Emisor, prenda de garantía | El Nuevo Siglo
Jueves, 4 de Febrero de 2021

*La autonomía del Banco sigue incólume

*Estéril debate sobre presunta politización

 

Estabilidad y confianza. Esas han sido a lo largo de las tres últimas décadas las principales características de la economía colombiana. Pese a los altibajos y crisis recurrentes a nivel local y sobre todo externo, el manejo de la política macro y micro se ha distinguido por su ortodoxia, planificación a mediano y largo plazos, la ausencia de bandazos en los principales frentes y, sobre todo, el respeto por las obligaciones contraídas, la defensa de la seguridad jurídica, la protección de la inversión local y foránea, la potabilidad de las tasas de interés de intervención, el control efectivo inflacionario y la consistencia monetaria. Ese acumulado, más allá de los relevos gubernamentales, sus énfasis económicos respectivos y las coyunturas que enfrentó cada mandato presidencial, tiene como principal protagonista y eje articulador al Banco de la República.

A partir de la Carta del 91 el Emisor se fortaleció de manera sustancial en su rol de máxima autoridad monetaria, cambiaria y de crédito, teniendo como principal tarea el mantenimiento del poder adquisitivo de la moneda, lo cual solo es posible impulsando políticas económicas que eviten el desborde del costo de vida y mantengan funcional el sistema productivo. Para consolidar esa misión la autonomía del Banco frente a los gobiernos de turno ha sido pieza fundamental, no solo por tratarse de una directriz constitucional de primer orden dentro de la vigencia del Estado Social de Derecho, sino porque se constituyó ya en un activo institucional que los distintos presidentes y ministros de Hacienda se han cuidado de debilitar. Es claro, además, que tanto para la banca multilateral, el sistema financiero trasnacional y los mercados de capitales así como para el sector productivo, las firmas calificadoras de riesgo y el país en general, la independencia del Banco de la República ha sido la columna vertebral, la última e infranqueable frontera en el manejo macro de la economía. Se valora en grado sumo que el Ministro de Hacienda tenga puesto pero no voto en la Junta Directiva, neutralizando así en gran medida el riesgo de politización de las medidas estructurales en este campo.

Aun así cada vez que se produce un relevo de los integrantes de la Junta Directiva del Emisor es recurrente el debate sobre si los cambios tendrán alguna incidencia en el manejo y el norte macroeconómico. Sin embargo, lo que la experiencia ha demostrado es que el natural recambio en los codirectores y presidente del Banco no ha afectado la autonomía en la toma de decisiones. Ni siquiera en los periodos de los dos presidentes de la República que fueron reelectos se lesionó esta prerrogativa constitucional. Incluso no en pocas ocasiones se han evidenciado contradicciones entre los gobiernos de turno y la Junta, sin que en ningún momento se haya socavado la independencia en materia monetaria, cambiaria, inflacionaria y de liquidez del Emisor. Es más, aunque en el Congreso se han puesto sobre la mesa recurrentes reformas a este esquema, en pos de aumentar la injerencia del poder Ejecutivo sobre los criterios del Banco, ninguna ha prosperado. Este es un hecho muy diciente en el país de la ‘reformitis’ constitucional.

Esta semana el presidente Duque designó a los experimentados economistas Mauricio Villamizar, y Bibiana Taboada como nuevos codirectores del Banco, en reemplazo de Gerardo Hernández y Ana Fernanda Maiguashca, que terminan sus respetivos periodos. Aunque en algunos sectores políticos y económicos se ha tratado de polemizar al respecto, síntoma claro de un país fuertemente polarizado, lo cierto es que se trata de un relevo tan natural como institucional. Las trayectorias de estos dos profesionales que llegan al Emisor están más que certificadas y cumplen con todos los requisitos para la delicada misión que asumen. Incluso Villamizar, como ha ocurrido en otras designaciones, viene del propio Banco.

Así las cosas, tachar de ‘gobiernistas’ estas designaciones sería tan ilógico como señalar que la elección, semanas atrás, de un economista de los quilates y respetabilidad de Leonardo Villar como gerente del Banco fue ‘antigobiernista’ porque su principal competidor era el hoy Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla. En modo alguno caben ese tipo de polémicas y flaco favor se hace a la estabilidad y confianza de la política macroeconómica del país imbuirse en debates tan estériles e innecesarios.

En medio del mayor y más grave coletazo socioeconómico que ha sufrido el país en las últimas décadas por cuenta de la pandemia, poner en duda la seriedad y autonomía del Emisor resulta altamente inconveniente. La nueva junta directiva es prenda de garantía para el país, como sus antecesoras. Lo que se impone es concentrarse en lo importante desde el punto de vista de lo macro y lo micro, ya que el desafío de la reactivación es muy grande.