Incierto panorama del dólar este año | El Nuevo Siglo
Xinhua
Lunes, 7 de Enero de 2019
Redacción Economía
Los analistas estiman que la tasa de cambio fluctuará entre $2.930 y $3.100 por factores globales como la guerra comercial

 

El rumbo del dólar para ese año continuará con incertidumbre de acuerdo con los mercados cambiarios. En efecto, este indicador depende en su mayor parte en Colombia de las fluctuaciones del precio del petróleo, y aunque la mayor parte de los analistas consideran que la tasa de cambio para el país estará entre $2.890 y $2.950, varios consideran que podría estar en los $3.000 la mayor parte del año.

De acuerdo con un estudio del Bancolombia, en 2018 la divisa fluctuó entre $2.685 y $3.289.  Este amplio rango de negociación ($604) pone de manifiesto la alta volatilidad a la que han estado sometidas la mayoría de monedas en el mundo, así como la intensidad de las fuerzas encontradas que han influido sobre la cotización del dólar.

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Sostienen los expertos que el alza del dólar desde mayo pasado es una manifestación de los cambios estructurales que están experimentando los precios de diferentes clases de activos a nivel global. Esta transformación está motivada por el fin del periodo de alta liquidez y bajas tasas de interés que imperó en los países desarrollados, y en especial en EU, durante los años posteriores a la crisis de 2008.

Políticas

Aseguran que el estímulo monetario que proveyeron los bancos centrales generó una búsqueda de mayores rentabilidades, deprimió la volatilidad y distorsionó las primas de riesgo. Esto implicó un avance de las monedas emergentes a la que el peso colombiano no fue ajeno, sobre todo a partir de la recuperación del precio del petróleo en 2016.

De otro lado las medidas de normalización que ha tomado el FED en los últimos tres años implican una redefinición de dichas condiciones. En este nuevo contexto de un mayor costo de oportunidad en EU, menor disponibilidad de dólares y sinceramiento en el precio de los activos, los flujos de capitales a los mercados emergentes se han reducido. Con ello, el interés de los agentes por demandar monedas de estos países es hoy menor.

“Una implicación importante del escenario que describimos, tanto hoy como en el futuro previsible, es que en la determinación de la tendencia de la tasa de cambio los factores idiosincráticos tendrán una incidencia menor que los determinantes internacionales”, sostienen los economistas.

Aseguran que “dado que estos factores seguirán materializándose durante 2019, nuestro escenario base es que la tasa de cambio fluctuará sobre niveles superiores a $3.000. En particular, prevemos que el promedio de la tasa de cambio aumente de $2.930 en 2018 a $3.100 en 2019, lo que supone una depreciación nominal del 5,9%”.

Manifiestan los analistas que “mientras que en el corto plazo los riesgos están sesgados al alza, a mediano plazo la tasa de cambio real se estabilizará”.

Ajustes

Es importante recordar que en Colombia la tasa de cambio es una variable de ajuste de la economía a los choques externos. En ese sentido, el Banco de la República no tiene un nivel de tasa de cambio objetivo. De esta manera, la cotización del dólar varía de forma permanente en función de los cambios en las condiciones internacionales y locales. Es por ello que, en la visión prospectiva del mercado cambiario, el rango de fluctuación previsto es tan importante como el escenario base.

Para este año las fuentes de incertidumbre global sesgarán hacia arriba este rango de movimientos del dólar. “Los factores de riesgo para la economía y los mercados financieros globales se han acentuado. El efecto de los ajustes en las tasas de interés, un eventual escalamiento de las confrontaciones comerciales y la incertidumbre política son fuerzas que pueden propiciar depreciaciones más marcadas de las monedas emergentes. En un escenario internacional más retador, estimamos que el dólar podría ascender en 2019 hasta $3.340”, dicen los expertos.

Las reservas

De otra parte, el Banco de la República anunció el regreso de las opciones para la acumulación de reservas internacionales. El objetivo es fortalecer la posición del país ante una posible reducción del cupo en la Línea de Crédito Flexible (LCF) del FMI al momento de su actualización en 2020. Parte de la justificación dictaba que el endurecimiento futuro de las condiciones globales puede requerir mantener el nivel de aseguramiento externo del país.

Los expertos de la entidad financiera dicen que “consideramos relevante evaluar cuál sería un nivel de reservas ideal para lograr ese aseguramiento externo óptimo. Si bien un mayor nivel de acumulación es una señal de estabilidad y permite contar un mayor colchón en periodos de estrés del mercado global, la necesidad de liquidez hace que estos fondos solo puedan ser conservados en activos seguros de bajo rendimiento. Así pues, existe un costo de oportunidad relevante frente a la alternativa de invertirlos en activos menos líquidos pero de mayor rendimiento”.

Por otro lado, el FMI considera adecuado el nivel de reservas, pero permite un margen para aumentarlas. Esta metodología propone que el nivel de reservas debe responder a los agregados económicos que reflejan ciertos riesgos externos. Se consideran: la deuda externa de corto plazo, otros pasivos con el exterior, la masa monetaria y el valor de las exportaciones anuales. El FMI aconseja un nivel de reservas en el rango entre el 100% y el 150% de la métrica. Colombia, dentro de las proyecciones del organismo, se situaría entre el 130% y 125% entre 2017 y 2019. Es decir, las reservas estarían en un nivel adecuado.

Saldos

No obstante, si se adoptara la postura más conservadora (150%), tendría espacio para acumular un adicional de US$8.742 millones.

Así pues, los niveles de aseguramiento externos actuales por reservas internacionales son más que adecuados, pero existe un margen para fortalecer este colchón dado el panorama retador al que se expone la economía mundial en el futuro próximo.

Por su parte, los indicadores estándar del nivel de reservas sugieren un aseguramiento reciente mayor al mínimo necesario. La regla Greenspan-Guidotti propone que las reservas deben ser iguales a la deuda externa de corto plazo. En la práctica, estas eran el 178% a final de 2017. Por otro lado, la versión expandida de esta misma regla le agrega el déficit de cuenta corriente a esa suma prudencial. Esta segunda métrica Colombia la cumplía en un 128% al cierre del año pasado.

Los dos indicadores más tradicionales son: reservas equivalentes a tres meses de importaciones y un 20% de la masa monetaria. En el primer caso, en diciembre de 2017 el país contaba con un stock de reservas mayor al valor de nueve meses de importaciones y, además, superaba la segunda métrica en un 49%. En el agregado, el país cumple con creces el estándar de aseguramiento sugerido por todos los indicadores.