* El fenómeno Obama
* Escollos de las internas republicanas
Quienes conocen la política de Estados Unidos saben que el Presidente tiene enormes posibilidades de ser reelegido, pues la inmensa concentración de poder y las ventajas frente al resto de candidatos son enormes. En el caso de Barack Obama se recuerda que casi era un desconocido al arrancar su campaña para convertirse en candidato de origen africano a la primera magistratura y cómo en pocos meses se daba a conocer de notable orador con poderosa capacidad de convocatoria, que termina por imponerse a veteranos políticos, sacar a los demócratas del ostracismo y derrumbar el mito que sostenía que su país no estaba maduro para ser gobernado por un político de su casta. Con tales laureles de triunfo en el pasado reciente y con el poder que tiene en la actualidad es un candidato de cuidado para cualesquier contendor que pretenda disputarle las masas. Cuando se lanzó de nuevo a la contienda por el Partido Demócrata su nombre se impuso contra viejas y nuevas ambiciones, así en esa oportunidad su popularidad no pasara por el mejor momento y él siguiera inmerso en la crisis económica, como en la más honda división partidista.
La estrategia de Obama en su primera campaña consistió en fomentar el optimismo y manejar un lenguaje ponderado frente a sus adversarios republicanos, que lo acusaban incluso de no ser estadounidense. Esa moderación de su discurso contrastaba con el énfasis en sacar al país de la crisis y conjurar casi todos los problemas de una potencia como Estados Unidos. No siempre en un país polarizado da resultado esa táctica y en su caso funcionó. A su vez, desde el Gobierno ha dado muestras de prudencia y firmeza, al tiempo que retira sus soldados de Irak y deja establecido un gobierno de transición, aumenta la presencia militar en Afganistán y consigue eliminar en su guarida a Osama Bin Laden. Esa última hazaña le ha permitido disminuir la guerra de nervios que atormentaba a los estadounidenses por la eventual repetición de un ataque como el de las Torres Gemelas al corazón del mundo de las altas finanzas. La baja en la tensión y el discurso conciliador le han permitido a Obama recuperar el diálogo con otras potencias, lo mismo que ha suscitado el apoyo de sectores moderados de todos los países, que suelen ser mayoría. Sin que por eso se le pueda acusar de debilidad ni vacilaciones en cuanto el uso de la fuerza. Otra cosa es que con el poderío militar de Estados Unidos ablandara la resistencia en Libia en la lucha contra el coronel Gadafi, mediante bombardeos sistemáticos que provocaron el descalabro de sus milicias y el derrumbe de sus fortalezas militares, para dejar luego a la OTAN que hiciera su trabajo y Francia e Inglaterra rivalizaran en aparecer como los grandes triunfadores del momento. En esa sutil estrategia ha interpretado muy bien al gobernante la señora Clinton. Y, claro, el ligero repunte de la economía, las medidas en favor de las gentes del pueblo en materia de salud y las reiteradas promesas de sacar del bache el país tienden a ganarle electores.
Y los apostadores anotan que Obama es el candidato en la historia de Estados Unidos que más dinero ha recibido para su campaña, que no tiene límites gracias a disposiciones legales de la Corte Suprema. Lo que le permite gastar mucho más que sus contendores republicanos en publicidad, mientras estos han dividido sus fondos en distintas y hostiles candidaturas, que se apoyan en algunos casos en tendencias religiosas rivales. Lo que ha determinado que la campaña republicana tome un gesto provincial marcado, cuando de lo que se trata es de disputar el gobierno de Estados Unidos y su influencia en el globo. Mientras los republicanos se desgastan en una apasionada lucha intestina que no consigue atraer a los sectores indecisos del electorado, el gobernante se mueve con cautela para tratar de convencer a los indecisos, los apáticos e incluso los decepcionados, como es el caso del voto latino, desencantado de su gobierno por la expulsión masiva de indocumentados y el poco interés en solucionar los problemas de Hispanoamérica, agravados por las organizaciones chavistas y pro castristas hostiles.
Así como Obama consiguió dar a conocer su sueño político en Estados Unidos, los republicanos deberán salir de la disputa regional y el antagonismo religioso, para vender su marca y su sueño de repotenciar el país y darle el rol mundial que tuvo hace unas pocas décadas como potencia unipolar.