El dilema gaucho | El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Octubre de 2015

Argentina irá a segunda vuelta

El desgaste del kirchnerismo

 

Argentina asiste mañana a una de las citas en las urnas más importantes de las últimas dos décadas, pues no solo está en juego la continuidad o el fin de doce años de kirchnerismo, sino la profundidad del ajuste en el rumbo de una nación que hoy atraviesa una descolgada económica preocupante, con una inflación superior al veinte por ciento en los últimos cuatro años, un desempleo que se acerca al siete por ciento, una moneda sobrevalorada, un incierto panorama cambiario, crecientes índices de inseguridad urbana y un escenario de permanente enfrentamiento entre el gobierno y el sector privado, dando lugar a un clima de polarización nacional bastante marcado.

Las últimas encuestas dejan ver que el candidato oficialista Daniel Scioli si bien puntea los sondeos, es seguido de cerca por los dos aspirantes opositores, a saber Mauricio Macri y Sergio Massa. Los tres encarnan propuestas políticas muy diferentes. El primero que se presenta en nombre del llamado “Frente para la Victoria”, no solo es el candidato con el guiño de la presidenta Cristina Fernández de Kirchener, sino que abandera las tesis de la centroizquierda peronista, que en la última década decidió alinearse con las corrientes populistas de izquierda del “socialismo del siglo XXI”, que impulsó el chavismo venezolano en toda Latinoamérica, con resultados, tanto en lo político como en lo económico, muy deficientes. Si bien Scioli cuenta con el apoyo oficialista y el potencial electoral que le da el ser gobernador de la provincia de Buenos Aires, lo cierto es que la mayoría de los analistas consideran que no le alcanzará para ganar en primera vuelta, pues según la legislación argentina tendría que sumar el cuarenta y cinco por ciento de los votos este domingo o el cuarenta pero sacándole una ventaja de diez puntos porcentuales a su inmediato competidor, una posibilidad que hoy se ve muy remota.

Es precisamente allí donde  el escenario para el kirchnerismo se comienza a complicar pues la tendencia en las encuestas evidencia que la opción de Macri viene fortaleciéndose semana tras semana. El popular alcalde de Buenos Aires, expresidente del Boca Junior, ha logrado confeccionar bajo la bandera de la alianza “Cambiemos”, una coalición con fuerte apoyo de sectores de centro y centroderecha, facciones socialdemócratas y, sobre todo, busca capitalizar el alto inconformismo del empresariado, el sector agroindustrial  y la clase media por el retroceso productivo durante los tres últimos mandatos.

El tercero en liza es Massa, quien era ministro de Kirchner pero renunció para lanzarse a la oposición y ahora trata de allanar los respaldos de la derecha peronista y de sectores del centro.

Visto así el escenario es evidente que este domingo no habrá ganador absoluto y que será necesario un balotaje en donde, los argentinos ya no tendrían sino dos opciones para definir el futuro del país, muy posiblemente entre un bloque fuerte de centroizquierda y uno no menos sólido de la centroderecha. En ese marco circunstancial, las alianzas y acuerdos programáticos que logren Scioli y Macri, que puntean todas las encuestas para pasar a la segunda vuelta, son los que terminarán definiendo la balanza electoral en la definitiva cita en las urnas.

Los analistas advierten, entonces, que este domingo será apenas el primer pulso y que lo importante vendrá después. Es claro que serán determinantes las reformas puntuales que plantee cada uno sobre temas como el nivel de intervención del Estado en la economía, la política salarial, los planes para incentivar el empleo, las estrategias de reactivación productiva, la bitácora para la recuperación de la competitividad y rentabilidad agroindustrial, así como la capacidad de los candidatos para defender, de un lado, el continuismo, y del otro, el cambio.

Así pues, Argentina se enfrenta a una decisión política y electoral de alto calibre. No todos los días un país comienza a jugarse en las urnas una variación de la agenda nacional tan profunda como la que se está planteando en la campaña presidencial. El kirchnerismo, luego de tres mandatos arrastra un desgaste muy alto pero su salida del poder dependerá del nivel de credibilidad que la oposición pueda alcanzar para convencer a esas grandes masas populares inconformes con el rumbo de la que años atrás fuera una de las potencias económicas emergentes del continente, pero  que terminó en la senda del populismo y el default.