* El ISE a julio resulta un dato a destacar
* Sigue en vilo un acuerdo de reactivación
La economía colombiana continúa dando síntomas de reactivación lenta, aunque no con una tendencia sostenida. Prueba de ello es que el Índice de Seguimiento a la Economía (ISE) para julio fue de 3,68%, el segundo más alto este año, después del 5,7% logrado en abril pasado.
Se trata, sin duda, de un resultado positivo, más aún porque, según el reporte del DANE, ese dinamismo productivo en el séptimo mes de este año estuvo soportado en el crecimiento de actividades primarias, especialmente la agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, así como en la explotación de minas y canteras. Con un promedio de incremento del 7,4%, se confirma entonces que el agro y la industria extractiva continúan siendo los motores de este leve repunte económico.
También debe destacarse a los rubros de servicios públicos, comercio, reparación de vehículos, alojamiento, comida y comunicaciones. Estas actividades crecieron 3,29% frente al mismo mes del año pasado.
Sin embargo, preocupa que la industria y la construcción, si bien mantuvieron una senda de recuperación en julio (llegando a 1,47%), todavía les hace falta mucho para alcanzar un ritmo sólido, requisito imprescindible para poder empujar la generación de empleo.
Dentro de todo, el resultado del ISE a julio debe considerarse como esperanzador, sobre todo si se tiene en cuenta que este año dicho termómetro económico ha tenido muchos altibajos, al punto que los de junio y marzo fueron negativos.
Precisamente, por esta circunstancia es que se advierte que el crecimiento del aparato productivo no ha sido sostenido. De hecho, según el mismo DANE, el promedio del ISE en los siete primeros meses de 2024 fue de 1,89%, mejor respecto a igual periodo del año pasado, cuando se ubicó en 1,09%.
No pocos analistas llamaron la atención en torno a que se evidencia una similitud entre este indicador del año corrido en el ISE (1,89%) con el promedio del Producto Interno Bruto del primer semestre, que se ubicó en 1,5%. En ese orden de ideas, todo hace indicar que la economía colombiana se enruta a crecer este 2024 a un 1,8% o máximo un 2%, que, si bien resulta un avance frente al resultado cuasi recesivo de 2023, que cerró en 0,6%, no da para soltar las campanas al vuelo, tal y como tratan de hacer desde las toldas gobiernistas.
De hecho, los pronósticos continúan siendo muy precavidos, al punto que la mayoría de analistas, Banco de la República, entidades multilaterales y centros de estudios económicos especializados continúan alertando que la reactivación económica todavía es muy lenta y urge un plan de choque de alto calado entre el sector público y el privado para fijar las bases de dicha estrategia. Como se sabe, en ese objetivo se han realizado múltiples reuniones entre el Gobierno y los gremios sin que haya humo blanco, salvo por el acuerdo semanas atrás en el que el sector financiero acordó aumentar a 55 billones de pesos la irrigación de crédito blando a sectores clave del aparato productivo.
Incluso, tras el buen desempeño del ISE en julio, es posible que, en agosto, pero sobre todo en septiembre, se pueda experimentar un retroceso por cuenta del paro camionero que se extendió por cuatro días y bloqueó parte importante del dinamismo productivo. Todavía no se conoce el impacto inflacionario de esa parálisis, aunque los analistas sostienen que pudo haber tenido un efecto menor. Incluso, agregan que lo más determinante termina siendo que el arranque en este tercer trimestre del fenómeno climático de La Niña no resultó ser tan drástico como se preveía, y ello ha contribuido a que los precios de los alimentos no se hayan disparado de forma permanente.
Como se ve, aunque hay señales que invitan al optimismo, estamos lejos de tomar el sendero definitivo del rebote productivo. Hay aspectos positivos como el ISE, la baja de la inflación y un mejor desempeño de la balanza comercial, pero también hay elementos preocupantes como el aumento del desempleo, la caída de la inversión o el bajo recaudo tributario que ahonda la crisis fiscal del Gobierno nacional central.
Se espera en lo que resta de este año que el Banco de la República siga bajando sus tasas de interés y que comience la inyección de los 55 billones de pesos del sector financiero. Pero, sobre todo, que se avance, por fin, hacia un pacto de reactivación económica serio y objetivo entre Ejecutivo y gremios. Un pacto en el que no solo se acuerde una hoja de ruta objetiva, sino en el que la Casa de Nariño se comprometa a no seguir aplicando una política que genera incertidumbre y desconfianza, como ocurre ahora con las reformas laboral, de salud y tributaria, que amenazan con bloquear los síntomas de recuperación en varios rubros clave en generación de empleo, plusvalía y divisas.