El exgerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, es un economista de amplia experiencia tanto en el país como en el exterior y conoce el manejo del Emisor como la palma de su mano. En varias ocasiones fue director de Fedesarrollo, y estuvo en la Junta de la institución monetaria desde el 2003 hasta el 2013. Desde el 4 de enero de 2017 hasta el 3 de enero de 2021, dirigió en el Banco central toda la batuta sobre el manejo de la inflación y la política monetaria que tiene que ver con las tasas de interés. De allí la férrea defensa que hace de la independencia de esa entidad ante al pedido de gremios y gobierno de que debe bajar los intereses. Para Echavarría esta es una presión indebida que no corresponde a la labor responsable del Emisor.
EL NUEVO SIGLO: ¿Qué tanto afecta que hoy gobierno y gremios le pidan al Banco de la República que baje las tasas de interés y lo presionen?
JUAN JOSÉ ECHAVARRÍA: El gobierno y los gremios están en todo su derecho de manifestarse, pero al Banco de la República le toca hacer la tarea que le exige la Constitución de 1991. El Banco apunta a que la inflación regrese a la meta de largo plazo de 3%, pero lo hace "suavemente en un período de 2 años. Se proyectan niveles de inflación cercanos a 9% y 4% a finales de 2023 y 2024, respectivamente. En resumen, el Banco no pretende crear una recesión para bajar la inflación súbitamente.
ENS: ¿Desde su experiencia al interior del Banco de la República, que tanto inciden esas presiones o solo se tienen en cuenta las decisiones técnicas?
JJE: Todo el manejo del Banco obedece a decisiones técnicas.
ENS: ¿Qué tanto influyen las decisiones de la Reserva Federal de Estados Unidos e las medidas de la Junta Directiva del Emisor?
Los argumentos
JJE: El Banco adopta su decisión mensual sobre tasas con base en las proyecciones del equipo técnico sobre inflación y crecimiento para 2023 y 2024. Estas proyecciones, a su vez, se ven parcialmente afectadas por lo que haga la FED, por el precio del petróleo y del café, por el comportamiento del crédito y por las decisiones de los inversionistas y consumidores, entre otros. Pueden existir diferencias en los pronósticos entre los miembros de la Junta, y ello también la frecuente heterogeneidad en la votación mensual sobre tasas de interés.
ENS: ¿Es todavía alta la inflación en Colombia?
JJE: Es muy alta, y más alta que en la mayoría de países de la región. En América Latina solo Colombia, Venezuela y Argentina tienen niveles de inflación por encima del 10%. Además, cuando se observan los componentes, se ve que la inflación ha caído, en buena parte como resultado del comportamiento de la inflación de alimentos. La inflación de la canasta sin alimentos simplemente dejó de crecer. La situación sería más tranquilizante si se observara una caída en muchos de los rubros de la canasta y no solo en alimentos.
ENS: ¿Ya está controlado el tope de la inflación este año?
JJE: La inflación parece haber llegado a un tope en marzo. Pero ese tope es altísimo, superior a 11%, si se compara con el nivel al que debemos regresar, cercano a 3%.
ENS: ¿Cree que puede hacer algo, aparte de las decisiones independientes del Banco de la República, pero sobre todo por parte del Gobierno para tratar de bajar la inflación?
JJE: Las políticas macroeconómicas "sensatas" (particularmente las fiscales) ayudarán a que la tasa de cambio se mantenga en niveles "bajos" y ello, por supuesto, contribuye a controlar la inflación. Por ello es tan importante que la Administración Petro haya elevado los precios de la gasolina hacia los niveles internacionales, con un impacto fiscal determinante. Otras políticas podrían también contribuir favorablemente pero no se van a adoptar en este gobierno (de hecho, en ninguno de los gobiernos reciente): bajar los aranceles y elevar la productividad en el campo tendrían un impacto altamente favorable sobre los precios.
El rumbo
ENS: ¿A estas horas del partido que balance puede hacer sobre el rumbo de la economía?
JJE: Hay buenas noticias en el comportamiento de las cifras fiscales, de la tasa de desempleo y de la cuenta corriente. Y la inflación agregada está cayendo. La confianza en la economía crece, como se desprende del comportamiento de la tasa de cambio y del llamado riesgo país. Pero la economía se está frenando duro, con pronósticos de crecimiento inferiores a 2% en 2023 y 2024. La agricultura, la construcción, el comercio y la industria están cayendo, cuando hace un año crecían a tasas altísimas, y la inversión agregada está cayendo más de 20% con respecto al año pasado.
ENS: ¿Cuándo se refiere a la caída de la inversión, se refiere a la total o la extranjera?
JJE: Me refiero a la inversión total. La inversión extranjera no crecerá este año, pero se encuentra en niveles altos. Lo que si están cayendo son los flujos de capital financiero.
ENS: ¿Sigue la concentración de la inversión extranjera hacia los rubros tradicionales como petróleo y minería?
JJE: Lo que yo vi hace un tiempo, es que la inversión extranjera llega a todos los sectores, y no solo a minerales y petróleo.
Bolsa de Valores
ENS: ¿Cuál es su opinión sobre lo que ha sucedido con la pérdida de rentabilidad de la Bolsa de Valores de Colombia?
JJE: Las bolsas de valores han caído durante las últimas décadas en Colombia y en la región, luego de un comportamiento muy favorable en la primera década de los 2000. Habría que ver en detalle lo sucedido en otras bolsas.... pero, por supuesto, un comportamiento negativo de la bolsa refleja menor confianza sobre nuestro mercado de capitales.
ENS: ¿Pero se trata de un temor de los inversionistas?
JJE: No tengo la comparación con otras bolsas. Sin embargo, como ya lo mencioné, el comportamiento de la tasa de cambio y del riesgo país parecerían insinuar una mejoría en la confianza de los inversionistas locales y extranjeros sobre Colombia.
El pedido de gremios y Gobierno al Emisor
Mediante un acuerdo, el Gobierno y los gremios empresariales del país le solicitaron al Banco de la República comenzar un ciclo de rebaja a las tasas de interés para reactivar la economía.
En efecto, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, el presidente de la ANDI, Bruce Mac Master y el presidente de Asobancaria, Jonathan Malagón, señalaron que “la banca, la industria y el Gobierno Nacional ven con buenos ojos que los riesgos inflacionarios de meses atrás hoy se encuentran acotados. En efecto, los datos más recientes de inflación permiten al mercado anticipar un cierre para el 2023 de un solo dígito”.
Apunta la información que “en este aspecto, el oportuno accionar del Banco de la República permitió que se dieran estos resultados en materia de precios. La credibilidad monetaria, uno de los principales activos, continúa siendo motivo de orgullo para los colombianos y respaldo de la estabilidad macrofinanciera. Sin embargo, esta nueva realidad en materia de precios, de la mano de un consumo de los hogares, que se ha mesurado, habla a los agentes del mercado y a los empresarios de la necesidad de anticipar posibles recortes de la tasa de interés de referencia del Banco de la República, como en efecto los analistas ya lo prevén”.
Indican, además, que “hay la seguridad de que este estímulo monetario le facilitará a la industria dinamizar sus procesos productivos, contribuyendo a su vez con una mayor creación de empleo. Así como, iniciar un rápido abaratamiento del crédito, requisito previo para la reactivación de la demanda interna de cara al 2024”.
La inflación cede, pero no al ritmo previsto por los analistas
Si bien la inflación de Colombia lleva cinco meses cediendo y en agosto se ubicó en 11,43%o anual, su reducción fue menor a la esperada.
Según el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, las contingencias que se presentaron en la Vía al Llano impactaron la inflación. “En agosto apareció un pequeño traspié. Las contingencias de la Vía al Llano implicaron un incremento temporal en los precios de los alimentos”, dijo.
Debido a ello, el representante de la cartera de Hacienda aseguró que se podría ralentizar la bajada de tasas de interés por parte del Banco de la República. Bonilla destacó en los medios las cifras del Índice de Precios al Consumidor, IPC, reportadas por el Dane y señaló que efectivamente la inflación está bajando, pero, advirtió, “no a la velocidad deseada”.
“Mientras baja el IPC de alimentos y el de otros grupos de gasto, está subiendo el IPC de los combustibles y ese es un fenómeno exclusivamente de Colombia, dado el congelamiento de tarifas de hace cuatro años”, precisó Bonilla.
Durante agosto, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó 0,7%, por debajo del 1,02% reportado en el mismo mes del año anterior.
A pesar de la reducción, la caída es sustancialmente menor a la esperada. En promedio los analistas que estudia el Banco de la República esperaban que fuera del 0,44% y la expectativa era que el IPC quedara en 11,15%.
Sin embargo, los alimentos y bebidas no alcohólicas fueron el sector que más empujó la inflación: aumentaron un 1,13% en agosto, y ellos solo hicieron aumentar el IPC en 0,22%. El único ítem que creció más fue el de bebidas alcohólicas y tabaco, con un crecimiento del 1,14%. La directora del DANE, Piedad Urdinola, explicó que el movimiento de los alimentos “ya se parece mucho más a la tendencia de los años anteriores” al choque económico por la pandemia.
También afectaron las alzas en el precio de la gasolina que ha decretado el Gobierno para reducir el subsidio al combustible siguen frenando una mayor reducción. Uno de los rubros que más impulsó la inflación, como ha ocurrido en los últimos meses, es el de transporte. Creció 0,9%, por encima de la mayoría los demás ítems e impulsado por el aumento del precio de la gasolina, que el Gobierno ha ido aumentando desde $9.180 por galón en agosto de 2022 a $13.964 para este mes de septiembre.
Ante esta situación, el ministro de Hacienda, ha reiterado que la meta está en llegar a la franja entre los $15.000 y los $16.000, un nivel en el que la gasolina dejaría de estar subsidiada por el Estado, lo que cierra un hueco fiscal relevante y desincentiva el uso de los vehículos particulares. Sin embargo, en contraste con los meses más recientes, la inflación de agosto afectó más a las familias más empobrecidas que a las más ricas: los precios crecieron un 0,66% para las de ingresos altos, mientras lo hizo 0.69% para los pobres y un 0,74% para los vulnerables.