* Llegó la hora de reformas de fondo
* Asoman paros y picos inflacionarios
La política de fijación de precios de los combustibles una vez más está en el ojo del huracán. Lo que meses atrás se presentaba como un techo improbable de alcanzar en el corto plazo, es decir, que el valor de un galón de gasolina pudiera llegar alrededor de los 10 mil pesos, ahora ya no se ve tan lejano, más aún porque con el incremento para abril (124 pesos) ya se superó la barrera de los 9 mil pesos. El Ministerio de Minas y Energía había previsto que la tendencia era al alza puesto que los precios de referencia internacional del barril de petróleo siguen aumentando progresivamente. Pese a los altibajos en la cotización, producto, de un lado, de las tensiones con Irán y, de otro, de los rumores de varios países europeos en torno de que desbloquearían sus reservas estratégicas de crudo para presionar una estabilización del costo del barril, lo cierto es que éste abre la semana en algo más de 103 dólares. Aún así, en lo que va corrido de este año, el incremento promedio a escala global ya está por encima del 4,24 por ciento. Afortunadamente, los temores fatalistas acerca de que el barril podría llegar en pocos meses a los 150 dólares parecen descartados.
Volviendo al plano interno es claro que si bien desde septiembre del año pasado el incremento mensual en el costo de la gasolina y el ACPM se había controlado debido a la fórmula de indexación que comenzó a aplicar el Ministerio de Minas, y que fija un tope máximo de 1,5 por ciento en el reajuste periódico, las presiones para repensar esa fórmula vienen creciendo a medida que los combustibles se han encarecido en los últimos tiempos. Ya el gremio camionero anunció para el 25 de este mes una movilización nacional con ese objetivo. De forma paralela tomó un nuevo aire la intención de un grupo de congresistas para presionar, incluso mediante la convocatoria de un referendo si es necesario, un cambio urgente en la política de fijación de precios que permita aliviar el bolsillo de los colombianos, más ahora que el país registra una bonanza en materia de hidrocarburos, que lo acerca a la anhelada meta del millón de barriles diarios de producción. De igual modo, es más álgido el debate sobre la manera en que el proyecto de reforma tributaria que el Gobierno radicará ante el Congreso, impactará el valor del galón de gasolina y ACPM, pues se prevén cambios en la estructura de impuestos (específicamente los de IVA, global y sobretasa) que recaen en los combustibles, así como en una nueva fórmula de cálculo que disminuya el porcentaje de ganancia de productores y distribuidores. Hasta la Contraloría terció en la controversia y propuso un esquema más flexible que permita abaratar el precio al consumidor final.
Visto todo lo anterior es inaplazable tomar decisiones de fondo. Ya los gremios de la producción, sobre todo del transporte y el agro, indican que la rentabilidad de sus actividades se está viendo fuertemente golpeada por la carestía de los combustibles, y que ello se verá reflejando en picos inflacionarios en el segundo trimestre de este año. La polémica se hace más compleja si se tiene en cuenta que gobernadores y alcaldes alertan que con el nuevo esquema de regalías, algunas jurisdicciones verán sus ingresos muy disminuidos y tendrán, entonces, que depender más de la sobretasa a la gasolina para mantener la malla vial local.
Como se ve, llegó la hora de una reforma a fondo de la política de fijación de precios de los combustibles. Los últimos ajustes de la fórmula en septiembre pasado han tenido resultados positivos pero insuficientes. El contrabando en las zonas de frontera, sobre todo la venezolana, se viene incrementando y ya llega incluso a Córdoba. La reforma tributaria es el escenario más inmediato para empezar a aplicar los cambios pero se requerirán medidas de mayor alcance. El Gobierno tiene la palabra.