La alerta dada por los organismos meteorológicos internacionales en torno a que comenzó la transición entre los fenómenos climáticos de El Niño al de La Niña, debe llevar a que las autoridades colombianas aceleren el plan de contingencia que debe activarse para hacer frente a una época en el segundo semestre de 2024 y primeros meses del 2025 que se va a caracterizar por un régimen de lluvias y de humedad superiores a los promedios históricos.
Si bien es cierto que el país se encuentra en la mitad de la primera temporada invernal, que debería ir hasta julio, la pluviosidad no ha sido lo suficiente para recuperar el nivel de la mayoría de los embalses, que se vieron muy afectados por la época seca de finales del año pasado y comienzos del actual.
Los gremios del sector rural han sido claros en que se requiere del Gobierno nacional una estrategia de apoyo eficaz para evitar que la drástica contingencia climática que se avecina por cuenta de La Niña altere los ciclos de cosechas y la capacidad de producción alimentaria.
De igual manera, el Ideam ha advertido que la temporada de huracanes en el mar Caribe está a punto de arrancar y los pronósticos de las agencias meteorológicas internacionales, especialmente las estadounidenses, señalan se presentará un número récord de eventos que afectarán a todos los países de la zona, incluyendo obviamente a la parte norte de Colombia.
Por otra parte, gobernadores y alcaldes están multiplicando sus pedidos a la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres para que acelere la destinación de recursos, equipos y personal de asistencia para hacer frente a los riesgos de inundación, deslizamiento y afectación a la infraestructura vial.
Frente a todo ello, y conocido por todo el país que la citada entidad se encuentra en medio de un escándalo de corrupción de marca mayor, se espera que desde la máxima instancia del Ejecutivo se entienda que la población ubicada en las zonas de riesgo no tienen culpa alguna en la caótica situación que atraviesa la institución encargada de hacer frente a las emergencias y, por lo tanto, es imperativo que no trastoquen los operativos y protocolos para asistir a los damnificados.
Gobernaciones y alcaldías, así como corporaciones autónomas regionales, cuerpos de bomberos y demás instancias del sistema de atención de emergencias deben activar ya sus planes de contingencia para evitar que en el país empiecen a multiplicarse las tragedias por causas invernales.