El nacimiento de la llamada Generación Beta, cuyos primeros miembros llegarán a partir de 2025, abre un nuevo capítulo en la historia del consumo y la tecnología. En un mundo donde la inteligencia artificial alcanza su adopción más estable y las experiencias digitales se confunden con la realidad, las generaciones anteriores, particularmente los millennials y la generación X, se verán obligadas a adaptar sus hábitos para convivir con esta cohorte inmersa en un entorno hiperconectado, consciente de la sostenibilidad y deseosa de autenticidad.
De acuerdo con Luis Carlos Chacón, estratega en innovación empresarial. “Este contraste se notará en campos como la educación, donde los padres explorarán programas de aprendizaje asistido por IA para sus hijos, y en áreas de consumo en las que la transparencia y la verificación de la información se volverán obligatorias ante el riesgo de fraudes cada vez más sofisticados”.
Por otra parte, el contexto político genera un clima de incertidumbre y saturación emocional que impulsa a los consumidores a buscar productos y marcas que transmitan seguridad y confort. La nostalgia opera como un ancla emocional, pues apelar al pasado o a las tradiciones brinda una sensación de estabilidad en medio de la turbulencia política. De este modo, las propuestas que evoquen recuerdos positivos adquirirán mayor atractivo, ofreciendo una suerte de refugio ante la complejidad sociopolítica.
La presencia de la IA en la vida diaria, proyectada para madurar de forma global hacia 2025 (Gartner), impactará en la manera en que se compran productos, se accede a servicios e incluso se comparte la vida familiar. Mientras los más jóvenes demandarán soluciones casi instantáneas y experiencias de realidad sintética con alto grado de personalización, los millennials y la generación X buscarán un equilibrio.