El año pasado, los trabajadores migrantes enviaron US$256.000 millones a sus familias en la región de Asia y el Pacífico, según el informe titulado “RemitScope” publicado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida).
Si bien las remesas benefician a alrededor de 320 millones de familias en la región -que viven, en su mayoría, en zonas rurales- los mercados de remesas aún deben transformarse para asegurar que las familias se beneficien plenamente de los flujos.
“La promesa de la innovación tecnológica en el mercado de las remesas podría traer consigo cambios fundamentales para cientos de millones de personas que se benefician de estos flujos. Ahora bien, este cambio transformativo aún no ha tenido lugar”, afirma Pedro De Vasconcelos, experto en remesas del Fida.
También señala que los obstáculos reglamentarios desactualizados, tanto del lado emisor como receptor, traen como resultado costos más elevados y menos transparentes para los 2.000 millones de transacciones que se realizan cada año -de las cuales la mayoría apenas alcanza los US$200 a US$300 cada una-, lo que hacen menos probable y más difícil la conversión de las remesas en ahorros o inversiones.
Según el informe, el costo de enviar dinero a la región ha descendido solo un 0,67% desde 2015, y alcanzó un 6,86% en 2017. Esto sigue siendo más del doble del 3% establecido por la comunidad internacional en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible para los corredores con un gran volumen de remesas. Si disminuyen los costos de las transferencias, las familias podrían tener más dinero a su disposición.
La variación de estos costos es muy significativa a lo largo y ancho de la región. En los pequeños Estados insulares del Pacífico, las tasas aplicadas son más altas: un 8,9% del monto enviado. En Asia Oriental, las tasas
ascienden a 8,26%, mientras que en los corredores que van desde la Federación de Rusia hasta Asia Central son muy bajas y se sitúan en un 1,21%.
Transacciones
Según el informe, las transacciones en efectivo siguen siendo, con mucho, la modalidad de transferencia más común. Solo recientemente la tecnología está propiciando que los mercados comiencen a utilizar las transferencias de cuenta a cuenta mediante operaciones digitales. Actualmente existen más de un millón de puntos de pago en la región, lo que refleja un aumento de la digitalización de las transacciones.
Pero De Vasconcelos explica que se necesitan mayores esfuerzos. “Para facilitar la digitalización de las transacciones, las entidades reguladoras y las empresas del sector privado deben seguir colaborando para armonizar los marcos jurídicos y regulatorios entre los países y apoyar el diseño de productos basados en las necesidades de los clientes”, afirmó.
En la región, las familias generalmente gastan alrededor del 70% de sus remesas para satisfacer sus necesidades básicas, entre ellas, la alimentación, la vestimenta, la salud y la educación. El 30% restante, que asciende a US$77.000 millones, podría ahorrarse e invertirse en la creación de activos o en actividades de generación de ingresos, y ayudar a las familias a forjarse unos medios de vida y un futuro mejores, tal como señala De Vasconcelos.
“Si se les da a las personas la oportunidad de invertir, lo harán, pero para ello es fundamental el acceso a los servicios financieros, y aún demasiadas familias, en particular en las zonas rurales, no disponen de servicios financieros adecuados que les permitan ahorrar, tomar prestado o invertir dinero”, dijo De Vasconcelos.
Si bien la inclusión financiera ha aumentado desde 2011, y la mitad de los adultos de la región (excluidas las economías de altos ingresos) poseen una cuenta bancaria, ello no representa la realidad de la gran mayoría de familias receptoras de remesas, entre las cuales la exclusión financiera sigue siendo predominante.
Las remesas de fondos son particularmente importantes en el medio rural donde el índice de pobreza es más alto. En todo el mundo, se estima que el 40% del valor total de las remesas se destinan a zonas rurales. Sin embargo, en la región de Asia y el Pacífico, las remesas van desproporcionadamente a países que tienen una mayoría de población rural, como Nepal (81%), la India (67%), Vietnam (66%), Bangladesh (65%), el Pakistán (61%) y Filipinas (56%). Las remesas enviadas a zonas rurales suelen tener un costo más elevado por los gastos que supone ofrecer puntos de acceso en localidades lejanas.