LAS TENSIONES comerciales entre Estados Unidos y sus socios y un posible repliegue de China hacen temer una desaceleración de la economía mundial, que podría encontrarse incluso en un momento de transición.
Las advertencias se multiplicaron en los últimos días: “La prioridad absoluta es resolver las tensiones comerciales y al mismo tiempo acelerar la modernización del sistema comercial internacional”, afirmó Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI).
De su lado, el Banco Mundial recortó sus estimaciones de crecimiento anual a 2,6% para este año, en lugar del 2,9% que esperaba antes. Lo mismo han hecho otras instituciones internacionales, como la OCDE, y numerosos economistas.
Las incertidumbres están ligadas a las amenazas del presidente estadounidense Donald Trump, que planea subir los aranceles de la totalidad de las importaciones chinas así como castigar aquellas procedentes de socios comerciales como México, e incluso la UE, ya que la idea de aranceles a los automóviles europeos no ha sido descartada.
“Temo que estamos en tiempos bastante tormentosos para la economía mundial”, explicó Brian Coulton, jefe economista de la agencia de calificación Fitch.
A su entender, si se aplicasen los nuevos aranceles a las importaciones chinas y mexicanas, la situación “empezaría a convertirse en un choque material, incluyendo a Estados Unidos”, agregó.
Es cierto que el FMI aumentó esta semana sus estimaciones de crecimiento para la primera economía mundial, pero las cifras del empleo publicadas ayer en Estados Unidos no han sido lo buenas que se esperaba.
Frente a negociaciones sino-estadounidense que parecen bloqueadas, las incertidumbres se agravan. “Los márgenes de maniobra de las autoridades son más limitados”, advirtió Anton Brender, jefe economista del administrador activos europeos, Candriam.
Periodo de espera
Este cóctel ha frenado el comercio mundial, hundido además por la desaceleración de la economía china y de la zona euro. “No hay rebote del comercio internacional, con la excepción de casos particulares como Vietnam, y no vemos rebote del crecimiento mundial en el segundo semestre”, estimó Christopher Dembik de Saxo Banque.
Para Xavier Ragot, presidente de la Observatorio francés de Coyuntura Económica (OFCE), la economía mundial se encuentra en una “situación de espera”. “No sabemos si nos encontramos en una fase de coyuntura habitual o si se trata de una transición hacia un nuevo equilibrio”, afirmó.
Esta transición está simbolizada por China, cuyo crecimiento se desacelera e importa cada vez menos materias primas.
“Los chinos han logrado poco a poco sustituir la demanda externa con demanda interna. Se ve en su cuenta corriente. Logran hacer consumir a la clase media”, según Dembik.
Para el economista, la guerra comercial con los estadounidenses tiene mucho que ver con este cambio de tendencia: “Incita más a los chinos a producir y consumir local. Los incita a favorecer a las empresas nacionales”.
Una tendencia observada también por Coulton: “Las autoridades chinas están actualmente en una tendencia que intenta desalentar el consumo de bienes y servicios estadounidenses”.
Esta evolución del consumo chino concierne no solo a Estados Unidos, sino también a los países exportadores de materias primas que se habían beneficiado estos últimos años con la fuerte demanda del gigante asiático y cuyas exportaciones podrían bajar si ninguna otra nación toma la posta.
Las naciones emergentes tienen una ventaja en el contexto mundial actual: un alza de la tasa de interés estadounidense, que habría complicado su financiamiento en los mercados internacionales, parece descartada.
A pesar de que la guerra comercial sea negativa para los países emergentes, que tienen todo para perder en un conflicto entre Estados Unidos y China, “los vientos le son más bien favorables en lo que concierne las condiciones de crédito”, concluyó el jefe economista de Fitch.