Economía y tributación | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Junio de 2015

El campanazo del primer trimestre empresarial

Todos los sectores deben sobrellevar la carga

 

 

Para nadie, desde luego, era secreto que el denominado impuesto a la riqueza y las adecuaciones de la reforma tributaria, además de los cambios contables internacionales, impactarían negativamente la economía colombiana. Es lo que evidentemente ha ocurrido con el balance de las empresas en el primer trimestre. Lo que, por descontado, ha terminado por afectar las utilidades de las más grandes compañías, inclusive dramáticamente.

Caso aparte, por supuesto, Ecopetrol que con la caída de los precios del petróleo pasó en el lapso de 4 billones de utilidades, en 2014, a tan solo 355.900 millones, más del 90 por ciento de descenso. Lo que, por ende, entró a sufragarse precisamente con dicho impuesto, cuyo recaudo, en la primera cuota del año, está por contabilizarse. De modo que a todas luces queda claro que Ecopetrol dejó de ser la gallina de los huevos de oro y que el reacomodamiento del país al fenómeno apenas está en su tránsito inicial. Y aún parece prematuro establecer con exactitud la dimensión de la fractura, pese a cierta mejoría en las cotizaciones internacionales frente al fin del año pasado y todavía bajo la ambivalencia en el precio del dólar.

Cierto es, de acuerdo con las cifras de las grandes compañías, que las ventas generales siguieron en ascenso durante el primer trimestre de 2015, seguramente bajo el viento de cola que traía la economía. De hecho, no deja de existir cierta nostalgia frente a datos como el crecimiento del primer trimestre de 2014, cuando este se ubicó por encima del seis por ciento. Ahora, semana a semana, los agentes internacionales cambian el índice para Colombia. Precisamente la OCDE, que tuvo días atrás su encuentro mundial, bajó las expectativas a 3,3 por ciento. El incremento en las ventas, pues, puede referirse al vigor del consumo durante los primeros tres meses de 2015. Pero, a no dudarlo, el impacto en la inversión, causado por la mayor tributación, terminará afectando el desempeño general de la economía. No es tiempo, sin embargo, para malos augurios sin que, en todo caso, no deje de ser claro que vendrá un ajuste paulatino del mercado. Y que ello también generará, no solo menores ventas, sino apretones en las nóminas, los seguros, la publicidad y los sectores que primero se ven tradicionalmente afectados a causa de la desaceleración.

Habrá, de otro lado, como se confirma de los rubros entregados, sectores que, por el contrario, seguirán en ascenso como todos los afiliados a la construcción de vivienda e infraestructura, generando por lo demás mayores utilidades. Eso es y será desde luego una buena noticia para la generación de empleo. Es posible, no obstante, que la expansión de la vivienda de interés prioritario y de interés social, donde se verán los resultados, no se experimente de igual manera en la vivienda de estratos superiores donde ya se percibe la desaceleración. De otra parte, cuando arranque el nuevo plan de infraestructura, este sector confirmará y acrecentará la época de expansión que vive. Lo que, por supuesto, también es favorable para la creación de nuevos cupos de trabajo.

En materia de balanza comercial los resultados siguen preocupando. En abril pasado, según el DANE, las exportaciones disminuyeron 25,6 por ciento en relación con el mismo mes de 2014. La inflación, a su turno, en lo corrido del año ya aumentó 3,22 por ciento, superando la meta promedio anual apenas al quinto mes de este 2015. La tasa de desempleo subió al 9,5 por ciento, en tanto que la industria continúa sin levantar cabeza.

Es evidente, entonces, que la economía colombiana atraviesa por una coyuntura que debe sufragarse con cabeza fría y prospectiva de mediano y largo plazos. Está claro que no se puede seguir descargando tanto peso tributario en las empresas y que otros sectores económicos deben entrar a ayudar a soportar la carga. Esa premisa es más determinante aún si se analizan las recomendaciones, reveladas la semana pasada, de la Comisión de Expertos confeccionada para sentar las bases de una reforma tributaria estructural. Informe que parte de advertir que a 2020 el hueco fiscal llegaría a 22 billones por cuenta del fin de la vigencia de varios impuestos, tasas y contribuciones impositivas entre 2018 y 2019. Es necesario, incluso, recuperándose el petróleo, buscar nuevas fuentes de financiación en un horizonte menor a tres años. Y es allí  en donde el debate debe ir más allá de la fórmula facilista de decidir a qué sector cargarle más la mano: rentas de capital o rentas de trabajo. Ese es el reto.