Aunque aparentemente el nivel de la inflación está controlado con una cifra que converge casi dentro del margen medio previsto por el Banco de la República del 3%, y con alta probabilidad que cierre este año en 3,2%, para 2019 están disminuyendo algunos factores que podrían impactar positivamente.
En efecto, un análisis del equipo económico de Bancolombia señala que durante el último mes un tema que ha suscitado la atención no solo de los agentes del mercado financiero sino incluso del público en general son las amenazas inflacionarias que se vislumbran para 2019.
Señalan los expertos que “el detonante de estas preocupaciones fue la presentación del proyecto de ley de financiamiento, que a través de la ampliación del IVA a la canasta básica infringía un efecto al alza apreciable en los precios finales. A esto se suma la acentuada depreciación del peso frente al dólar, que hace temer un efecto traspaso significativo, así como la perspectiva de un ajuste alto del salario mínimo para 2019”.
Expectativas
Sin embargo, dado que la ponencia de la reforma tributaria que se conoció esta semana descarta la modificación al alcance del IVA, es inevitable que surja la pregunta: ¿las expectativas de una escalada inflacionaria en 2019 ya no tienen fundamento?
“Para dar una respuesta adecuada a esta inquietud, realizamos un mapeo exhaustivo de los elementos que pueden desviar, tanto al alza como a la baja, la inflación del escenario base, según el cual el indicador cerrará 2019 en 3,4%”, dicen los analistas.
Mencionan que entre los factores alcistas se destacan: i) algunos elementos de la ponencia de la ley de financiamiento, en particular lo concerniente a la propuesta de IVA plurifásico a las gaseosas y la cerveza; ii) una intensificación del fenómeno del Niño que se espera se presente en los primeros meses de 2019, lo que afectaría en mayor medida a los alimentos y las tarifas de energía eléctrica; iii) un aumento real del salario mínimo por encima de la productividad laboral observada este año; y iv) una devaluación nominal mayor al 5,8% que prevemos en el escenario central para 2019.
A la baja
No obstante, también es necesario tener en cuenta que existen algunos riesgos a la baja sobre los precios. El más relevante es la actualización de la canasta para el cálculo del IPC, la cual se prevé que oficialice el DANE en los primeros meses del próximo año. Como consecuencia de este cambio, anticipamos que la participación de los alimentos se reducirá desde el 28% actual hasta un nivel entre el 22% y el 23%. Dado que este es uno de los grupos más proclives a sufrir los choques alcistas, el hecho de que llegue a tener un peso menor puede amortiguaría parte del impulso proveniente de las fuerzas descritas en el párrafo anterior.
“Además, vale la pena tener presente que si el crecimiento económico es inferior a nuestra estimación central de 3,2% para 2019, la inflación podría revisarse a la baja”, señalan.
Sostienen los economistas que “la interacción de todos los factores antes mencionados se resume en que se registran las variaciones estimadas de la inflación en 2019 por encima de la proyección central en tres escenarios. En el primero los riesgos alcistas se materializarían de forma simultánea y en la máxima magnitud prevista. En el segundo las presiones inflacionarias serían leves. Por último, el tercer escenario recoge aquello que sería más probable si el sesgo inflacionario fuese al alza. En concreto, los riesgos que consideramos más factibles están relacionados con el ajuste del salario mínimo y una mayor devaluación”.
Escenarios
Además, los escenarios recogen los cambios que ha tenido la ley de financiamiento desde el proyecto inicial hasta la ponencia que se acaba de radicar.
Es evidente que, al descartarse la ampliación del IVA a la canasta básica, la porción más importante de los riesgos inflacionarios se ha desactivado. Es así como el componente inflacionario asociado a la reforma tributaria se redujo de un nivel superior a 200 puntos básicos a menos de 30 puntos.
Indican los analistas que “sin embargo, esto no implica que el panorama de precios esté despejado. Dejando de lado los impactos relacionados con los cambios tributarios, estimamos que los choques de precios el próximo año podrían llegar con mayor probabilidad a 76 puntos. Las principales contribuciones provendrían del ajuste del salario mínimo y una depreciación más acelerada. En tal escenario, la inflación superaría el rango meta en marzo próximo, lo cual pondría presión al Banco de la República para incrementar su tasa repo”.
“Vale la pena resaltar que entre los choques inflacionarios que a hoy lucen más amenazadores hay uno que es exógeno: el comportamiento de la tasa de cambio. Sin embargo, la revisión salarial sí está en manos de las autoridades. Por lo tanto, sería deseable que en el ajuste del salario mínimo impere la búsqueda de la estabilidad macroeconómica. De esta manera se limitaría el espacio de aumento de la inflación, y por lo tanto se mitigaría la posibilidad de un alza prematura de las tasas de interés”, sostienen los investigadores.