Las naciones más pobres y vulnerables deberán utilizar un mayor presupuesto para desarrollar los programas que eviten desgracias naturales.
Una investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI) sugiere que los costos públicos de adaptación alcanzarán alrededor del 0,25% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial por año en las próximas décadas.
Si bien tales estimaciones pueden parecer manejables a nivel mundial, no son representativas de la escala del desafío que enfrentan muchos países pobres y vulnerables. “Estimamos que las necesidades anuales superan el 1% del PIB en unas 50 economías en desarrollo y de bajos ingresos durante los próximos 10 años. Los costos pueden ser aún mayores para las pequeñas naciones insulares expuestas a ciclones tropicales y mares en aumento, hasta el 20% del PIB”, indicó el organismo.
Desafortunadamente, los países que más necesitan adaptarse carecen de los medios para hacerlo. Por lo general, no cuentan con el financiamiento ni la capacidad institucional para implementar los programas de ajuste necesarios. Además, algunas de las naciones más expuestas a las olas de calor, las sequías, las tormentas y el aumento del nivel del mar a menudo enfrentan otras necesidades de desarrollo apremiantes. Eso significa que es más importante que nunca invertir en un crecimiento resiliente, con una adaptación totalmente integrada con otros objetivos de desarrollo sostenible.
La comunidad internacional puede ayudar a los países pobres y vulnerables a adaptarse proporcionando apoyo financiero y desarrollando capacidad institucional. Estos Estados sufrirán los impactos más devastadores del cambio climático, aunque no sean responsables de causarlo. También es de interés mundial garantizar que el cambio climático no ponga en peligro el desarrollo y la estabilidad en los países más pobres. “Invertir en resiliencia climática también puede ser financieramente eficiente para los socios de desarrollo, porque la inversión inicial en protección puede ser menos costosa que la ayuda humanitaria y la reconstrucción después de un desastre”, estimó el FMI.
Para ser fructífero, el apoyo a la adaptación debe complementar la ayuda existente, con una condicionalidad optimizada que sea proporcional a la capacidad institucional del país. “Por ejemplo, descubrimos que los requisitos prolongados y complejos han obstaculizado el acceso directo de los países de las islas del Pacífico a los fondos climáticos internacionales”, agregó.
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Aportes del FMI
El FMI está ayudando a sus miembros a enfrentar los desafíos de adaptación, incluso con la publicación de informes de respaldo como del Banco Mundial, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático y otras organizaciones internacionales, y se basan en el trabajo existente en el Fondo.
Dicho trabajo incluye el análisis de los desafíos regionales y nacionales de adaptación al cambio climático en las consultas anuales que realiza el organismo del Artículo IV (por ejemplo, para Maldivas, para la República del Congo o Dominica) y en estudios comparativos entre países (para el África subsahariana, para el Hemisferio Occidental y para Asia y el Pacífico).
El Fondo también está ayudando al ampliar su apoyo al desarrollo de capacidades, que ahora incluye programas de evaluación macroeconómica climática, evaluaciones de gestión de inversiones públicas centradas en el clima y gestión financiera pública ecológica.
Y, por último, el FMI está trabajando con los países miembros y socios para desarrollar soluciones financieras como el Fideicomiso de Resiliencia y Sostenibilidad, propuesto con la intención de canalizar recursos financieros de países con posiciones externas sólidas hacia financiamiento asequible a largo plazo para países vulnerables. “Esto ayudará a los beneficiarios a abordar desafíos estructurales como el cambio climático a través de reformas políticas para fomentar la estabilidad de la balanza de pagos”, precisó.
De acuerdo con el FMI, la adaptación climática por sí sola no es suficiente. A menos que la temperatura global se estabilice mediante una fuerte mitigación, la adaptación se volverá increíblemente costosa. Sin embargo, los países aún pueden obtener grandes beneficios de invertir en un crecimiento resiliente e integrar la adaptación en las estrategias de desarrollo.
Todos los países, ricos y pobres, deben adaptarse al cambio climático. Un informe reciente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas detalló las dramáticas consecuencias de no frenar el aumento de la temperatura global y adaptarse a un planeta más cálido. Este proceso debe abordar los riesgos del cambio climático y el clima extremo, por ejemplo, salvaguardando la agricultura, gestionando el impacto del aumento del nivel del mar y haciendo que la infraestructura sea más resistente.
Los beneficios de estos ajustes a veces son difíciles de estimar porque dependen de factores específicos, como qué tan bien adaptado está un país a su clima actual. Sin embargo, las políticas bien diseñadas pueden producir grandes beneficios, y así lo han demostrado diversos documentos publicados por el FMI que cubren la adaptación climática y la política fiscal, las implicaciones macrofiscales y la incorporación de la adaptación climática en la corriente principal de la planificación fiscal.
Los ahorros a largo plazo de la inversión en resiliencia y mecanismos de supervivencia, como mejor riego, mejores variedades de semillas, sistemas de salud fortalecidos y mayor acceso a financiamiento y telecomunicaciones, pueden ser muy significativos. Esto es especialmente cierto para el África subsahariana, que experimenta un tercio de las sequías del mundo y es particularmente vulnerable al aumento de las temperaturas y al clima extremo debido a su dependencia de la agricultura de secano. La investigación del Fondo muestra que una sola sequía puede reducir el potencial de crecimiento económico a mediano plazo de un país africano en 1 punto porcentual.
En Etiopía, sin embargo, los rendimientos de algunos agricultores aumentaron hasta en un 40% con el desarrollo de variedades de trigo resistentes a la roya, una enfermedad fúngica. Mientras tanto, en Ghana, los productores de cacao hicieron que sus cultivos fueran más resistentes a la sequía con semillas mejoradas e irrigación y plantando árboles para protegerlos del sol.
Los beneficios de invertir en adaptación no se limitan al África subsahariana: los países de todas las regiones del mundo pueden beneficiarse de la adaptación a un planeta más cálido. Sin embargo, señaló el organismo internacional, esto no significa que la adaptación pueda reemplazar la mitigación. Sin una mitigación fuerte será imposible estabilizar la temperatura global y la adaptación se volvería increíblemente costosa.