La decisión de la guerrilla del Eln en torno a que no realizará acciones ofensivas entre hoy y el próximo de 3 de enero, debe recibirse con reserva. De un lado, resulta positivo que un grupo criminal anuncie que por once días dejará de asesinar, masacrar, secuestrar, extorsionar, desplazar y aterrorizar a la población civil, como lo han venido haciendo por décadas y con millones de víctimas.
Sin embargo, en modo alguno esto constituye una muestra contundente de voluntad de paz de esa guerrilla. Por el contrario, lo que ha exigido la opinión pública desde que se instaló, hace dos años, la mesa de negociación entre el Eln y el gobierno Petro, es que esa facción delincuencial deje de atacar a la población y a la Fuerza Pública.
De hecho, uno de los temas que más han impedido que las tratativas avanzaran a instancias concretas y definitivas ha sido, precisamente, las constantes violaciones de esa facción insurgente a los acuerdos de cese el fuego. No hay que olvidar que la última tregua venció a comienzos de agosto y no fue prolongada por varias razones.
De un lado, el Eln exige que se le financie económicamente a cambio de dejar de secuestrar, lo que constituye un chantaje al Estado social de derecho y a los colombianos. En segundo lugar, la cúpula subversiva quiere forzar una serie de cesiones previas en materia política, económica, social e institucional que son claramente inviables y menos en una etapa tan temprana de las tratativas. Y, tercero, es evidente que esta organización subversiva ya olfatea que el actual gobierno de izquierda está muy debilitado políticamente, al tiempo que solo le quedan escasos año y ocho meses en el poder, razón por la cual ha dado señales de querer dilatar y prolongar los diálogos hasta el próximo gobierno, sea cual sea.
Así las cosas, bienvenida la ‘tregua’ navideña anunciada por el Eln. Ojalá la cumplan, aunque por los antecedentes son más las dudas que las certezas. Sin embargo, la opinión pública sigue firme en que mientras esa guerrilla no dé verdaderas, permanentes y comprobables muestras de voluntad de paz, será imposible que las mayorías ciudadanas respalden esta negociación. Por el contrario, lo que se evidenció es que mientras estuvo vigente el cese el fuego, en el marco de la accidentada política gubernamental de “paz total”, los grupos armados se fortalecieron y arreciaron su accionar criminal, esto mientras las Fuerzas Militares y de Policía estuvieron atadas de manos.