LA CRISIS climática, la contaminación ambiental y la pérdida de biodiversidad son desafíos cruciales del siglo XXI en términos de sostenibilidad, que pueden agravarse con la llegada del fenómeno climático de La Niña.
Además, las consecuencias para el aparato productivo y sobre todo para las industrias esenciales como la de alimentos, es esencial que, para hacerle frente, es necesario implementar estrategias efectivas a corto y mediano plazo en todas las industrias.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) anunció oficialmente que el comportamiento climático actual está en una transición hacia el Fenómeno de La Niña.
De acuerdo con la entidad y su último informe de predicción climática a corto, mediano y largo plazo en Colombia, existe una probabilidad del 69% de que esta situación climática se evidencie inicialmente este mes y se proyecte durante todo el segundo semestre del año.
Implicaciones
La Niña es un fenómeno climático natural que ocurre en el Océano Pacífico, con implicaciones locales y globales para la salud y la seguridad de las personas, la propiedad, la infraestructura, así como a la producción agrícola y la prestación de los servicios públicos, y la gestión de la cadena de suministro. Este fenómeno se manifiesta con distintivos patrones en Colombia, entre los que se destacan una mayor nubosidad y lluvias intensas, especialmente en las regiones Andina y Caribe.
Durante el segundo semestre del año, se anticipan precipitaciones intensas que podrían resultar en inundaciones, crecientes súbitas y deslizamientos de tierra. Este fenómeno climático amplía la posibilidad de riesgos, los cuales deben ser abordados con atención por parte de gerentes de riesgos, profesionales de seguros y líderes empresariales, quienes deben comprender en detalle estos complejos patrones para tomar decisiones estratégicas efectivas.
Rodrigo Suárez Castaño, líder de Sostenibilidad para Latinoamérica y el Caribe de Marsh McLennan, sostiene que “la crisis climática, la contaminación ambiental y la pérdida de biodiversidad, son algunos de los principales retos del Siglo XXI en materia de sostenibilidad. Son elementos que podrían generar daños en la infraestructura, reducir la productividad laboral, el capital humano y ocasionar pérdidas en la agricultura. Además, la deforestación y la incapacidad para regenerar la biodiversidad minimizan la disponibilidad de recursos naturales esenciales. Afrontar esta crisis requiere estrategias para afrontarlas en el mediano y corto plazo”.
Señala, asimismo que “al interior de nuestra organización, entendemos la importancia de la gestión de riesgos y trabajamos en soluciones que adaptadas a cada industria que hemos evidenciado con resultados, como asesoría en la evaluación de vulnerabilidades, el desarrollo de planes de respuesta ante desastres, la construcción de resiliencia en la cadena de suministro y la inversión en infraestructura resistente al clima. También fomentamos la comunicación y colaboración con agencias gubernamentales y comunidades locales para garantizar que las organizaciones estén preparadas para enfrentar los retos climáticos y prosperar a largo plazo”.
Impactos locales
Según el último informe global de riesgos 2024 de la consultora Marsh, conocido por EL NUEVO SIGLO, los desastres naturales y la intensificación del clima (intensidad y frecuencia) representan una amenaza significativa para el bienestar de las organizaciones, los empleados y sus familias y la comunidad en general. De acuerdo con la investigación, las compañías deben estar preparadas para prevenir y actuar ante emergencias, estableciendo planes de contingencia para situaciones de desastre natural.
Los riesgos del cambio y la variabilidad climática tienen un alcance amplio y afectan a todos los sectores de la economía. Los riesgos físicos por eventos extremos como sequías prolongadas, inundaciones y deslizamientos de tierra, son algunos de los principales aspectos sobre los que es necesario tomar acción y en los cuales Colombia es particularmente vulnerable. Además, la mirada de largo plazo en relación con las amenazas del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, también pueden generar impactos críticos y la necesidad de volverse más resiliente y menos vulnerable.
Uno de los sectores que históricamente ha sido más afectado es la industria agropecuaria. Según datos recientes del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en su último informe sobre las repercusiones del evento climático, se destaca que, con el fenómeno de El Niño, el sector piscícola y acuícola ha sido gravemente afectado, registrando pérdidas significativas de 4,8 millones de ejemplares.
Este impacto se refleja también en otros sectores importantes como el avícola, con 182,685 aves afectadas. Así mismo, la Federación Nacional de Cafeteros (2022) indica que el fenómeno de La Niña puede generar pérdidas de hasta el 10% en la producción de café, especialmente en zonas cafeteras de altura.
Otro de los sectores que se vería significativamente impactado por esta situación climática es el ganadero. De acuerdo con Fedegán, puede provocar inundaciones en cerca del 20% de los pastizales, afectando la alimentación del ganado y generando pérdidas económicas significativas.
¿Cómo prevenir?
De acuerdo con el reporte de la consultora Marsh, La Niña puede tener consecuencias de gran alcance para varios sectores, incluyendo agricultura, energía, turismo, salud y transporte. Las operaciones agrícolas pueden necesitar ajustar sus prácticas para los cambios en los patrones de precipitación. Los sectores de energía y transporte pueden enfrentar desafíos relacionados con la disponibilidad y manejo del agua y la resiliencia de la infraestructura.
Monitorear de cerca y mantenerse informado sobre los pronósticos de La Niña, las condiciones en evolución y los eventos, es crucial para la gestión de riesgos y la preparación para desastres.
Al comprender las causas, los efectos del clima y los riesgos asociados, las organizaciones pueden mitigar y manejar mejor los impactos del fenómeno de La Niña. La gestión proactiva de riesgos, la preparación para desastres y la planificación de la resiliencia son esenciales para enfrentar los desafíos planteados por este complejo fenómeno climático. Manténgase informado, monitoree las condiciones de La Niña y tome acciones preventivas y decisivas para proteger su organización, y garantizar su sostenibilidad y resiliencia a largo plazo.
Las acciones para mitigar riesgos
Las organizaciones y los profesionales de riesgos deben considerar las siguientes acciones de mitigación de riesgos:
- Evaluaciones de Riesgos: realizar evaluaciones exhaustivas para identificar vulnerabilidades en sus operaciones y comprender los impactos, incluyendo posibles daños físicos o pérdidas financieras.
- Resiliencia de la Cadena de Suministro: construir la resiliencia estableciendo relaciones con múltiples proveedores, obteniendo suministros de diferentes regiones o manteniendo un inventario adecuado.
- Planes de Respuesta y Continuidad del Negocio: desarrollar planes sólidos de respuesta ante desastres y continuidad del negocio antes y después del evento.
- Comunicación y Colaboración: mejorar la comunicación y colaboración con las partes interesadas clave, incluyendo agencias gubernamentales y comunidades locales.
- Inversión en Infraestructura: invertir en infraestructura y tecnologías resistentes al clima; incluidas las soluciones basadas en la naturaleza.
- Investigación y Ciencia del Clima: mantenerse informado sobre las últimas investigaciones y avances en la ciencia del clima y adaptar las estrategias en consecuencia.
- Evaluación de Programas de Seguros: evaluar y someter a pruebas de estrés los programas de seguros y los procesos de reclamaciones para que sean lo más receptivos posible en caso de que ocurra lo peor. Explorar soluciones paramétricas innovadoras para llenar posibles vacíos en los programas de cobertura y estrategias de recuperación.
El país no está listo
Las precipitaciones de La Niña, en cambio, son más imprevisibles. No tienen ciclos exactos y responden a la probabilística, lo cual hace que acontezcan en algunos años y en otros no. En el caso de 2024, el IDEAM pronostica que hay alrededor de 69% de posibilidades de que el fenómeno se manifieste entre julio y septiembre. Los estudios indican que se da cuando transcurren cinco meses consecutivos en los que la temperatura de las aguas superficiales del océano Pacífico ecuatorial están 0,5 grados Celsius por debajo del promedio. Puede que ocurra, como puede que no.
El director de la Unidad de Prevención y Riesgos, Carlos Carrillo, ha reconocido que el país no está listo para enfrentar el impacto de La Niña, que hacia finales de año coincidiría con la segunda temporada de lluvias. “Es una realidad, hace parte de las consecuencias de no haber afrontado las preparaciones con la debida profundidad y rigor”, dijo en declaraciones a medios.