en este trimestre que ha sido débil y se extenderá hasta febrero de 2025.

Consideran los expertos que no se debe descartar la materialización del escenario de estrés, más aún, teniendo en cuenta unos niveles de reservas hídricas históricamente bajos.

El 30 de octubre, las reservas se ubicaron en mínimos históricos de los últimos 20 años (55,29%), muy por debajo del promedio habitual de octubre 2013-2023 del 72,9%. Desde abril de 2023, con excepción a junio de 2024, el caudal mensual no ha superado el promedio histórico y esto se suma que aún no se ha sentido el efecto de La Niña, pues el caudal de octubre fue el 61,7% del promedio histórico.

Embalses

Ante esta situación, los investigadores sostienen que “hay un riesgo de racionamiento en el primer trimestre de 2025 si no se recuperan los embalses en los próximos meses, dado que diciembre es el comienzo del verano el cual se extiende hasta marzo-abril”.

En Colombia, el mercado eléctrico se divide en el mercado regulado, que atiende a usuarios residenciales y pequeños comercios con tarifas reguladas por el Gobierno, y el no regulado, donde grandes consumidores, como industrias, negocian directamente los precios de la energía con los proveedores. El mercado regulado ofrece precios más estables, mientras que el no regulado es más flexible y competitivo, permitiendo a las grandes empresas optimizar sus costos según la oferta y demanda del mercado.

La potencia máxima horaria es el valor más alto de demanda eléctrica registrado en una hora específica de un día. Este indicador es crucial para garantizar que el sistema eléctrico tenga suficiente capacidad de generación, transmisión y distribución para cubrir los momentos de mayor consumo sin fallos. Además, ayuda en la planificación operativa y puede influir en los costos energéticos, ya que los picos de demanda suelen requerir el uso de tecnologías más costosas. En Colombia, la demanda máxima es a las 7 de la noche (4,7% de la demanda total diaria entre enero y septiembre 2024).

Hora pico

Desde 2000 hasta 2024 (enero-septiembre), la demanda de energía ha crecido de manera compuesta anual en un 2,89% mientras que la capacidad efectiva neta (CEN) de generación creció 2,12%. Lo anterior, sumado a una alta concentración en capacidad de generación hidroeléctrica, en medio de un contexto de cambio climático que presenta temperaturas cada vez más extremas, son los principales elementos que han aumentado el riesgo de desabastecimiento de energía.

Incrementar la capacidad de generación y transmisión eléctrica es esencial para satisfacer la creciente demanda energética, especialmente para la hora pico (7 de la noche). Para asegurar un suministro estable y diversificar la matriz energética es clave la expansión de fuentes renovables que pueden atender la hora pico, como las eólicas; en el caso de las solares se requieren baterías de almacenamiento. Adicionalmente, vale la pena resaltar el papel de las térmicas que seguirán siendo importantes para dar confiablidad al sistema, pues las fuentes renovables presentan mayor variabilidad.

Consideran los expertos que, además, la correlación de la demanda de energía del Sistema Interconectado Nacional (SIN) y del PIB. A medida que el PIB de un país aumenta, la demanda energética también tiende a crecer, reflejando una mayor actividad industrial, comercial y de los hogares. Además, la mejora en la eficiencia energética permite a las economías producir más con menos energía, lo que es clave para un desarrollo sostenible. Esta relación es crucial para la planificación de infraestructura energética y la formulación de políticas públicas, situación que es actualmente deficiente en el país.