Son 26 escalones, en una de las tantas calles empinadas de Bogotá, la 12C, una cuadra al norte del famoso Chorro de Quevedo, que da acceso a la entrada occidental de la Plaza de La Concordia, apertura que está antecedida por una terraza con vista al centro de la ciudad.
Las puertas de vidrio dan una noción de lo que se avecina. Sin embargo, aún la imaginación no alcanza al visitante para verse sorprendido por una de las plazas de mercado más significativas de Bogotá.
Una plaza que, a simple vista, parece sacada de una galería de arte, ya que dista bastante de lo que era el paisaje silvestre de muchos de estos lugares de abasto en la ciudad.
Atrás quedaron los bultos de papa en el piso, la humedad del suelo que, si se juntaba con lluvias, generaba un barrizal del que pocos se salvaban.
También quedaron en el pasado esos puestos de comida donde el menú principal venía en platos de plástico, acompañados casi siempre de gaseosa al clima, en lugares llenos de sillas improvisadas o canastas de cerveza que servían a la vez de asientos para los comensales.
Otro concepto
La Concordia parece sacada de otro mundo, pues no solo es un concepto de plaza de mercado completamente distinto a los que se habían visto en Colombia, sino que dejó atrás un estilo centenario, sin perder la esencia de camaradería, cercanía y, sobre todo, precios bajos.
Uno de los locales más insignes del lugar es La Chichería D.C., donde la tradicional bebida de los chibchas dejó de lado la totuma y las botellas viejas de gaseosa, donde se envasaba, para pasar a los shots y las jarras de vidrio, todo un alivio en un concepto de comida y bebida gourmet en una plaza de mercado.
Sofía Cortés, la administradora de La Chichería, dice que este nuevo concepto es muy atractivo para clientes de toda la vida y los nuevos visitantes, pues aporta una mirada renovada a lo tradicional, fusionándolo con lo moderno.
“Tienes la seguridad de que estás consumiendo algo que es completamente higiénico, además esta chicha nos la hace un campesino, nos la traen desde Choachí cada tres días; entonces estás con la plena seguridad de que es un producto reciente, y lo mismo pasa con las cocinas, lo mismo pasa con las fruterías, lo mismo pasa con las salsamentarias, todo es higiénico, más elegante”, señala.
Para la publicista que se enamoró del centro de Bogotá y de esta plaza, y que lleva un par de meses al frente de este negocio, los precios que se manejan son una ventaja para los comensales. “Sigue manteniendo su economía, me gusta también porque se mantiene la higiene, es algo que en las plazas se veía como que no había, pero efectivamente ahora la hay”.
Dice que también el tipo de público es más variado. “El tipo de gente, que también es otra; viene más extranjero, viene más gente a tomarse un vino, a tomarse un coctel, pues ha sido muy positivo, más elegante, pero sigue manteniendo su economía”.
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Comida de antaño
María del Carmen Fonseca es la dueña del restaurante Yuri, un sitio que ya vendía comida en la plaza de La Concordia mucho antes de que la renovara el Distrito. En “Yuri” se pueden encontrar todo tipo de platos típicos de Bogotá y de Colombia, desde la bandeja paisa hasta un rico cocido boyacense, el cual ganó un premio a ser el mejor cocido de la ciudad, otorgado por la Alcaldía a este reconocido restaurante de la plaza de mercado.
“A mí me quieren mucho porque tengo muy buena sazón, entonces la gente que me conoce siempre vuelve y las personas nuevas que vienen a probar mis platos regresan. Viene gente de toda la ciudad desde el norte, hasta las vecinas que siempre han venido. Lo bueno es que los platos no son costosos, tenemos el corrientazo desde $10.000 y el más caro cuesta $22.000. Lo que más piden son la bandeja paisa, el cocido boyacense y el cuchuco con espinazo, pero los fines de semana a la plaza no le cabe un alma”, cuenta María, quien lleva años al frente del negocio.
Además, indica cómo se ha vivido el cambio: “Nosotros antes solo veíamos corrientazos, ahora el menú es más variado; adaptamos nuestros platos como si fueran más gourmet, entonces la gente ya nos conoce por eso y usted aquí puede encontrar de todo, desde el pescado, el cerdo, pasando por los platos típicos de Colombia, hasta unos muy distintos y elaborados siempre con la mejor calidad”.
El toque de autor
La cocina de Nicolasa es otro de los restaurantes más reconocidos de esta plaza, donde los platos tienen ese toque estilizado que los hace dignos de servirse en el lugar más costoso de la ciudad: platos típicos como la bandeja paisa o el “amarillo al monseñor” de la región de los Llanos orientales, que además son servidos de una manera exquisita, por lo que ha sido considerada por los usuarios como una de las mejores experiencias gastronómicas de la zona.
“A los que no conocen les pedimos por favor que se acerquen, para tener el privilegio de atenderlos y que conozcan cada una de esas clases de restaurantes que tenemos, cada uno de sus locales, no solo a los dueños de locales sino a todos los que pueden llegar a conocer aquí. Aquí se encuentran cantidades de experiencias y los clientes nuevos se sorprenden. El plan es venir y caminar un ratito y comprar artesanías o comprar cositas pequeñas como los chocolates o las frutas”, señala Sofía de La Chichería, mientras sirve una de las exóticas chichas de Lulo que allí se consiguen.