Emergencia climática | El Nuevo Siglo
Domingo, 4 de Octubre de 2015

El Niñoazota buena parte del país

Planes de contingencia se quedaron cortos   

Desde mediados del año pasado se dieron las primeras alertas tempranas sobre la inminencia del fenómeno climático de El Niño. Aunque con el pasar de los meses los pronósticos sobre su intensidad fueron variables e incluso en un momento dado se llegó a decir que su impacto sería mínimo, lo cierto es que nunca se dijo que el país estaba exento de sufrir una ola de altas temperaturas así como de disminución sustancial de las lluvias.

No se puede desconocer que esos reportes disímiles sobre si el fenómeno climático sería débil, moderado o fuerte hicieron que muchas gobernaciones y municipios bajaran la guardia en sus respectivos planes de contingencia. Sin embargo, a la luz del panorama crítico que hoy se registra en varias zonas del país por la intensa sequía, es evidente que el sistema de prevención, reacción y adaptación del Estado, en sus distintos niveles, a las variabilidades meteorológicas todavía es muy deficiente.

La situación es muy preocupante. Hay más de doscientos municipios con racionamientos de agua potable y un número similar tiene un alto riesgo de entrar en esa misma restricción en pocas semanas. Por igual, se han registrado en este 2015 más de tres mil setecientos incendios forestales que han afectado más de noventa mil hectáreas de suelo de zonas boscosas y uso agrícola. Asimismo, los promedios de pluviosidad han caído en algunas regiones por encima del veinte, treinta, cuarenta por ciento y más. Muchos acueductos municipales están en emergencia porque los ríos, lagunas, pozos o quebradas que los surtían se secaron o tienen un nivel de agua que impide tomar el precioso líquido para tratarlo y potabilizarlo.

El flanco sanitario también está en alerta por la canícula que se registra en varias zonas del país. Se han presentado temperaturas récord en muchos municipios de la zona andina y Caribe, como es el caso de la población tolimense de Natagaima, en donde el termómetro marcó cuarenta y tres grados a la sombra. Ya las autoridades médicas advierten sobre los efectos nocivos del calor extremo en la salud humana y animal. También se teme un pico de enfermedades tropicales y endémicas por cuenta de la menor disposición de agua y saneamiento básico.

El impacto negativo económico tampoco es desestimable. Los gremios del agro han advertido millonarias pérdidas por cuenta de las altas temperaturas y la sequía, que han desquiciado los ciclos de siembra y cosecha. Se cuentan por miles los animales muertos literalmente de sed. Una vez más se ha puesto en evidencia que muchas regiones adolecen de eficientes sistemas de riego que eviten que los cultivos se pierdan o tengan una productividad deficiente y de mala calidad. Ya tanto el Gobierno como el Banco de la República señalaron que esta difícil coyuntura climática es una de las causas de la escalada inflacionaria de este año, presionando al alza el precio de varios alimentos de la canasta básica familiar. No menos grave es que muchos pueblos ribereños de afluentes tan importantes como el Magdalena, quienes derivan el sustento diario de actividades como la pesca o el transporte fluvial, atraviesan una difícil situación al no poder trabajar por efecto del bajo nivel de los ríos. Aunque el nivel de los embalses se mantiene, en promedio, en porcentajes aceptables, lo que garantiza la confiabilidad del sistema de generación hidroeléctrica, ya fue necesario acudir a las térmicas para asegurar el suministro de energía a hogares e industrias, lo que podría impactar las tarifas en corto lapso.

Habiéndose advertido a tiempo la inminencia de El Niño y ante la grave afectación que se registra en muchas zonas, se empiezan a cruzar señalamientos entre distintas instancias. Desde las esferas nacionales se acusa a gobernadores y alcaldes de no haber activado a tiempo los planes de contingencia. Pero desde las regiones se replica que los pronósticos sobre la intensidad del fenómeno climático fueron confusos. También se alega que los pozos profundos para extraer agua no se pueden construir de un día para otro y menos aun teniendo encima la restricción de contratación pública que impone la Ley de Garantías Electorales. Como siempre ocurre, se revive el eterno debate sobre la ineficiencia de algunas corporaciones regionales ambientales. Tampoco faltan las discusiones sobre qué tan preparado está el país para afrontar los efectos del cambio climático y la eficacia de los planes de adaptación frente al mismo. Igual se polemiza alrededor de si es con más multas o reforzando la pedagogía ciudadana como se incentiva mejor al uso racional del agua y la energía…

Visto todo este preocupante panorama y las cada vez más lesivas consecuencias de la intensa ola de calor en el país, así como la debilidad de la temporada invernal que arranca, es claro que no es tiempo de enfrascarse en desgastantes debates que no conducen a nada. Todo lo contrario, es hora de actuar con más diligencia. Por ejemplo, crecen las voces que piden al Gobierno que empiece a analizar la posibilidad de declarar el estado de Emergencia Ambiental para ver si con medidas extraordinarias se puede paliar una crisis que el país no supo prevenir a tiempo pese a las múltiples alertas tempranas sobre el coletazo de El Niño.