- El componente internacional debe ser mayor
- Un debate que debe aterrizarse urgentemente
La alarma mundial por la ola de incendios en la Amazonía brasileña abrió de nuevo el debate sobre cómo proteger al llamado “pulmón del mundo”, afirmación que deja de ser propia del romanticismo ecológico si se tiene en cuenta que en esta cuenca, que se expande por más de nueve países, se origina casi una quinta parte del oxígeno del planeta al tiempo que es el principal sumidero para combatir los gases de efecto invernadero.
Más allá de la polémica en torno a la política ambiental del gobierno de Jair Bolsonaro así como de las reacciones contradictorias a nivel externo en torno a si debe procederse a castigar a Brasil por los más de 72 mil incendios forestales este año o, por el contrario, crear un frente común con todos los países amazónicos para delinear una nueva estrategia para proteger el principal nodo de biodiversidad y de bosque tropical del mundo, lo cierto es que, al final de cuentas, la discusión desemboca en un mismo escenario: ¿de dónde deben salir los recursos billonarios para salvaguardar la Amazonía, bajo el entendido de que esta es vital para la supervivencia de toda la humanidad?
No es un debate menor. En los últimos días ambas posturas quedaron sobre el tapete. De un lado, el gobierno francés alcanzó a plantear la posibilidad de frenar el acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión -que lleva más de 20 años en negociación- como fórmula para forzar a Brasil a corregir sus métodos de desarrollo local frente a la Amazonía. De igual manera algunos movimientos ecologistas empezaron a impulsar la posibilidad de un veto internacional a las exportaciones agropecuarias de los brasileños, como ‘castigo’ a las posturas de Bolsonaro en torno al cambio climático y las políticas agroindustriales en territorio amazónico. Pero de igual manera, ayer cerró en territorio galo la cumbre del G7, las siete potencias económicas más grandes del mundo, en donde la alarma por el daño irreversible que está produciendo la ola de incendios en la Amazonía irrumpió fuertemente en la agenda, al punto que hubo un acuerdo de última hora para ayudar a los países afectados por las conflagraciones, sobre todo en cuanto a acelerar los compromisos de apoyo con “medios técnicos y financieros".
Los gobiernos amazónicos también se pronunciaron al respecto. El propio Bolsonaro ha dicho que no solo se requieren condenas y exigencias desde la comunidad internacional, sino apoyos concretos para ayudar a proteger toda la cuenca natural. El mandatario colombiano también instó al resto del planeta a colaborar con recursos y ayuda científica para proteger la Amazonía. El jefe de gobierno boliviano también se declaró ayer dispuesto a recibir la ayuda externa para combatir los incendios forestales en el sudeste del país, señalando que varias naciones habían realizado ofrecimientos al respecto, así como la Corporación Andina de Fomento, al tiempo que acogió la propuesta de Francia de conformar una alianza para cuidar la diversidad en la Amazonía. Hasta de cumbre de cancilleres y presidencial se ha hablado. Incluso voceros de la Guayana reclamaron ayer la creación de un fondo internacional "contra los incendios de bosques y para la reforestación", que ayude a contrarrestar los siniestros que devastan actualmente este nodo biodiverso. Igual se han escuchado propuestas sobre crear un “bono amazónico”, similar a la estrategia de los “bonos de carbono” que se utiliza como mecanismo de compensación por parte de los países que más producen gases contaminantes y de efecto invernadero…
La emergencia global no solo ha elevado la necesidad de tratar de diseñar una nueva estrategia de protección amazónica, sino ha aumentado la expectativa sobre lo que será el Sínodo obispal que el papa Francisco realizará en octubre en El Vaticano sobre este tema trascendental así como la conferencia del clima COP25 que se celebrará en diciembre en Chile. Hasta se ha propuesto que se cite a una sesión especial de la ONU para analizar una acción global al respecto. “En medio de la crisis climática mundial, no podemos permitirnos más daño a una gran fuente de oxígeno y biodiversidad. La Amazonía debe ser protegida", precisó el Secretario General del ente multilateral más importante del globo.
Obviamente aterrizar cada idea a la realidad no es un tema fácil. Hay asuntos de soberanía, económicos y de geopolítica de por medio, por más que la corresponsabilidad internacional en el cuidado de la Amazonía sea ya un compromiso bastante aceptado. Lo importante, en todo caso, es que no solo se logre superar prontamente la emergencia por la ola de incendios, sino que la nueva estrategia de salvaguarda del “pulmón del mundo” sea equilibrada, realista y con un horizonte de financiación que tenga un alto componente externo.