La visita de Janet Yellen inició el jueves pasado en Cantón, en el sur de China, un viaje que tuvo como eje central el "exceso de capacidad" de producción del gigante asiático.
El tema fue tratado por Yellen y el vice primer ministro He Lifeng, encargado del Partido Comunista Chino (PCC) para las cuestiones económicas, así como también, por la funcionaria y el primer ministro chino, Li Qiang, ambos se mostraron dispuestos a reforzar el diálogo, pese a los diferendos que oponen a ambas potencias mundiales.
Citando el ejemplo del acero chino cuya llegada a los mercados hace más de diez años, que "diezmó industrias de todo el mundo y de Estados Unidos", Yellen declaró ante la prensa: "le dije claramente al presidente Biden que no aceptaré de nuevo esta realidad. Sé que nuestros socios y aliados comparten estas serias preocupaciones, tanto las economías desarrolladas como en desarrollo".
Por otro lado, la funcionaria también se mostró preocupada por los "desequilibrios" de la economía china, sobre todo por el bajo consumo de los hogares y el exceso de inversiones, "agravado por el apoyo a gran escala del gobierno a determinados sectores industriales".
Ambos países aceptaron continuar conversando sobre el exceso de la capacidad de producción, pero según la agencia de noticias Xinhua, Li Qiang le dijo a Yellen que Washington debía abordar el tema de la capacidad de producción "objetivamente" y "pensando en el mercado".
Yellen también refirió unas "conversaciones difíciles sobre seguridad nacional", en las que advirtió a los responsables chinos de las consecuencias de apoyar militarmente a Rusia y de un eventual recurso a medidas económicas para salvaguardar la seguridad nacional.
Con todo, afirmó que Washington no tomará medidas económicas "sorpresa" en esa materia.
"Si bien Estados Unidos debe evaluar continuamente sus medidas de seguridad nacional, habida cuenta de la rapidez de los desarrollos tecnológicos, nos comprometemos a no tomar medidas sorpresa", declaró la secretaria estadounidense.