El viraje chileno | El Nuevo Siglo
Lunes, 20 de Diciembre de 2021
Redacción Política

* ¿Cuál es el centro de Boric?

* Sin Congreso no hay reformas

 

El resultado de las elecciones presidenciales en Chile que ganó el exlíder estudiantil y diputado izquierdista Gabriel Boric, de 35 años, es demostrativo de que los chilenos apostaron por la juventud. Incluso, Boric arrasó en todos los registros electorales de menores de 30 años. Así, no solo es el mandatario más joven en la historia de ese país, sino el de menor edad de la América Latina, lugar que ocupaba el ultraderechista Nayib Bukele en Salvador.

Asimismo, el nuevo presidente cuenta con otro dato histórico al haber logrado remontar el segundo lugar en la primera vuelta, situación nunca vista en la dinámica electoral desde que acabó la dictadura de Augusto Pinochet. Del mismo modo, la abstención se situó en torno del 45 por ciento.

Por otra parte, es claro que la idea de prohibir las encuestas con tanto tiempo de antelación al día de elecciones no permitió a la opinión pública tener un termómetro aproximado de las realidades electorales. Los sondeos, antes de la veda, señalaban un empate técnico entre Boric y José Antonio Kast, candidato del derechista partido republicano. Pero dos semanas después el primero ganaba la presidencia con doce puntos porcentuales y un millón de votos de diferencia, en un registro de algo más de ocho millones de sufragios. Es decir, una victoria holgada.  

Aun de este modo también es cierto que Kast obtuvo una mejor votación que el actual presidente derechista Sebastián Piñera, en las elecciones anteriores, y que bajo el alero de su campaña se empató la representación parlamentaria, especialmente en el Senado, situación inconcebible hace solo unos meses. Mucho menos después del resultado de la Asamblea Constituyente. Así el margen de maniobra de Boric, frente a su propuesta central de dar sepultura inmediata a los programas económicos fundados en épocas de Pinochet y crear un Estado de bienestar al estilo de los países nórdicos, es un poco menor a la que se pensaba previamente. Aunque nadie podría dudar de que ha logrado un mandato claro.  

Sin embargo, el punto central es que, por una parte, Boric contó en su favor con el agudo desprestigio de un gobierno con índices recientes de aprobación promedio del 15 por ciento (llegó a tener el 6 por ciento). En efecto, basta recordar que en su momento Piñera hubo de sortear precariamente la destitución parlamentaria, con una diferencia de muy pocos votos. Y que para mantenerse en el poder citó a una Asamblea Constituyente, como fórmula de salvación, luego pedir perdón por el manejo de las protestas. Con ello se mantuvo en el solio, pero la sintonía con el cambio fue capitalizada paulatinamente por Boric. De hecho, en su momento parecía un milagro que Piñera pudiera prosperar y llegara al final de su período.

De otra parte, Boric también contó con un rival como Kast que, a diferencia suya, no atendió el viraje al centro del espectro político, para recoger los amplios remanentes de la primera vuelta y conseguir nuevos votantes, además situándose al alero del pinochetismo. Al contrario, el candidato de la izquierda radical ajustó sus programas, con el fin de sumar votos del centro y maquillar su férrea alianza con el partido comunista, mientras que Kast, cómodo en la polarización, se abstuvo de una estrategia en esa dirección. Convencido, además, de que era un axioma en Chile que quien ganaba la primera vuelta también lo hacía en el balotaje.

De tal manera, Boric encontró respaldo en sus antiguos rivales de la centroizquierda tradicional, como Rodrigo Lagos y Michelle Bachelet, también responsables de la situación chilena tras gobernar en varios períodos. No obstante, es posible que ministerios como el de Hacienda recaigan en la izquierda moderada. Aun así, es muy probable que el partido comunista, crucial en la alianza de Boric, tenga recibo en otras carteras de no menor importancia, en especial con representantes jóvenes.

De otro lado, a raíz de los resultados en el Congreso, Boric tendrá que buscar acuerdos con las bancadas parlamentarias de oposición. De esto dependen sus reformas, comenzando por la abolición de los fondos privados de pensiones, el incremento de impuestos frente al PIB, el recorte de las horas laborales y la creación de un sistema de salud universal, entre otras. Asimismo, para el año entrante se vaticina que la economía crecerá máximo un 1,5 %, con una inflación que hoy bordea el 8%. Y tendrá que llevar a referendo la nueva Constitución, jornada que se anticipa divisiva. Ese es el panorama, después de la victoria.