El equipo técnico del Banco de la República espera un déficit en cuenta corriente del 3,2% del PIB en 2018 y 2019. Según el antecedente, a medida que la actividad económica se acelere, las importaciones y los ingresos contribuirían a un mayor déficit en cuenta corriente (3,1% del PIB anteriormente). Sin embargo, mejores términos de intercambio contendrían la ampliación del déficit.
Y en efecto, las minutas de julio del emisor, muestran que la incertidumbre sobre el escenario internacional y una perspectiva alcista en el crecimiento justificaron la decisión de mantener las tasas estables en 4,25%. Los banqueros centrales prevén un mayor crecimiento este año por encima del pronóstico oficial del 2,7% del Banco de la República.
La Junta destacó que los precios persistentemente más altos de los productos básicos, las condiciones financieras externas y la demanda de los socios comerciales (revisada ligeramente a la baja hasta el 2,4%) respaldan una recuperación de la actividad. Por su parte, a nivel doméstico, señalaron que una política monetaria más flexible, un proceso de desinflación y un mercado laboral estable reforzarían la convergencia al crecimiento potencial.
Los riesgos
Sin embargo analistas privados señalaron que el riesgo que persiste en este frente es el que genera el entorno externo, en el que el nivel de incertidumbre es elevado. Hasta ahora Colombia no se ha visto impactada negativamente, pero es fundamental continuar monitoreando las condiciones externas y los efectos internos de posibles choques. Los miembros de la Junta percibieron que el desempeño de la actividad económica para lo que resta del año será mejor que el proyectado por el equipo técnico y concuerdan con que los indicadores van corroborando esta hipótesis. En general hubo acuerdo en que se observan síntomas claros de recuperación de la actividad económica, si bien persiste una brecha negativa del producto, la cual se incrementa entre 2017 y 2018 según la proyección del equipo técnico.
Aunque la percepción del riesgo de las economías emergentes ha aumentado, esto aún no ha comprometido los flujos de capital hacia la mayoría de estas economías. d. En este informe se revisó al alza el déficit de la cuenta corriente desde 3,1% a 3,2% del PIB en 2018. Este pronóstico tiene implícito una mejor dinámica de las exportaciones de bienes y el buen comportamiento de las transferencias corrientes.
Efectos
Se espera que las condiciones de financiamiento internacional, los precios de los bienes básicos (commodities) y la demanda de socios comerciales sean favorables para la expansión del PIB de Colombia en 2018. Adicionalmente, factores internos como el descenso de la inflación, una tasa de interés expansiva y un mercado laboral sin muchas variaciones permitirían reforzar el proceso de convergencia hacia el crecimiento potencial. No obstante, existen riesgos que pueden afectar la dinámica del PIB tales como la ejecución de la inversión de obras civiles, el precio del petróleo y el comportamiento del sector de edificaciones.
De acuerdo con un análisis del Bancolombia, “de acuerdo con nuestras estimaciones, este período de brecha negativa o de déficit fiscal tendrá una duración de cinco años, justo por encima de su promedio histórico. De hecho, calculamos que ya para 2021 la brecha de producto llegará a terreno neutral. Si así fuera, las autoridades no tendrían sustento para aplazar el ajuste fiscal más allá de este punto”.
Asimismo señalaron que “si en efecto se materializa la recuperación económica que prevemos, el gobierno podría entonces enfrentarse a un escenario en el que rápidamente desaparecería el margen de déficit cíclico. Lo que vendría a continuación sería la necesidad de apurar el ajuste faltante. Como resultado, terminaríamos en una situación irónica: el repunte de la economía traería como efecto colateral una mayor austeridad fiscal”.
Sostienen los expertos que “otro escenario posible y también retador es que de aquí a 2025 ocurrieran nuevos choques que afecten el desempeño de la economía, y que justifiquen un mayor déficit cíclico. Así, se deterioraría de nuevo el balance y se aumentaría el saldo de la deuda del Gobierno nacional, y a pesar de ello se seguiría cumpliendo con la regla fiscal. En tales circunstancias, la confianza de inversionistas en el manejo de las finanzas públicas terminaría lesionada”.
Aseguran que “todo esto deja una lección importante. No obstante que la regla fiscal ha sido una herramienta invaluable para fortalecer la política fiscal, varios de sus elementos ameritan una revisión. El manejo del ciclo económico debería estar en el tope de dicha lista. Las metas de déficit deberían depender menos de variables que, como la brecha de producto, no tienen una medición exacta ni única”.