* Cifras sectoriales continúan críticas
* Retos urgentes de la nueva ministra
En medio de una economía nacional que no levanta cabeza y que luego del pírrico crecimiento del 0,6% del PIB al cierre de 2023 apenas si alcanzaría un 1,5% como máximo en diciembre próximo, uno de los sectores que más preocupa es el de la construcción.
Las cifras son muy impactantes, según el último reporte de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol). En los primeros cinco meses de este año las ventas de vivienda registraron un retroceso de 14% en comparación con igual lapso del año pasado. Aunque se movieron 15,4 billones de pesos por este concepto, son casi dos billones menos que en similar periodo de 2023. Y se está muy lejos de los 27 billones de pesos que se registraron entre enero y mayo de 2022.
Si bien hay un leve repunte en las iniciaciones de Vivienda de Interés Prioritario (VIP), en la Vivienda de Interés Social (VIS) y otras categorías residenciales, que por obvias razones tiene un mayor peso económico y efecto en dinamismo productivo, la caída continúa siendo sustancial.
Sin duda un escenario muy complicado para un sector que el gobierno Petro ha insistido en que es el puntal de lanza de un gaseoso plan de reactivación económica, el mismo que no solo sigue en el limbo, sino que, paradójicamente, tiene en la accidentada política gubernamental su principal freno de mano. No de otra manera se puede entender que mientras se trata de destrabar todo el esquema de subsidios oficiales, en especial los de la línea “Mi Casa ya”, con adición presupuestal a bordo, desde el mismo Ejecutivo se envían señales y toman medidas que afectan a la empresa privada, amenazan con sobrecargar los costos de nómina y operación, desestimulan la inversión y generan un clima de negocios inestable y riesgoso.
Cuesta entender cómo el Ejecutivo no se da cuenta de la forma en que sus erráticas políticas y reformas golpean a un sector que tiene un efecto amplio en la economía real y demanda no menos de 1,5 millones de empleos, una parte de los cuales se ha ido perdiendo por cuenta del freno de la construcción y las ventas en los últimos dos años.
Por el contrario, el Banco de la República y el sistema financiero están tratando de mantener a flote el sector. El Emisor, como se sabe, tras una efectiva política de control de inflación en el último año y medio, comenzó desde hace algunos meses a reducir sus tasas de interés de referencia, lo que ha permitido aumentar la liquidez de la economía, impulsar la inversión y reactivar en parte el consumo de los hogares. A su turno, los principales bancos decidieron, a motu proprio, empezar a disminuir también sus tasas para créditos hipotecarios con el objetivo de que miles y miles de familias que aspiran a ser propietarias puedan acceder a préstamos en mejores condiciones.
Pese a ello, a nivel departamental y municipal la construcción sigue de capa caída. Gobernadores y alcaldes advierten lentitud en la asignación de subsidios, así como una prevención todavía muy alta de los hogares en torno a endeudarse para la compra de vivienda. Esto explica el bajo porcentaje de iniciación de proyectos y el cuello de botella en la venta de unidades ya terminadas.
En este complicado escenario es en el que se produce el relevo en el ministerio del ramo. Está visto que la nueva titular asume una serie de retos de alto calado y la urgencia de mostrar resultados concretos a corto plazo. No solo debe acelerar la asignación y desembolso de subsidios, sino crear las condiciones macro y micro para que el sector resurja de forma gradual y sostenible. Se entiende, claro está, que esta tarea no recae únicamente en la gestión de esta cartera, sino en la política económica en general del Gobierno. Si este continúa dando palos de ciego con el plan de reactivación y enviando las señales equivocadas, la situación seguirá complicándose, con el consecuente coletazo en materia de desempleo y el golpe a múltiples sectores de generación de productos, bienes y servicios que dependen de este nicho.
Hay propuestas de los gremios sobre la mesa. Por ejemplo, Camacol plantea una mayor certidumbre respecto a los recursos presupuestados para “Mi Casa Ya” y medidas puntuales para impulsar la demanda. Asobancaria, entre tanto, propone que el Gobierno incentive la compra de una segunda vivienda. Esto bajo la tesis de que al ser la construcción el segundo rubro con mayor impacto en el PIB y un factor multiplicador de inversión muy efectivo, un empujón sólido ayudaría a prender el aparato productivo a corto plazo.
Lo importante, en todo caso, es que la nueva ministra y el Ejecutivo en general presten atención a estas y muchas otras recomendaciones de distintos sectores del país. La construcción necesita un plan de choque eficaz y tangible, pero las medidas adoptadas hasta el momento son claramente insuficientes. Esa es la dura e innegable realidad.