El Banco de la República concluyó su última decisión del año 2024, con una reducción de las tasas de interés en 25 puntos básicos, sorprendiendo al consenso de analistas que anticipaban un recorte mayor. Jackeline Piraján, economista Scotiabank Colpatria, dice que, en esta decisión, se destacó la agilidad del Banco Central para responder a los cambios en el entorno internacional y a los riesgos emergentes reflejados en el mercado.
Señala la economista que “en el ámbito internacional, se resaltó el cambio en la perspectiva de la Reserva Federal, en el cual las bajadas de las tasas de interés previstas para el próximo año podrían ser más moderadas. A nivel local, la Junta Directiva abordó dos temas clave: el aumento de la percepción de los riesgos fiscales y la incertidumbre en torno a la negociación del salario mínimo. Ambos factores están generando preocupación por su posible impacto en la velocidad de la convergencia de la inflación hacia las metas establecidas”.
Sostiene que “la depreciación del tipo de cambio registrada en las últimas semanas está presionando las expectativas inflacionarias, mientras que la falta de consenso sobre el ajuste del salario mínimo podría aumentar la incertidumbre. Si este ajuste supera lo sugerido técnicamente por las variables económicas, la inflación podría tardar más en alcanzar los niveles deseados”.
Señala que “el Banco Central su rápida respuesta ante el entorno cambiante. Esta decisión se considera responsable y orientada a mantener la estabilidad macroeconómica del país. Además, se valora la prudencia con la que se están reduciendo las tasas de interés. En comparación con otros países de la región, como Brasil, que han implementado políticas monetarias más aceleradas con impactos significativos en sus mercados, la Junta del Banco Central de Colombia ha adoptado un enfoque más gradual y consistente. Este enfoque ha permitido mitigar choques internacionales y proteger la economía colombiana”.
Indica la investigadora que “de cara al próximo año, se prevé que la Junta mantenga una vigilancia estricta sobre el entorno internacional y doméstico, especialmente en lo que respecta a la incertidumbre fiscal y su impacto en variables macroeconómicas como la tasa de cambio y la inflación”.