Elección crucial en Ecuador | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Octubre de 2023

* La sombra de un magnicidio

* Favoritismo de Daniel Noboa

 

Las elecciones presidenciales de mañana en Ecuador se han convertido en un pulso entre las mafias y la centroderecha; entre la izquierda y los partidarios del orden y la democracia; entre los agentes del expresidente Rafael Correa y los sectores políticos que buscan evitar que el país vuelva a las aciagas épocas del “Socialismo del siglo XX”; y también entre quienes están por el esclarecimiento del magnicidio del candidato presidencial Fernando Villavicencio y aquellos que no quieren que la verdad sobre sus autores intelectuales salga a flote.

Este último caso ha marcado la campaña. Se acusa a la mafia mexicana del asesinato de quien marchaba segundo en las encuestas antes de la primera vuelta y que había advertido que este país de 17 millones de habitantes se estaba convirtiendo en una especie de ‘colonia’ del crimen organizado internacional. Llegó, incluso, a señalar los cabecillas mafiosos mexicanos que querían asesinarlo, en complicidad con redes de criminales y de corrupción política locales. Al ser inmolado, a comienzos de agosto, en circunstancias de vulnerabilidad y fallas de seguridad policiales, y también por su decisión de no portar chaleco antibalas, se inculpó de inmediato a una red sicarial colombiana, uno de cuyos integrantes fue abatido en el sitio del atentado y los demás capturados horas después. Sin embargo, todos ellos fueron asesinados el fin de semana pasado en sendos motines carcelarios, lo que llevó a la destitución de altos mandos policiales ya que parece evidente que se buscó acallarlos para que no confesaran quienes están detrás del magnicidio.

El asesinato de Villavicencio aumentó la polarización política y la incertidumbre nacional, más aún porque el candidato ultimado era crítico frontal del condenado y exiliado exmandatario Rafael Correa, cuya candidata Luisa González ganó la primera vuelta de los comicios presidenciales (33%). La sorpresa vino por parte del joven empresario de centroderecha Daniel Noboa, hijo del magnate bananero y varias veces excandidato presidencial Álvaro Noboa, quien no solo se ubicó en segundo lugar (24%) sino que ha venido subiendo en las encuestas hasta convertirse en favorito para imponerse mañana, aunque es posible que haya un voto finish y la balanza electoral la terminen inclinando los indecisos.

La campaña para el balotaje ha sido complicada. La actividad política se convirtió en una actividad riesgosa. Candidatos, funcionarios, autoridades civiles y dirigentes políticos, incluso a nivel local, han sido amenazados. De allí la nota predominante de ver aspirantes con cascos, chalecos antibalas y carros blindados. Ante el desafío del crimen organizado, el gobierno del saliente presidente Guillermo Lasso llegó a un acuerdo con Estados Unidos para aumentar la cooperación militar y lucha antidroga.

En medio de ese difícil panorama, se ha fortalecido la figura de Noboa, quien por su fortuna y experticia bien podría estar dedicado a labores privadas. Sin embargo, su decisión de aspirar a la Presidencia, un programa socioeconómico y de seguridad serio y ponderado, así como la urgencia de evitar que el país vuelva a dar un giro a la izquierda populista, ha impactado a una ciudadanía que de manera creciente se sumó a su causa. Lo que coincide con cierto despertar nacionalista de los ecuatorianos, en el sentido de no dejarse convertir en ‘colonia’ de los careles mexicanos.

Noboa estudió en los Estados Unidos y ha estado a cargo de las empresas de su padre, destacándose como gran ejecutivo. Es un profesional joven, realista, sabe trabajar en equipo y es un convencido demócrata que está seguro de la hoja de ruta que propone para relanzar a Ecuador.

Por el contrario, Luisa González, de 45 años, es ficha de Correa, al punto que fue secretaría general en la Presidencia. Por eso la incredulidad que genera el que se presente como una alternativa revolucionaria moderada, que claramente en un giro discursivo para cautivar sectores de centro e indecisos. En su propuesta sigue con el catálogo de promesas de la izquierda en la región, con fórmulas populistas ya conocidas y -también- fracasadas. Proclama que atenderá con decisión implacable la modernización y la reforma de los cuerpos de seguridad y que proseguirá la investigación sobre el magnicidio de Villavicencio. Para tranquilizar a los electores se ha mostrado como devota católica y defensora de la familia, así como de los intereses de la mujer en general y protectora de los indígenas. Para sus críticos, esto es apenas un esfuerzo por disfrazarse de moderada, igual que otros candidatos de izquierda en Chile, Brasil, Colombia y Argentina.

De esta forma, los ecuatorianos asisten mañana a una elección crucial, no solo para la Presidencia sino también en el poder parlamentario: apostar por el futuro prometedor de Noboa u optar por el traumático pasado correísta.