Perspectiva. El rebusque: una opción más allá del mínimo | El Nuevo Siglo
La mayor parte de la población en Colombia vive del rebusque.
Alejandro Avendaño / ENS
Sábado, 8 de Octubre de 2022
Redacción Economía

Como Mayerli, una bogotana que tiene un puesto de comida en la calle, o como Mauricio, que maneja un carro en una app de transporte, hay miles de colombianos a los que no les nace ir a una oficina, al menos ocho horas al día, a ganarse un salario mínimo o un poco más, cuando en otras ocupaciones pueden devengar mucho mejor. Para ellos, trabajar de manera independiente es una mucho mejor opción laboral al rebuscarse sus ingresos, más allá de cumplir órdenes o estar supeditados a una empresa.

Esa es la realidad de al menos el 53 % de los colombianos que, según la OCDE, día a día salen a trabajar en lo que coloquialmente conocemos como "el rebusque".

No obstante, esta palabra, "rebusque", le ha dado una connotación negativa a lo que en otros países, o incluso según organismos multilaterales, se llama autoempleo. Y que para muchas personas es una forma de trabajo que les genera buenos ingresos y algunas veces una calidad de vida mejor que la de un trabajo en la formalidad.

Rebusques exitosos

Mayerli es una joven que estaba en el colegio aún cuando un día su madre llegó con una idea que les cambiaría la vida: poner un puesto de arepas.

Su mamá, que transitaba por el centro de Bogotá de manera regular, vio un día como las personas se agolpaban frente a un puesto de arepas, cerca de la salida de una universidad. Ahí se le ocurrió la idea.

Entusiasmada les contó a sus hijas su idea y decidieron poner su pequeño negocio en una transcurrida esquina en pleno centro histórico de la capital. Así llego un modo de vida que ya lleva cuatro años.

Al principio no fue fácil. “Fue duro porque se vendían muy poquito, pero ya con el tiempo se venden bastante y nos ha mejorado la economía. Yo estudiaba en el colegio, pero ahorita le estoy ayudando a mi mama; antes estaba trabajando en una empresa, pero no sentía que me fuera bien, y me va mejor con mi mamá que vendiendo”, le cuenta Mayerli a este diario.

No es un trabajo fácil, todos los días desde la 6 de la mañana se ubica en esa esquina para vender las arepas con queso o rellenas de carne y chorizo, que van desde los $3.500 hasta los $8.000.

Los días se le hacen largos, pues la universidad contigua a su puesto de comida tiene dos jornadas: diurna y nocturna. Así que entre semana no puede quitar su carrito antes de las 10 de la noche.

Pero todo trabajo duro tiene su recompensa. A diario, Mayerli vende la no despreciable cantidad de 200 arepas.

Es decir, si solo vendiera sus arepas con queso, haría $700.000 en ventas. Sin embargo, su portafolio le permite subir el rango promedio de precios. De esa manera, tener una calidad de vida digna para ella, su mamá y su hermana. 

Claro que no todo son ganancias, de allí debe sacar para su materia básica, la carne, la harina y el queso, que son tres productos que la inflación ha ido subiendo de precio constantemente.

Es por eso que hace un par de meses los precios aumentaron en su puesto de arepas. Sin embargo, esto no aminoró sus ventas.



Vivir en la ilegalidad

Mauricio Gómez trabajaba para una empresa multinacional. Allí llegó a ganar un poco más de $5’000.000 al mes. Su trabajo era estable y le permitía darse una buena calidad de vida.

Pero un día todo cambió. La empresa empezó a recortar personal en el país y Mauricio fue uno de los afectados.

Tras salir de trabajar, vivió algún tiempo de sus ahorros, mientras buscaba trabajo. Así pasaron un par de meses, pero ninguna oferta laboral lo convenció. Las empresas le ofrecían sueldos “disparatados”, no le alcanzaban ni para sus gastos mínimos.

Así que un día tomó su carro y empezó a trabajar con las apps de transporte que existen en el país. Aunque son varias y miles de usuarios las usan cada día, estas aún no están reguladas en el país, por lo tanto, el trabajo que realiza Mauricio es considerado ilegal.

Esto no le importa, aunque sí se cuida. “A mi carro no lo paran ni lo siguen tanto los policías, porque no es de gama baja, pero hay que tener cuidado”. La verdad es que esta es una traba que el sistema colombiano les ha puesto a miles de personas que trabajan en estas plataformas. Países de la región como México llevan años con estos servicios regulados, cobrando una tarifa impositiva que se destina al arreglo de vías y también para el gremio de los taxistas y transportadores públicos.

Aunque no se cierra a la posibilidad de volver a ser un empleado, le gusta mucho la tranquilidad que le da ser el dueño de su tiempo. “Acá yo trabajo los días que no tengo Pico y Placa, porque esos días descanso o hago otras cosas, pero con esto manejo mi tiempo. Obvio hay que esforzarse y ser juicioso, pero me deja para mis cosas”.

Y es verdad. Con su vehículo puede hacerse entre $3 millones y $4 millones mensuales, incluso algunas veces un poco más.

Sus ganancias le dan para mantener su estilo de vida, ahorrar en incluso ahorrar para su pensión. Por lo que, para el sistema de medición laboral colombiano, Mauricio es un trabajador formal.

Dualidad

Es justamente la falta de regulación y de medición colombiana entre “trabajo formal” y “trabajo informal” lo que hace que en el país sea tan difícil mejorar la tasa de desempleo.

Según varias fuentes especializadas, se debería buscar un método para que pagar salud y pensión no esté atado al salario. De manera que toda persona en el mundo laboral tenga asegurada su acceso a la salud y un ahorro para su vejez, indistintamente si trabaja con una empresa o por cuenta propia.

Estos recursos saldrían de otro tipo de impuestos y generarían un cubrimiento universal.

Y es que, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el trabajo independiente o autoempleo llega en Colombia al 53,1 % y el país lidera dicho listado entre los países de la organización con cifras al cierre de 2021.

Esto evidencia un aumento de 180 puntos básicos frente al 2020, cuando se registró una tasa de 51,3 %.

Luego de Colombia, en la lista están Brasil con una tasa de 33 %, igual que un año antes;  seguido por México y Grecia, con 31,8 %, que redujeron sus números; Turquía, con 30,2 %; Costa Rica, con 26,6 %; Corea, con 24,6 %, y Chile, con 23 %.