El descalabro francés | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Noviembre de 2013

*Las secuelas del populismo

*Modelos económicos desastrosos

 

 

Francois Hollande se creció como candidato en el firmamento político de Francia, cuando anunció que tenía una serie de recetas económicas para sacar al país adelante y disputarle la conducción de la eurozona a Alemania. Él anunciaba que desalojando del poder  a Nicolás Sarkozy se comprometía a batirse con  la señora Ángela Merkel y hacerle torcer el brazo, para presionar el cambio del  modelo económico germano. El francés prometía que con su fórmula  económica podría contribuir a que su país superara a Alemania. Él lograría multiplicar los empleos, repartir mejor los recursos del Estado, atraer a los mejores y reorientar a Europa. Y las masas de un país con una democracia madura se dejaron seducir por el político, que como lo anotamos entonces, había sufrido una transformación en su apariencia, al bajar varios kilos, así como mejorado la dicción y la capacidad histriónica para conseguir el aspecto de un líder natural. Siendo hasta ese momento un burócrata del partido socialista que durante gran parte de su militancia había figurado a la sombra de su esposa, que antes de la separación de ambos había sido candidata presidencial y que los más  consideran que posee una inteligencia política superior a la suya. Es evidente que esas son especulaciones, lo cierto es que éste ganó las elecciones y con eso superó a su exmujer, mas no en cuanto a resultados, sino como demagogo.

Una cosa es superar a la exmujer y otra hacer un buen gobierno. Pese a sus anunciadas intenciones de hacer crecer a Francia y ponerla en la cumbre del desarrollo europeo, las cosas le han salido mal. La industria sigue sufriendo el despido de trabajadores en masa. Las grandes fortunas han sido gravadas en exceso y los más ricos se van del país. La clase media se siente maltratada y los trabajadores están descontentos por cuanto son los que pagan los platos rotos de los errores de Hollande; un economista teórico que no conoce el mundo de los negocios y sus realidades. El paro es superior al de Colombia, la economía sometida al desestimulo de las medidas oficiales sigue en el bache. La desesperanza cunde entre la mayoría de los franceses, que  ven impotentes cómo su país va por el despeñadero; analistas económicos europeos recuerdan  cómo la demagogia populista llevó a un país rico y próspero como Argentina en el siglo XX, al estancamiento y atraso. Estudiosos de la economía sostienen que Francia está sufriendo una caída similar y aún, proporcionalmente, más grave que la de Argentina en el pasado.

La campaña de Hollande se centró en la promesa de mejorar la condición de la clase trabajadora, aumentar sus ingresos y hacer justicia social. Hoy los trabajadores se sienten traicionados al perder los empleos, por el aumento de los impuestos y el cierre de numerosas empresas. Entre los sectores regionales que más se han sentido golpeados están los bretones, que han protagonizado numerosas protestas contra la ecotasa y los tributos excesivos... Los agricultores que se sienten abandonados a su suerte, cuando son el motor de la economía. La protesta de empresarios y obreros. Por fin, los trabajadores reconocen que los golpes excesivos de Hacienda contra los patronos funden las empresas y lanzan al asfalto a la clase trabajadora. Como reacción a esa dura realidad, aparecen los boinas rojas en las calles, se trata de los patronos, unidos a los trabajadores y los agricultores contra el mandatario y demagogo socialista, en algunos aspectos un remedo de José Luis Rodríguez Zapatero, quien descalabró a España.

En medio de la crisis económica de un país tan rico como Francia, que es diferente, por supuesto, al malestar de uno pobre que no ha conocido el bienestar y una calidad de vida como la francesa, con  las instituciones y el buen gobierno que les legó el general Charles de Gaulle, como lo demuestra una reciente encuesta, resurge con pasión el antisemitismo, que se creía desterrado del país. Lo mismo que las tendencias políticas se polarizan y el lenguaje abandona el tono diplomático centrista para pasar a fuertes ataques, incluso xenófobos contra las minorías, los  inmigrantes y los gitanos. Europa se conmovió por la expulsión de una familia de paupérrimos gitanos y el doloroso caso de su hija que estudiaba en un liceo del país, que fue sacada a empellones del claustro por la policía y expulsada brutalmente de Francia.