Hispanoamérica y El Quijote | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Marzo de 2015

LA  noticia sobre la confirmación por cuenta de reconocidos científicos del hallazgo de los restos de Don Miguel de Cervantes Saavedra, tiene especial significado para la población de Hispanoamérica, en cuanto El Quijote,  la genial y original obra del maravilloso escritor que parte en dos la historia de las letras universales, tiene que ver con la gesta que gentes de la más diversa condición cumplen en nuestra región. Incluso algunos héroes de esa variopinta de audaces que descubrieron nuestro continente fueron sin saberlo verdaderos quijotes y caballeros andantes. Sin ese ingrediente de valor, mística, fuerza espiritual y ambición, tecnología, pericia militar y locura por recorrer y dominar el planeta, no habrían logrado cambiar el curso de la historia en un mundo que era desconocido para ellos. Sin ese concepto nuevo de ciudad y civilidad, dentro del código cristiano de difusión religiosa, y los avances del derecho municipal, incluso, es preciso reconocerlo, de codicia, no se habría logrado la expansión de la hispanidad en esta parte del mundo, plagada de  enfermedades endémicas, selvas, abismos, riscos, zonas nevadas, ríos tormentosos, el mayor número de animales feroces, lo mismo que de la fuerza de millones de nativos que intentaron repeler la invasión de sus tierras, que defendieron con ardor. En unos casos se trataba de tribus desorganizadas y errabundas y,  en otros, de civilizaciones en algunos campos más avanzadas, como lo reconoce Spengler, que los guerreros y colonos que arribaron a estas tierras.

Es la lengua de Cervantes, con toda su potencia unificadora y expresión de esa visión militar y espiritual  de la vida, la que facilita la grandeza de España y de la hispanidad en América, aquella que no se contenta con expandirse por medio de las armas, sino que brilla por  los escritos de sus mejores ingenios. No se debe olvidar que Cervantes fue hombre de armas y letras, sabía blandir tanto la espada como la pluma. Lo mismo que Quevedo y, entre nosotros, Don Gonzalo Jiménez de Quesada, más leguleyo que guerrero. Rendir homenaje a la memoria y las cenizas del creador de El Quijote, es reconocer su aporte incuantificable a la cultura universal.