Ecuador se juega el futuro | El Nuevo Siglo
Viernes, 29 de Enero de 2021

Las trascendentales elecciones presidenciales

* Difícil coyuntura sanitaria, económica y social

 

Tras el regreso de la izquierda al poder en Bolivia a finales del año pasado y la forma en que la dictadura venezolana se aferra cada vez más fuerte al poder, incluso adueñándose ahora de la Asamblea Nacional -aunque la cesada permanece como el último reducto opositor-, el 2021 asoma como un año clave para el péndulo geopolítico en Suramérica.

Habrá tres elecciones presidenciales clave. De un lado el próximo 7 de febrero los ecuatorianos están citados para escoger al sucesor de Lenín Moreno, cuyo mandato finaliza en mayo. A ello se suma que tras la destitución del presidente Martín Vizcaya en noviembre pasado, los peruanos deben ir a comicios en abril para elegir a su nuevo gobernante. De igual manera, en noviembre se realizarán comicios en Chile para definir el relevo de Sebastián Piñera.   

Faltando una semana para las urnas el panorama en Ecuador se muestra bastante incierto. De un lado, sin duda alguna, resulta todo un desafío realizar elecciones en medio de la segunda ola de la pandemia. Rumbo a los 250 mil contagios y cerca a llegar a los 15 mil decesos, el covid-19 ha golpeado fuerte a esta nación andina de apenas 17,4 millones de habitantes. Aunque días atrás ya le llegaron los primeros contingentes de vacunas, en realidad es una cantidad muy pequeña y solo en las próximas semanas podrá empezar una inmunización a gran escala. Si bien las autoridades confían en que todo el operativo de bioseguridad activado evite que la abstención sea la protagonista el próximo domingo, no se sabe cuántos de los electores habilitados venzan la normal prevención y participen de la jornada democrática, en la que además deben escogerse a 137 miembros de la Asamblea Nacional.

En segundo lugar, es evidente que Ecuador, como todos los países suramericanos, está atravesando por una difícil coyuntura económica y social producto del coletazo de la pandemia. Los cálculos internos señalan que la economía al cierre de 2020 se pudo haber descolgado hasta un 9% en tanto que la deuda externa pública superó ya los 42 mil millones de dólares, un 44% del PIB nacional. Si bien es cierto que el gobierno saliente logró renegociar en agosto pasado más de 17.400 millones de dólares de obligaciones en bonos, logrando plazos más flexibles y una rebaja tanto en capital como en intereses, hay un fuerte debate en torno a si dicha medida fue adecuada o suficiente. Con una economía dolarizada desde comienzos de siglo y alta dependencia del petróleo, dos son los principales problemas en este frente. De un lado, la producción en 2020 retrocedió más de 50 mil barriles diarios con corte a noviembre y, de otro, buena parte de las exportaciones de crudo están empeñadas con China, el mayor acreedor desde tiempos del hoy exiliado y condenado expresidente Rafael Correa.

Visto todo ello, es obvio que los ecuatorianos ven en los próximos comicios una especie de punto de inflexión a esta difícil coyuntura económica, social y sanitaria. La calificación de gestión del gobierno saliente de Moreno tiene dividida a la opinión pública. Para algunos supo liderar una cruzada valiente contra la corrupción, sacó al país del abismo político del ‘socialismo del siglo XXI’ en que lo sumió Correa y logró reencauzar al país por la senda de la estabilidad institucional. Pero la oposición replica que, por el contrario, el manejo de la crisis de la pandemia ha sido deficiente, la brecha social se amplió y entrega una nación más dividida y polarizada…

Si bien es cierto que a la cita del próximo domingo llega casi una decena y media de candidatos, solo hay tres favoritos, al tenor de las encuestas. Se trata del dirigente de origen indígena Yaku Pérez, el exbanquero de derecha Guillermo Lasso y el economista de izquierda Andrés Arauz, considerado este último como la carta de Correa. En los debates de cierre de campaña las principales discusiones se han dado en torno a la contingencia sanitaria, el plan de reactivación social y económica así como la reestructuración de la deuda, el horizonte petrolero, incentivos tributarios, la crisis migratoria venezolana, las reformas más urgentes y la agenda legislativa, entre otros.

Habrá que esperar, entonces, al dictamen de las urnas el próximo domingo. Si bien en la democracia todo voto es importante, resulta obvio que el del próximo domingo tiene una trascendencia mayor pues señalará a quien debe guiar a Ecuador en uno de sus momentos más críticos y delicados de las últimas décadas.