¡El cambio es ya! | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Octubre de 2015

A  no dudarlo, tal como lo dijimos en el editorial del pasado domingo, la clave de las metrópolis del país está en que se sepan integrar como verdaderas ciudades-región. Es principalmente el caso de la capital de la República que hace ya tiempo dejó de ser la ciudad de las 20 localidades conocidas hace unos años y que ahora no sólo tiene como parte de su esencia urbana grandes aglomeraciones como Soacha o los 17 municipios circunvecinos, sino que igualmente tiene que ver en una gran proporción con Cundinamarca. Para no ir más lejos, desde luego, en lo que compete con Villavicencio, Tunja o Ibagué, cuyo entronque con Bogotá es asunto cotidiano.

 

Por lo demás, en la medida en que se sigan mejorando las carreteras y los viaductos, el centro del país no solamente quedará completamente intercomunicado, sino que estará a menos horas de Antioquia y la Costa Atlántica. Todo ello, ciertamente, en la medida en que se siga avanzando y cumpliendo los propósitos señalados por el Gobierno Nacional en las diferentes autopistas de la cuarta generación que significarán una verdadera revolución nacional.

La reunión ayer entre el vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras; el alcalde electo de Bogotá, Enrique Peñalosa, y el mandatario electo de Cundinamarca, Jorge Rey, es la demostración de que puede ponerse desde ya en marcha la nueva locomotora capitalina sobre la base de un esfuerzo conjunto y arduo. Los tres son, sin duda alguna, hombres de acción que se remangan para dar pronta solución a los problemas y está bien que se comience a actuar desde ya, con miras a ganar el tiempo perdido en tantos años de desbarajuste y negligencia administrativa.

 

Para ello, el presidente Santos acaba de comprometer los $ 9 billones que se requieren para el 75 por ciento de la obra del Metro. De otra parte se sabe que Bogotá cuenta con los $ 4 billones adicionales. Importantísimo sería que, antes de la posesión de Peñalosa y Rey, quede perfectamente establecido entre ambos cuál es el estudio que se escogerá a los efectos y cómo será el entronque del Metro por los lados de Mosquera. Cuando Peñalosa dice que el Metro elevado es más barato y permite a los usuarios un mejor disfrute paisajístico, hay que creerle. No vale la pena entrar ahora en grandes polémicas al respecto, tanto en cuanto se eligió a una persona en la que vale depositar la confianza desde el punto de vista técnico y urbanístico. Y Rey, por su parte, tiene a todas luces un ánimo evidente de sacar adelante las políticas públicas, por lo cual sería un extraordinario regalo de Navidad para la ciudad, por ejemplo, que en diciembre se tuviera perfectamente establecido cuál será el diseño de ese Metro que une a Bogotá y Cundinamarca, con el aliciente del Tren de Cercanías.

Pero no solamente es lo anterior. Es indispensable, naturalmente, estremecer la modorra de la administración bogotana en cuanto a la construcción de vivienda prioritaria y la posibilidad de que los más desfavorecidos de la capital puedan acceder, lo más pronto posible, al derecho que les ha sido negado. Son los más pobres, justamente, los que se harán merecedores de los excedentes de capital provenientes de la entonces bonanza petrolera y es verdaderamente pasmoso que la ciudad se hubiera abstenido de participar en un sistema de vivienda que se ha demostrado exitosísimo en diferentes regiones del país.

 

Nos gusta, en el mismo sentido, que el alcalde electo, Enrique Peñalosa, haya de una vez anunciado la derogatoria del decreto por medio del cual se permitía edificios de gran altura, inclusive de 50 pisos, bajo la excusa de una redensificación en lugares absolutamente innecesarios y que van en contravía de las mínimas normas urbanas, de servicios públicos y, por supuesto, del medio ambiente. Tal y como lo dijimos en estas columnas al inicio de la campaña por la Alcaldía de Bogotá, los candidatos debían comprometerse a revisar, de cabo a rabo, esa política. Algunos se atrevieron a poner, desde los debates, el cascabel al gato y en buena hora Peñalosa anuncia la derogatoria correspondiente.

Pero igualmente, Vargas, Peñalosa y Rey van más allá con todo lo que se debe hacer de inmediato con la ALO, el ensanchamiento de la avenida 13, la idea peñalosista de hacer de la calle 63 una gran paralela central y la organización de la avenida 170, lo mismo que el viaducto de Soacha. Todo ello son buenas noticias para la capital. Pero la mejor es que se va a trabajar en conjunto, sin exclusión de nadie y sobre la base de que hay que poner, desde ya, manos a la obra. Bienvenida la nueva locomotora Bogotá-región. No hay un minuto que perder.