¡El horrendo 12-J! | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Junio de 2016
* Orlando y las goteras de Disneylandia
* Punto de inflexión en la campaña de EEUU
 
Es la tercera vez que el Estado Islámico golpea a los Estados Unidos, en esta oportunidad precisamente en la madrugada de ayer contra un bar en el centro de Orlando, Florida, muy al estilo de lo hecho hace unos meses en el club Bataclán de París y en el peor de los acontecimientos terroristas durante la era Obama. Al menos murieron 50 personas, baleadas por un supuesto “lobo solitario”, de padres afganos y en quien el FBI ya había puesto la mira de sus investigaciones, pero fue  increíblemente exonerado hasta el punto de poder acceder a la compra de armas. Varios más son los heridos, la mayoría víctimas homosexuales, por ser el lugar un conocido y promocionado sitio para su reunión y algunos de los cuales, como en el caso parisino, fueron también secuestrados antes de abrir fuego. 
 
En principio, los periodistas pusieron la mira en algún demente anti-homosexual, como si la matanza fuera un acto aislado, pero paulatinamente se develó que el autor había procedido exactamente en las mismas condiciones que sus colegas extremistas en el resto del mundo sobre cualquier lugar de esparcimiento. Pese a las reiteradas evasivas y a que se trató de camuflar el hecho en sofismas generales, incluso por el mismo presidente Obama, las realidades se fueron develando en medio del desconcierto mundial.  
Es, por tanto y de nuevo, la notificación de que ningún rincón de Occidente, ni siquiera Estados Unidos, está a salvo de los extremistas islámicos. Y de que mantienen viva su estrategia de terror sin que, por lo demás, el país más poderoso del mundo hubiera estado en capacidad de prevenir el ataque. Inclusive, las propias autoridades estadounidenses habían advertido, en su momento, sobre las falencias de inteligencia y operativas en cuanto a los recientes sucesos terroristas del Estado Islámico en Europa, particularmente en Francia y Bélgica. Ahora el turno es casi exactamente igual para el territorio norteamericano. Fallas protuberantes de inteligencia, incapacidad para llevar las investigaciones a cabo, distensión de las autoridades y los mismos desatinos que han permitido la expansión del terror en Europa. De suyo, es el peor ataque terrorista en Estados Unidos desde el 11-S y tendrá necesariamente que conocerse de modo lamentable como el 12-J. 
 
La diferencia, no obstante, radica en que el primero de los anteriores fue de autoría de Al Qaeda y el segundo se encuentra en investigación para saber si se debió a la acción directa del Estado Islámico, en una operación planeada y coordinada desde el Medio Oriente, o si fue fruto de la “inspiración” que han venido dando los extremistas a jóvenes propensos a su discurso radical en los sermones que suelen emitir por la Internet. En todo caso, el macabro resultado es el mismo. Fuere lo que fuera, luego de los recientes sucesos que han venido estremeciendo a Europa, los “profetas” islámicos advirtieron que el siguiente objetivo sería Estados Unidos, al lado de Londres y Roma. Como más recientemente dijeron algo similar sobre Latinoamérica y en particular sobre los Juegos Olímpicos a llevarse a cabo próximamente en Brasil. Hace unos días, inclusive, informaron que las pirámides de Egipto también estaban entre sus objetivos. Indudablemente, un mundo de espanto.
 
Sin embargo, a divergencia de los hechos anteriores en los Estados Unidos, la acción de ayer cayó, a su vez, como una bomba en medio de la inédita campaña electoral que se adelanta en ese país. Si bien Obama había dedicado sus últimos esfuerzos a firmar el Tratado con Irán, denunciado de excesivamente laxo por los republicanos, y a distraer la atención internacional sobre casos como el anacrónico de Cuba, el Jefe de Estado, luego del atentado de ayer, ha quedado en entredicho cerca de cumplirse el término de su segundo mandato. Y con ello la estrategia de seguridad nacional e internacional que ha venido siguiendo el partido Demócrata, con Obama a la cabeza, sufre una lesión de marca mayor que seguramente será aprovechada por la candidatura republicana, a la que el propio Presidente se había encargado de enfrentar y desprestigiar en varias apariciones recientes, acusando a Donald Trump de no estar en condiciones de ejercer la primera magistratura norteamericana.
 
La terrorífica carnicería de Orlando, en las goteras de Disneylandia, impondrá, sin duda alguna, un punto de inflexión en la campaña presidencial. Todos los ojos apuntan a Trump, cuyas primeras apreciaciones fueron las de no recibir “congratulaciones”, por haber advertido el tema, sino de pasar a la acción. Hillary Clinton, en tanto, se ha visto a la defensiva. El principal interrogante está, al mismo tiempo, en si este será el único acto terrorista o vendrán más. Sea lo que sea, la consigna electoral será una y solo una: seguridad, seguridad y seguridad.