Hacia la carbono-neutralidad | El Nuevo Siglo
Miércoles, 26 de Enero de 2022

* El libro del presidente Duque

* Las advertencias de Antonio Guterres

 

El libro del presidente Iván Duque, “el Camino a Cero”, que acaba de ser presentado por el autor y fue prologado por el primer ministro inglés Boris Johnson, pone de presente, aparte de los logros medioambientales señalados en el texto, la importancia de combatir el cambio climático y en consecuencia la necesidad de comprometerse a fondo con la carbono-neutralidad. Porque, en no poca medida y con la estrategia presentada, Colombia se ha puesto a la vanguardia internacional y tendrá que ser muy rigurosa para conseguir los resultados descritos.

Ciertamente el país no es uno de los agentes contaminantes de mayor envergadura en el mundo. De hecho, es causante de un nivel relativamente bajo de gases de efecto invernadero. Pero, de otra parte, es uno de las naciones más vulnerables frente al cambio climático, puesto que está demostrado que no pocas de las catástrofes nacionales se deben precisamente a la modificación en la intensidad y el viraje en los intervalos climatológicos, producidos a partir del nocivo fenómeno planetario.

Por ello, el compromiso colombiano para combatir el cambio climático que, si bien para algunos puede ser simbólico frente a los registros mundiales, demuestra fehacientemente que la nación no desestima en lo absoluto los resultados científicos sobre el calentamiento global, como sí otros países. Y que lo hace, justamente, bajo el criterio de que, aunque los compromisos internacionales sobre la materia no son vinculantes, son de una exigencia superlativa e inmediata.

De hecho, una crítica persistente frente al Acuerdo de París y sus cumbres posteriores es que el carácter no vinculante de los pactos reduce ostensiblemente las responsabilidades e impide actuar decididamente como un conjunto global. En efecto, pareciera que no apremia suficientemente la meta de mantener el calentamiento planetario en 1,5 grados Celsius para fin de siglo. Y que, como bien lo dijo ayer el titular de Naciones Unidas, Antonio Guterres, al señalar las prioridades de este año, la batalla se ganará o perderá en esta década cuando ya se ha alcanzado una temperatura de 1,2 grados por encima de los índices previos a la revolución industrial.

En efecto, los golpes del cambio climático han venido produciendo éxodos poblacionales que no suelen tenerse en cuenta con el debido rigor, generando un desplazamiento tres veces mayor al causado por las guerras o la violencia, como ocurrió en 2020 con al menos 30 millones de personas que huyeron de sus lugares de residencia y trabajo, fruto del insoportable fenómeno.

Como es sabido, resulta una exigencia mundial insoslayable la reducción de un 45 por ciento de las emisiones globales de efecto invernadero, para 2030, si en verdad se quiere llegar a neutralizar la carga de carbono y otros componentes, como los nitratos y el metano, a mediados de la centuria.

En ese sentido, el libro del presidente Duque deja en claro sus labores a los efectos, pero no es óbice, naturalmente, para que, sin populismos, aunque con decisión, el gobierno siguiente mantenga e incluso incremente la ruta en esa dirección. Por lo pronto en la campaña presidencial se escuchan propuestas dispersas, tal vez fruto de que en los debates es difícil concretar las respuestas en pocas palabras, o de otro lado se da curso a ideas inviables como la de cerrar inmediatamente las rentas nacionales del petróleo, sin gradualidad ni transición energética, dejando al fisco comprometido para atender las ingentes necesidades sociales.

Colombia, ciertamente, tiene una matriz energética mayoritariamente limpia, a diferencia de otras naciones. Y, como se dice en el libro, se logró mejorar la misma haciendo énfasis en múltiples proyectos de energías renovables no convencionales y la inauguración de la ruta del hidrógeno verde, con Ecopetrol de protagonista.

Asimismo, en el combate al cambio climático es indispensable mantener la acción contra la deforestación, elevando la depredación de los bosques a la categoría de delito, y manteniendo la siembra en los índices de 180 millones de árboles, como se ha venido haciendo en ambos casos, a fin de amparar e incrementar los sumideros de carbono. Y no menos importante es seguir aumentando las áreas protegidas.  

El hecho central, en todo caso, es que por medio de la ley de acción climática se ha estructurado una política de Estado para que el país alcance la neutralidad del carbono en 2050, reduciendo previamente en 51 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero, para 2030.

Podrá haber nuevas ideas ambientales sobre tantos temas que se tocan en “El Camino a Cero”. Importante, pues, para el país que en la campaña se escuchen las propuestas, porque en ningún caso el combate al cambio climático permite tregua.