Asoma pulso salarial | El Nuevo Siglo
Jueves, 8 de Octubre de 2015

*Pico inflacionario, principal discusión

*La dificultad del equilibrio sindicatos-patronos

Como siempre ocurre por estas épocas del año comienza a tomar fuerza la tempranera discusión sobre la negociación del aumento del salario mínimo mensual que debe empezar a regir a partir del 1 de enero próximo. En esta ocasión los elementos de la discusión continúan siendo preponderantemente los mismos: el incremento de la inflación, los índices de productividad empresarial, la evolución del volumen del empleo tanto en su número como en su calidad, la situación de la economía, el nivel de consumo de los hogares y otra serie de indicadores que influyen o se impactan directa o indirectamente por el reajuste de la remuneración básica mensual.

De entrada las posiciones de empleadores, sindicatos y Gobierno parecieran no augurar la posibilidad de que el incremento del sueldo mínimo se pueda fijar por consenso, en lugar de la reiterada alternativa de ser señalado de manera unilateral por el Ejecutivo a través de decreto en la última semana de diciembre.

Para voceros de las agremiaciones de trabajadores del sector público y privado hay tres hechos que deben llevar a que el aumento salarial sea este año muy superior al 4,6 por ciento que se aplicó para este 2015. En primer lugar alegan que la capacidad adquisitiva de los empleados, sobre todo de los sectores de menos recursos, se ha visto muy afectada por el incremento inflacionario de este año, que como lo señaló el DANE al comienzo de esta semana ya va, con corte a septiembre, en 4,76 por ciento en lo corrido del año, mientras que si el cálculo se hace sobre los últimos doce meses, se llega a un 5,35 por ciento, es decir, muy por encima del tope máximo de 4 por ciento que había sido señalado por el Banco de la República como meta máxima para el aumento del costo de vida en 2015. En segundo lugar, señalan los sindicatos, es necesario avanzar en la superación más rápida del rezago en la escala salarial que arrastra la masa trabajadora colombiana y, como tercer punto, advierten que ahora cuando la economía está en época de vacas flacas no se puede castigar el ingreso de los empleados como fórmula para balancear las cuentas empresariales.

Entre tanto desde el sector privado se advierte que es urgente mantener la cautela en materia salarial, más aún estando la economía en plena desaceleración, a tal punto que el PIB a diciembre a duras penas llegaría al tres por ciento. Agregan que tanto la industria como el comercio y el índice de demanda en los hogares no han mostrado repuntes significativos este año y ello ha impactado la rentabilidad y ventas del sector real de la economía. Y por último sostienen que se ha avanzado en materia de formalización laboral y mejora de la calidad del empleo, pese a que este año las empresas debieron empezar a pagar los nuevos impuestos derivados de la reforma tributaria aprobada a finales del año pasado.

A su turno el Gobierno ha sido enfático en que es momento de apretarse el cinturón e incluso señala que el pico inflacionario es un fenómeno coyuntural que se espera que el próximo año, una vez se reduzca el efecto de la crisis de los precios del petróleo, los altibajos en la cotización del dólar y la carestía de algunos alimentos como consecuencia de El Niño, vuelva a la senda del 3 por ciento promedio. Es claro, también, que decisiones como la última del Emisor al aumentar sus tipos de interés para dejarlos en un 4,75 por ciento van dirigidas a evitar un mayor desborde inflacionario en el último trimestre del año.

Como se ve las sesiones de la Mesa de Concertación Salarial van a estar muy movidas y aunque todavía no se han proyectado las propuestas de incremento salarial tanto de empleadores como de sindicatos, los analistas sostienen que los primeros no irían más allá de un 5 o máximo un 5,5 por ciento, y los segundos podrían estar apostando, de entrada, a no menos de un 9 por ciento. De ser así, la posibilidad de un consenso sobre la remuneración mínima legal para 2016 no se ve fácil, pero se espera que las partes tengan ánimo real de negociación pues un aumento salarial concertado envía un mensaje muy positivo a una economía que si bien se mantiene fuerte y capotea las crisis internas y externas, requiere de ese tipo de señales alentadoras.