Campaña: todo o nada | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Septiembre de 2015

Hay que entusiasmar al electorado

Más allá de los vicios politiqueros

 

A  cuarenta días de la cita en las urnas para escoger gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles, parece claro que llegó la hora de que todos los candidatos pongan, como se dice popularmente, la carne sobre el asador. Es evidente que la crisis de la frontera con Venezuela le quitó foco mediático a la campaña no solo a nivel de las grandes ciudades y principales departamentos, sino también en todos los rincones del país. La puja proselitista como lo señalara el informe dominical de este diario ha estado marcada por varios elementos característicos, comenzando porque, contrario a lo que se creía meses atrás, el tema del proceso de paz no se convirtió en un elemento transversal de la campaña, como sí lo han sido, por ejemplo, las denuncias sobre voluminosos trasteos y compras de votos, así como las alertas de la Defensoría del Pueblo y de la Misión de Observación Electoral que advierten sobre más de doscientos municipios en donde los comicios están en riesgo por presión de grupos armados, así como prácticas politiqueras non sanctas. Por igual se resalta que mientras a nivel nacional la polarización política entre gobiernismo y oposición es cada día más profunda, en materia de alianzas y respaldos a los candidatos en muchas gobernaciones, asambleas, alcaldías y concejos esas fronteras partidistas se volvieron difusas e incluso inexistentes. También ha sido palpable que la legislación electoral continúa siendo rey de burlas para muchos aspirantes, sobre todo en materia de topes de financiación, límites a la publicidad política, participación de funcionarios públicos en las lides proselitistas, trashumancia electoral y otro menú de anomalías no menos graves. Si bien es cierto que en relación con anteriores campañas regionales, en la actual el número de amenazas y atentados contra aspirantes ha disminuido sustancialmente, no por ello se pueden desconocer las denuncias de varios partidos y candidatos sobre acciones intimidantes de guerrillas, bandas criminales, y otros carteles delincuenciales… A ello habría que sumarle que todavía no hay claridad sobre muchas candidaturas respaldadas en firmas, cuya revisión no ha terminado totalmente, así como en la incertidumbre que ronda a decenas de aspiraciones, algunas de ellas a gobernaciones y alcaldías de ciudades capitales, cuya impugnación aún no ha sido resuelta por el Consejo Nacional Electoral. Tampoco ha faltado, como es tradicional, la eterna polémica sobre la fiabilidad de las encuestas, que defienden a capa y espada, aquellos a quienes estos sondeos les favorecen y critican los que aparecen mal ranqueados en las mismas.

Si bien es cierto que las redes sociales se han convertido hoy en una de las principales plataformas de publicidad política, y canal de comunicación directa con el electorado, no se puede desconocer que esas mismas autopistas de información se han erigido en los últimos meses como trinchera para la guerra sucia contra muchos candidatos, sin que sus responsables, escondidos en la cobardía del anonimato, hayan podido ser detectados y judicializados.      

Más allá de todo lo anterior y de la forma alta, media o baja, de cómo se afecta la transparencia de la campaña, lo cierto es que a escasas seis semanas de la cita en las urnas es hora de que tanto los partidos como sus candidatos a los distintos cargos se jueguen el todo por el todo para impactar a una ciudadanía que se muestra todavía poco entusiasmada en una elección, que por su cercanía e interés directo en su diario vivir, la debiera tener inmersa en un cien por ciento en el análisis de propuestas, perfiles y trayectoria de quienes aspiran a gobernar. No es hora, pues, de seguir imbuidos en debates de menor calado, ni de tinte personalista, cuando lo que se requiere es exponer al más alto espectro las propuestas de gobierno que cada quien tiene para solucionar las principales problemáticas de su jurisdicción. Tampoco hay cabida ya para posturas quejosas en torno de la fuerza de los partidos más establecidos y hasta de los propios cacicazgos regionales, y del desequilibrio que ello significa para los candidatos que se autocalifican como independientes, de opinión o alternativos. Y menos es la coyuntura para estar discutiendo sobre la reforma del sistema electoral, que ya habrá tiempo para analizar y concretar. No, es tiempo de campaña abierta, masiva, amplia, sin ambages, en donde las ideas superen los insultos y las trapisondas politiqueras. Que se pelee, entonces, voto a voto, obviamente de la forma más transparente y legal posible.